Banca
Opa del BBVA al Sabadell: el Gobierno desbarata los planes de Carlos Torres
Las condiciones impuestas por el Ministerio de Economía reducen mucho las sinergias y ahorros de costes, pero si BBVA mantiene la operación tendrá que subir la oferta
Esopo (600-564AC) compuso «El parto de los montes», quizá su fábula más famosa, también muy breve. Horacio (65-27AC) la sintetizó todavía más: «Parirán los montes; nacerá un ridículo ratón». El Gobierno, por fin, tras una gestación de elefante, ha alumbrado su decisión sobre la opa que lanzó el BBVA al Sabadell hace más de un año, que se dice pronto. El Consejo de Ministros, porque tampoco tenía otra opción, da luz verde a la operación, pero –es su única prerrogativa, que no es poco– impone condiciones numerosas y exigentes. Una vez más, ha intentado cuadrar un círculo, es decir, contentar a todos, algo que es imposible. Los «indepes» catalanes, de los que depende la estabilidad del Gobierno, pero también los socialistas catalanes, están en contra de que el BBVA compre y controle el Sabadell. No son los únicos. En Cataluña ese sentimiento está bastante generalizado. Por el contrario, más allá del interés obvio del BBVA, existen unas leyes que defienden la libertad de empresa y también de presentar ofertas a los accionistas. Además, la Comisión Europea, no es que apoye o deje de apoyar la opa, pero apoya la libertad para realizar esas operaciones.
El Gobierno no podía impedir la opa, pero sí complicarla, aunque deja más que resquicios para que salga adelante y, desde luego, no satisface, de entrada a ninguna de las partes. Una de las condiciones es que el Sabadell tenga una personalidad jurídica, con sus cuentas, por supuesto, y una gestión independiente durante los próximos tres años, ampliables a cinco. Desbarata parte de los planes de Carlos Torres, presidente del BBVA, porque las sinergias y los ahorros de costes se reducen mucho. Sin embargo, si el BBVA sigue adelante y gana la opa, podrá nombrar a unos nuevos gestores, que deberán ser independientes, pero responderán en último caso ante el accionista principal, que será el banco vasco. Todo sin olvidar que si el BBVA mantiene la opa tendrá que subir la oferta. Un enredo, en definitiva, que además se prolonga durante demasiado tiempo y que no beneficia a nadie, ni al opante, ni al opado, ni a la economía. Año y medio después, la montaña ha vuelto a parir un ratón, como en «El parto de los montes» original de Esopo.