Análisis

Despilfarro y deuda desmedida con un IPC manipulado y dos puntos superior al dato oficial

La inflación sigue siendo un problema, mientras la economía va bastante regular y el gasto electoralista de Pedro Sánchez sólo empeora la situación

Mercado Maravillas en el barrio madrileño de Cuatro Caminos.
Mercado Maravillas en el barrio madrileño de Cuatro Caminos. Alberto R. RoldánLa Razón

A pesar de que algunos siguen afirmando que «la economía va como una moto» y presentan los datos de inflación de España como ejemplo de una buena gestión económica, las cosas siguen yendo bastante regular y la mayor parte de las instituciones económicas de prestigio, incluyendo el Banco Central Europeo, recomiendan mucha prudencia para este otoño. Los precios no están bajando, sino que, en el último año, fundamentalmente por el efecto base, están moderando su ritmo de crecimiento. Aun estando en fase de moderación, el dato de la inflación subyacente, que explicaremos a continuación, sigue siendo muy alto.

El indicador adelantado del IPC de agosto sitúa su variación anual, según el INE, en el 2,6%, experimentando una subida de 3 décimas. El dato mensual de agosto subió también 5 décimas. Hay que señalar que en los últimos siete meses, el dato mensual de inflación no ha bajado nunca. Las subidas mensuales que han acontecido han estado entre 2 y 9 décimas. Alguien podría pensar que estos incrementos pueden considerarse nimios e insignificantes. Pero cuando se habla de inflación hay que tener en cuenta que se trata de una variable macroeconómica que debe ser analizada de manera acumulativa. Así, el IPC acumulado entre 2019 y lo que va de año sobrepasa el 15%. Pregunten a un padre de familia con un sueldo medio y con 2 o 3 hijos si los incrementos de los precios le han parecido despreciables…

Pero de cualquier manera, para llegar al dato anual de IPC del 2,6% que nos presenta el INE, más bajo que el real, se han llevado a cabo ciertas actuaciones que cuanto menos deben de calificarse de inciertas y sospechosas. En 2022 se puso en marcha el mecanismo ibérico del gas, que contribuyó estadísticamente a mejorar los datos de IPC. Por otro lado, en enero de este año el INE llevó a cabo una serie de cambios en los criterios de cálculo del IPC, que se presentaron como «Novedades metodológicas del IPC», que sirvieron para reducir el peso de los componentes que más subían y para incorporar el mercado libre del gas y la electricidad. Este último cambio de criterio ha afectado al subíndice 4 del IPC de manera sustancial. Según las estimaciones compartidas por el economista José Ramón Riera estos días atrás, el IPC que apunta el INE es un 1,9% más bajo que el real, a causa de la modificación del cálculo a la que nos hemos referido.

Subyacente fuera de control

Pero dado que la volatilidad de los precios de la energía y los alimentos es alta, lo más acertado para estudiar la inflación sería tener en cuenta el índice subyacente. Se trata de un indicador que, al no tener en cuenta ni la energía ni los alimentos sin procesar, es mucho más estable. El dato adelantado de la subyacente de agosto en España se ha situado en el 6,1%, muy próximo al dato medio de la zona euro (6,6%). En ambos casos estamos hablado de tasas preocupantes y fuera de control. En definitiva, no podemos dar por zanjado el problema de los precios centrándonos en un dato general, que sigue subiendo y que en cierta medida ha sido manipulado, y descartar y menospreciar la situación de la subyacente.

¿Pero cómo se debe atajar el problema de la inflación? El premio Nobel de Economía Milton Friedman dedica uno de los capítulos de su libro «Libertad de Elegir» al problema de la inflación. En el mismo afirma que la cantidad de dinero en circulación la determina el Estado; sólo él es responsable de cualquier aumento rápido de la cantidad de dinero en circulación, fuente a su vez del problema de la inflación. Friedman, referente máximo del liberalismo de la Escuela de Chicago, cuyas tesis sirvieron de inspiración para políticas económicas de los gobiernos de Reagan, Thatcher o Aznar, es un firme convencido de que la inflación es sólo un problema monetario de exceso de dinero en circulación.

El problema de la inflación que, como ha quedado patente tras explicar los retoques aplicados y los niveles de la subyacente, sigue estando sobre la mesa en España, debe combatirse con una política monetaria restrictiva que enfríe la economía, mediante subidas de los tipos de interés. Así se viene haciendo desde la UE. Pero para que la política monetaria sea efectiva, los países miembros deben evitar políticas fiscales expansivas basadas en incrementar el gasto público innecesario e improductivo. Me refiero, por ejemplo, a los bonos culturales, de vivienda, de transportes, etc., que se han repartido en nuestro país con fines electoralistas y sin tener en cuenta las condiciones económicas de los beneficiarios. También podemos citar las ingentes cantidades de dinero que se están ofreciendo de manera espuria a aquellos que apoyen al presidente Sánchez. Dinero que se destinará a dotar de una mayor independencia y bienestar a una pequeña parte de España, proporcionándole mejores infraestructuras, nuevas embajadas en el extranjero, actuaciones para promocionar sus lenguas, etc. Tampoco debemos olvidarnos del disparate de la condonación de la deuda de Cataluña, una de las comunidades mejor financiadas de España.

Todo este gasto desmedido nos ha llevado a ser la cuarta economía de la UE en endeudamiento, con un 112,4% de deuda sobre el PIB. En 2024, la suspensión de las reglas fiscales que se aplicaron por la Covid-19 desaparecerá. Esto implicará que los países de la UE tendrán que reconducir sus déficits y sus deudas al 3% y al 60% sobre el PIB, respectivamente. ¿Será esto compatible con este despilfarro que se proclama a bombo y platillo? No, sin duda no.

En definitiva, como en casi todo en la vida, será cuestión de decidir entre políticas económicas ordenadas y austeras para mejorar el problema de los precios y otras variables macroeconómicas, como la deuda y el déficit, o políticas económicas basadas en el gasto sin medida orientado a fines particulares y electoralistas.

Manuel Parejo Guzmán es Profesor Doctor en Economía en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)