Elecciones Galicia

El programa del BNG para el 18F: mano de hierro en guante de seda

Bajo el discurso en apariencia más moderado de su líder, Ana Pontón, los nacionalistas concurren a estos comicios con un programa contundente, en el que plantean la autodeterminación, la "enseñanza totalmente en gallego" o la lucha contra el “discurso españolista y centralizador”

La líder nacionalsita con el decálogo presentado hoy.
La líder nacionalsita con el decálogo presentado hoy. BNG

La de Ana Pontón es una historia de supervivencia y de supuesta búsqueda de la moderación. Al menos, en lo que a su perfil político se refiere. Una transición en la que parece encontrarse más cómoda en los grises que puedan atraer a un mayor número de votantes, que en los negros o blancos de otras épocas. Aquellas que condujeron al Bloque al borde del abismo al que no cayó, tal vez o en parte, por la propia Pontón.

Sin embargo, esos tiempos quedan lejos, o al menos eso dicen las encuestas, donde consolidan la segunda posición obtenida en 2020, por encima de un PSOE a la deriva, dispuesto, parece, a gobernar a cualquier precio. Incluso aquí en Galicia, donde el programa electoral del BNG arroja una visión de la realidad muy alejada de la España autonómica.

Las tres primeras palabras son ya toda una declaración de intenciones: “Somos un gran País”. Nótese la mayúscula de País. Un inicio al que sigue, antes de cualquier otra medida, el ataque a las políticas del Partido Popular, en las antípodas, como se observa en las siguientes páginas, de lo que quiere o aquello a lo que aspira el Bloque, alejado de una “autonomía limitada y tutelada” como la que, dicen, le confirió a Galicia la Constitución del 78.

“Es por esto que desde el Bloque Nacionalista Gallego defendemos el impulso de un marco político que emane del ejercicio del derecho de autodeterminación del pueblo gallego bajo una premisa básica: decidir por nosotros mismos”.

Concierto económico propio

¿Y a qué afectan esas decisiones? A las tradicionales demandas de los partidos nacionalistas. Comenzando por un concierto económico como el de País Vasco o Navarra. En esta legislatura, afirman, “debe ser prioridad del gobierno gallego negociar un nuevo modelo basado en el concierto económico, que considere la atribución de plena capacidad normativa, de gestión y responsabilidad fiscal sobre los impuestos soportados por Galicia, contando con una Agencia Tributaria gallega integral”.

Eso sí, una capacidad de decisión que debe completarse “con la articulación de mecanismos redistributivos que garanticen el equilibrio territorial en el Estado”. Es decir, Galicia gestionaría su propio dinero en su beneficio, sin renunciar a la parte del pastel de otras autonomías.

Un nuevo estatus económico que vendría de la mano, también, de un nuevo estatus político que pasa, entre otras cuestiones, por la “completa reformulación del Tribunal Constitucional, que dejaría de ejercer funciones sobre Galicia”, y por la “eliminación de las provincias y de su referencia como circunscripción electoral”.

“Enseñanza totalmente en gallego”

La lengua se configura, por supuesto, como otro de los grandes ejes del programa de los nacionalistas gallegos. Una lengua que “es un derecho (individual y colectivo) irrenunciable”. Derecho, eso sí, que, a la vista de lo que dice el propio programa, no se ejercerá de igual modo en función de si se trata del gallego o del castellano.

Para ello, demandan atender a “una perspectiva de lengua que ayude a que se tengan en cuenta el fomento del uso y del prestigio del gallego” en las acciones y manifestaciones del gobierno. Perspectiva extensible a otros ámbitos como el de la educación, donde se practicará un “modelo de inmersión” que busca conseguir la “plena normalización lingüística”: esto es, una “enseñanza totalmente en gallego”.

¿Y para quienes prefieran el castellano? Siempre hay un hueco para “seducir a las personas que no usan el gallego como una señal de identidad positiva” y como “representación cultural de un pueblo milenario”.

Esta política lingüística afecta, también, a las lenguas extranjeras donde, a falta de una auditoría expresa, la apuesta pasa por “la introducción del portugués como ventaja competitiva y desde una perspectiva normalizadora”.

Contra el “discurso españolista y centralizador”

Esta apuesta por el gallego supone, en el programa de los nacionalistas, uno de los engranajes fundamentales para articular su visión de la cultura. Una que debe alejarse del “discurso españolista y centralizador” del que, afirman, Feijóo y Rueda son “alumnos aventajados”.

Así, y con el objetivo de luchar contra dicho discurso, el Bloque plantea distintas recetas, como la “organización de programaciones temáticas sobre períodos históricos, acontecimientos o personalidades relevantes de la historia de Galicia”, o la “atención a la investigación y al conocimiento de la historia con perspectiva de género”.

Un marco en el que tampoco podía falta un apartado para la “memoria histórica democrática y antifascista”, que va más allá de la dictadura y alcanza a “la imposición de una monarquía entronizada por Franco” y a la “negación de la realidad plurinacional del Estado”.

La gestión de todas estas cuestiones corresponderá, eso sí, a un gobierno “liderado, por primera vez en la historia de Galicia, por una mujer nacionalista con las manos libres para defender los intereses de las gallegas y gallegos, sin ataduras”. Una mujer, Ana Pontón, de mensaje en apariencia dialogante y moderado construido sobre un programa contundente. Algo así como una mano de hierro en guante de seda.