Finanzas

De Guindos gana peso en el BCE tras el adiós de Draghi

El ex ministro mantiene una excelente relación con Lagarde. En 2020 se convertirá en decano del organismo y es un gran experto en asuntos monetarios

De Guindos gana peso en el BCE tras el adiós de Draghi
De Guindos gana peso en el BCE tras el adiós de Draghilarazon

El ex ministro mantiene una excelente relación con Lagarde. En 2020 se convertirá en decano del organismo y es un gran experto en asuntos monetarios

Mario Draghi, el hombre que salvó al euro, dejará la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) el 31 de octubre. Antes, el día 28, habrá un acto –una celebración de banqueros centrales– de despedida, al que acudirán Ángela Merkel, Enmanuel Macron y el presidente italiano, Sergio Mattarella. En principio, no está prevista la presencia de Pedro Sánchez. El 1 de noviembre, la francesa Christine Lagarde, hasta ahora directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), sucederá como presidenta de la Institución al italiano Draghi. Nuevos tiempos en el BCE, en los que Luis de Guindos, vicepresidente desde junio de 2018, tendrá más influencia que hasta ahora, aunque el protagonismo público lo acaparará Lagarde.

El BCE está gobernado por un Comité Ejecutivo de seis miembros, que incluye la presidencia y la vicepresidencia. Sus integrantes tienen mandatos de ocho años y no pueden ser reelegidos. Luis de Guindos será, desde diciembre, el segundo más antiguo del Comité Ejecutivo y se convertirá en el decano en 2020, cuando expire el mandato del irlandés Philip R. Lane. Todo eso unido a su excelente relación con Lagarde, desde hace años, y a que sea más experto en asuntos monetarios que la nueva presidencia, hará que sea mayor la influencia del español. La francesa, aunque acumula una larga experiencia, es sobre todo una política hábil que se mueve con mucha soltura en los terrenos económicos. No es, sin embargo, a diferencia de Draghi una experta en los mercados y en los complejos intríngulis técnicos de la política monetaria. Es ahí donde Guindos podrá ejercer de número dos eficaz e influyente, con un papel más relevante que en su primer año y medio de vicepresidente. Las relaciones entre Draghi y De Guindos han sido correctas pero también frías, incluso distantes. El presidente saliente nunca contempló con buenos ojos la llegada del español, con el argumento de que procedía de la política, ya que fue elegido cuando era ministro de Economía en el Gobierno de Rajoy.

La UE debía a España un puesto relevante en el BCE y Ángela Merkel cumplió su compromiso con Rajoy –pregunta con frecuencia por él, con quien se entendía muy bien– y apoyó expresamente la candidatura de De Guindos para la vicepresidencia. Draghi no pudo evitarlo y, además, tampoco le ha facilitado mucho las cosas en el BCE. En pocas palabras, no le daba mucha cancha. Por eso, la llegada de Lagarde es una bocanada de aire fresco para el español que, además, cuenta con cierto respaldo alemán.

La política monetaria de Draghi, ultraexpansiva, con tipos de interés negativos, siempre levantó ampollas en Alemania. El BCE fue creado a imagen y semejanza del Bundesbank, el banco central alemán, con el control absoluto de la inflación como regla de oro. Draghi, con la crisis de euro, rompió todos los corsés y, por la vía de los hechos consumados, cambió la naturaleza del BCE, que inundó a la Europa del euro con dinero, al comprar deuda pública por importe de hasta 2,6 billones de euros, para escándalo de los más ortodoxos alemanes y de otros países del norte, conocidos como los «halcones», frente a las «palomas» del sur. Draghi, además, se despide del BCE con el anuncio de que continuará la laxitud –alegría– monetaria casi «sine die». Esa decisión fue adoptada en contra de la opinión –consultiva y no vinculante– de los muy influyentes y poderosos comités legal y monetario del BCE. No ha sido la primera vez que ha ocurrido, pero no es habitual.

La decisión de Draghi, respaldada por la mayoría del Comité Ejecutivo y del Consejo de Gobierno –incluye a los gobernadores de los 19 bancos centrales de la eurozona–, provocó la dimisión de la alemana Sabine Lautenschläger como miembro del Comité Ejecutivo, lo que de rebote hacía que Luis de Guindos se convirtiera en el segundo miembro más antiguo del organismo y con un mandato que se prolongará hasta 2026. Es decir, además de mano derecha de Lagarde sera una de las figuras más influyentes del BCE, al que se sumará la alemana Isabel Schnabel, que será la sustituta de la dimitida Lautenschläger, mucho más flexible que su predecesora en los asuntos monetarios. Su elección se interpreta también como un gesto alemán para rebajar la tensión que ha habido en el BCE entre «halcones», partidarios de tipos más altos, y las «palomas», defensores de la situación actual.

El gran reto del BCE, que será con el que tendrán que lidiar Christine Lagarde y también Luis de Guindos –compartirán juntos siete años al frente de la entidad–, consistirá en cómo administrar la herencia de Draghi y hallar un camino viable para volver a una cierta normalidad monetaria. Los miembros actuales del Comité Ejecutivo y del Consejo de Gobierno temen que cambios bruscos en la política del BCE podrían pinchar la burbuja monetaria europea, algo que conduciría a una catástrofe. Por eso, incluso los hasta hace poco más partidarios de endurecer las condiciones monetarias son cada vez más flexibles. Temen las consecuencias de un error de cálculo, lo que unido a que Alemania ya está casi en recesión técnica, alivia la presión de los «halcones». Eso facilitará algo la labor de Lagarde y de Luis de Guindos, que quizá en su momento no hubiera ido tan lejos como Draghi, pero que ahora, en sintonía con el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, está decidido a trabajar para que el BCE no vire bruscamente.