Foro La Razón

Educación, el ascensor para el talento y la empleabilidad

Destacados expertos de empresas y organizaciones educativas analizaron los grandes retos de la formación en un foro organizado por LA RAZÓN

Talento, formación y empleabilidad van de la mano. Por eso, y para que las circunstancias vitales de cada persona no acaben por desperdiciar el talento, la formación es el único ascensor posible. Algo que garantizará la empleabilidad de todos los recursos humanos. Así se puso de manifiesto en el Foro Talento y Empleabilidad de LA RAZÓN, en el que también se abogó por cambiar la denominación de «soft skills» (habilidades blancas) por «power skills», aquellas que gracias a la comunicación, sociabilidad, empatía y trabajo en equipo, permiten a las personas sacar el máximo partido de sus fortalezas en el mundo laboral.

El encuentro reunió a diferentes expertos del mundo de la formación y las empresas, tanto públicas como privadas, quienes abordaron algunos de los principales retos a los que se enfrentan los empresarios para encontrar y retener el talento que necesitan y cómo las organizaciones educativas deben responder a estos desafíos de la sociedad.

Francisco Marhuenda, director de LA RAZÓN, aseguraba que, pese a que es un tema tan importante, no se le da la trascendencia que se debe. «El ascensor más importante es la educación», resaltaba, añadiendo que «hay que conseguir que todo el mundo pueda estudiar lo que le gusta y tenga empleabilidad, sin que el dinero sea un impedimento».

Un guante recogido por Enrique Ossorio, vicepresidente de la Comunidad de Madrid y consejero de Educación y Universidades, para quien el talento es «la inteligencia que se convierte en aptitud gracias al papel de la formación. Porque, sin ella, alguien con talento se pierde por el camino». Añadía que «el talento es creatividad que propone nuevas formas de hacer las cosas y abre el camino a la innovación».

Además, Ossorio abordaba los cambios que están provocando las nuevas tecnologías, para abogar por «educar en un uso controlado» de estas herramientas para conservar el talento. Tras poner en valor los estudios de Formación Profesional, el consejero de Educación aseguraba que un título «no es la meta, sino el punto de partida», reforzando uno de los mensajes clave que dejó el foro: la necesidad de la formación continua. Por eso, Ossorio concluía su intervención señalando que «el talento merece protección, estimulo, proyección y oportunidades. Si las universidades, empresa, instituciones y sociedad trabajamos juntos, ese objetivo está al alcance».

El foro permitió un intercambio de opiniones entre empresas y organizaciones educativas.

Montse Civera, directora académica de Planeta Formación y Universidades, destacaba que para su empresa supone «un reto y una función compleja» gestionar «una red de educación superior de 22 instituciones en ocho países con más de cien mil alumnos y 800 programas formativos». Además, aseguraba que su reto es gestionar «la diversidad y la internacionalización» de todo este paraguas.

Responsabilidad social

Tal y como exponía Segundo Píriz, rector de UNIE Universidad, «la responsabilidad social de cualquier universidad es formar a alumnos para que sean buenos profesionales y personas, que transformen la sociedad». Píriz defendió que el estudiante esté siempre en el centro y que las instituciones educativas «no se opongan al progreso», por lo que animó a «cambiar el modelo de educación y evaluación». Ante el avance de nuevas tecnologías, consideró que «lo importante es saber formular las preguntas más que saber las respuestas». Algo en lo que juega un papel clave la formación y la educación.

Porque, hablando de preguntas y respuestas, Daniel Mitraud, director global de talento y empleabilidad de Universia, reflexionaba sobre el hecho de que «cuando pienso que tengo todas las respuestas, viene el tiempo y me cambia las preguntas», tal y como recogió el autor portugués Fernando Pessoa en uno de sus poemas. Por eso, explicaba que Universia tiene colaboradores para actuar en el ecosistema de la empleabilidad, aprendiendo y dando formación a los jóvenes. «Nuestra relación con universidades permite crear modelos que ayuden a los jóvenes –no solo universitarios– a promover la empleabilidad».

Tipos de habilidades

Además, abría el interesante debate de la necesidad de que no todos los perfiles sean necesariamente técnicos y de que las mal denominadas habilidades blancas (como capacidad de comunicación, empatía y colaboración) se pongan en valor más que nunca. «Que se te den bien las humanidades y no la tecnología es una ventaja competitiva y hay que equilibrarla», defendía.

Algo refrendado por Lucía Crespo, directora del Programa Universitas de la Universidad Corporativa de Telefónica, una entidad con más de cien mil alumnos (los empleados de la corporación). «La unidad global se dedica a las habilidades personales o ‘‘power skills’’ y no blandas», remarcaba esta responsable, añadiendo que «se necesita crecer en estas habilidades» puesto que son «transversales y necesarias en cualquier trabajo, hagas lo que hagas, y lo que te va a diferenciar de las máquinas».

Pero, como decíamos al principio, todos los ponentes reconocían que las empresas necesitan de unos profesionales técnicos y tecnológicos que en estos momentos son difícil de atraer. Elisa Caballero, Global Head of Engineering Strategy and Ops en Glovo, aseguraba que en España «falta mucha gente de carreras tecnológicas» y se lamentaba de que «cada vez hay menos interés» en este tipo de estudios y también del «salto en cómo evoluciona la tecnología y lo que necesitan las empresas y la formación que reciben los alumnos. No se forma en lo que se necesita y ese barrera es lo que queda por cerrar», puesto que el talento formado en nuestro país es muy bien valorado internacionalmente.

En este punto, Lluc Pejó, director de Talento y de la Escuela de Agua de Agbar, considera que uno de los principales retos a los que se enfrenta la formación es el «difícil equilibrio» entre formación generalista y la especializada. «Queremos especialistas, pero con espaldas anchas», reconocía, para asumir los retos de cada profesión. «La formación tiene muchas funciones, pero una dimensión es la Formación Profesional y no es fácil encontrar el equilibro entre esa especialización y la anchura de miras» para afrontar los cambios y desafíos, añadiendo que las empresas tienen un problema en contratar perfiles STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) «pero luego queremos que tengan la visión de las humanidades».

Creatividad

Fidel Rodríguez Batalla, viceconsejero de Universidades, Ciencia e Innovación de la Comunidad de Madrid, fue el encargado de cerrar el foro destacando que el talento es el fin y la educación es el medio.

«El talento es el mayor activo de la economía del conocimiento y se pelean por él. Hay que formarlo, atraerlo y retenerlo», resumía, añadiendo que la formación tiene retos como el formar conocimiento cualificado de forma internacional, ser dinámicos en la oferta e ir de la mano de la empresa.