Crisis económica
Hay que abordar un cambio económico ya
Todos los indicadores económicos, desde el que registra el cierre de empresas, hasta el que nos habla de la caída del ahorro, pasando por el índice del consumo interno, son negativos y, sobre todo, reflejan los grandes desequilibrios de la economía española
Si bien las previsiones del FMI no deben tomarse en lo menudo como si fuera el oráculo de Delfos, lo cierto es que sus analistas suelen acertar cuando pronostican cambios de tendencia en las grandes economías mundiales. Y lo que nos dice el Fondo es que, en la Eurozona, persiste el riesgo de un periodo prolongado de estanflación, con Alemania e Italia en peligro de recesión y un débil crecimiento económico a nivel internacional, probablemente, más bajo que en la gran crisis de 2008.
Entre las causas están, por supuesto, la guerra de Ucrania y el debilitamiento de China, agudizado con la política de «covid-0» y el enfrentamiento comercial que mantiene Pekín con Estados Unidos, pero, sin duda, es el enorme coste de la pandemia, sostenido sobre la deuda pública, el principal responsable del proceso inflacionario que aqueja al mundo.
Vaya por delante que, en lo que respecta a España, no era necesario esperar a las proyecciones del FMI para desautorizar las previsiones del Gobierno, puesto que ya se habían pronunciado en el mismo sentido la práctica totalidad de los organismos financieros internacionales e, incluso, el Banco de España y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), con poca mella, todo hay que decirlo, en el ánimo de nuestros responsables gubernamentales, que, ante unos Presupuestos Generales del Estado tan optimistas como temerarios, siguen defendiendo las bondades de la expansión del gasto público.
Por lo visto, el equipo económico de Pedro Sánchez, que ha remitido a Bruselas unas previsiones de reducción del déficit del Estado que no puede cumplir, al menos, en el próximo lustro, considera que seguirá la barra libre del BCE, que una Alemania en dificultades será más laxa con las reglas de estabilidad fiscal y, en definitiva, que de lo que se trata es de dar la vuelta a las encuestas en el año electoral que se avecina. En cualquier caso, los primeros, son imponderables con los que no convendría contar, puesto que la experiencia dicta que al tirar en demasía de la máquina de hacer dinero se corre el riesgo de disparar aún más la inflación, premisa que acabará por imponer su lógica dado que no todos los responsables europeos están sometidos a las presiones electoralistas del Gobierno de coalición español.
Pero es que, además, están en duda las previsiones sobre los ingresos del Estado, pese, o, precisamente por ello, el desmedido incremento de la presión fiscal sobre las familias y las empresas. Así, todos los indicadores económicos, desde el que registra el cierre de empresas, hasta el que nos habla de la caída del ahorro, pasando por el índice del consumo interno, son negativos y, sobre todo, reflejan los grandes desequilibrios de la economía española que tiene, no lo olvidemos, la mayor tasa de desempleo de la Unión Europea. Es preciso abordar un cambio en la política económica y hay que hacerlo ya.
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