Guerra comercial
Guerra comercial: retales, chapuzas y pastiches
Esperemos que Moncloa no meta la pata con Trump y la UE por su acercamiento a China, como si ha hecho el Gobierno con la fiscalidad del Salario Mínimo
Tomo prestado el título de la famosa canción de hace ya unos cuantos años. Primer hecho, y perdón por la autocita: hace algo más de dos meses escribí en estas mismas páginas que la pelea entre Trump y Musk era cuestión de tiempo. Decía que «cuando se tienen dos gallos en el mismo corral es habitual que se produzcan peleas por el territorio y el liderazgo» y que esas batallas tienen consecuencias para ellos y para el resto (en este caso el resto somos todos los ciudadanos del mundo). Y ahí están los insultos que ha dirigido Musk al asesor del actual inquilino de la Casa Blanca para los asuntos comerciales y supongo que también debido al enfado por las pérdidas que lleva acumuladas en su emporio empresarial. Segundo hecho: la guerra arancelaria va a más, con Trump desatado contra prácticamente todos los países del mundo, especialmente ahora contra China y también la Unión Europea. Los de Pekín no se han amilanado y ya han respondido. Lo mismo han hecho los Estados miembros de la UE a propuesta de la Comisión Europea. Y eso por no hacer la relación interminable. Tercer hecho: no me fio un pelo de los chinos. Y me explico: está clara su respuesta arancelaria, pero intuyo que también se estarán moviendo por detrás y en otros ámbitos económico-financieros para poner de manifiesto su poderío. Y en estas aparece el marido de Begoña por allí, con Zapatero de embajador plenipotenciario. Supongo que será por aquello de practicar nuevamente lo de la Alianza de las Civilizaciones.
¿Llevará Pedro Sánchez algún mensaje de Bruselas como nos intentan hacer ver desde la Moncloa? Ojo con jugar a eso, porque en estos asuntos no puede hablar en nombre de los otros Estados miembros de la UE. Y atención a las advertencias del secretario del Tesoro de EE UU, que ha criticado a España por su acercamiento a China. Esperemos que los de Moncloa no metan la pata, como si ha hecho el Gobierno en lo relativo a la fiscalidad del Salario Mínimo Interprofesional, por el que todos los perceptores estarán obligados a pagar 170 euros en el IRPF. Eso por no hablar de la fecha de la entrada en vigor de la Ley de Desperdicio Alimentario fijada en el 2 de enero, cuando no se aprobó hasta marzo. De chapuza en chapuza.