Las negociaciones PP-Vox

El PP, sobre Extremadura: «Iremos hasta el final»

Guardiola enmienda el modelo valenciano: ofrece un pacto de investidura sin puestos en el Gobierno, o elecciones

María Guardiola, la presidenta del PP en Extremadura
María Guardiola, la extremeña, baronesa del PP, que será presidenta de la Junta de ExtremaduraArchivoLa Razón

María Guardiola, presidenta del PP de Extremadura, «prometió y pactó con los extremeños un proyecto sin Vox en el Gobierno, y el patrimonio más importante que tiene es el valor de su palabra». Desde el entorno de la nueva lideresa extremeña del PP insistían anoche, a la hora del cierre de esta edición, que la cabeza del partido en la región iba «a cumplir su palabra», no gobernar en coalición con Vox, en la negociación abierta para formar el nuevo Gobierno extremeño. Extremadura ha sido desde siempre uno de los grandes graneros de voto para los socialistas, que han gobernado la comunidad desde las primeras elecciones autonómicas de 1983, excepto en la legislatura 2011-2015, en la que lo hizo el popular José Antonio Monago. El PSOE de Guillermo Fernández Vara fue la lista más votada (39,89 % de los votos) en las elecciones regionales del 28 de mayo, pero cosechó 28 escaños, seis menos que en los anteriores comicios. El PP de María Guardiola fue una de las grandes sorpresas de la noche electoral: logró el 38,87 % de los votos y también 28 parlamentarios, ocho más que en las elecciones anteriores y a un solo punto de los socialistas. Vox irrumpió por primera vez en la Asamblea autonómica con cinco escaños, mientras que Podemos se quedó en cuatro diputados. El bloque de la derecha alcanza la mayoría absoluta, que está en los 33 escaños.

Hoy se constituye la Asamblea extremeña, y, si no hay acuerdo entre PP y Vox, la Presidencia de este órgano legislativo puede terminar en manos del PSOE. Si esto ocurre, habrá repetición electoral. El PSOE podrá marcar los tiempos de investidura y Fernández Vara presentará la candidatura a la Presidencia de la Junta, a pesar de que no dan los números.

En estos procesos de negociación las dos partes se lanzan órdagos en público para ver hasta dónde llega el contrario, pero lo que no tiene ya discusión es que Guardiola ha optado por gestionar esta necesidad de entenderse con los de Abascal siguiendo un modelo distinto al del PP valenciano, lo que facilita construir un «relato» que es mucho más coherente con la posición de la dirección nacional de su partido. El PP ofreció al PSOE un pacto global de respeto a la lista más votada, y que no haya sido aceptado por los socialistas lo está utilizando para justificar los acuerdos de gobierno a los que ha llegado con otros partidos donde el 28-M no fue la candidatura con más votos.

A menos de 24 horas para que se constituya el Parlamento extremeño y se elija la Presidencia de la Mesa de la Asamblea, el PP de Guardiola presentó ayer una oferta de acuerdo programático a Vox, con 15 puntos para dar cuerpo al «cambio» en la región, y que afectan a cuestiones concretas como la rebaja de impuestos (Extremadura es la región con la presión fiscal más alta de España y los sueldos más bajos), el apoyo a la caza, una Educación sin carga ideológica o medidas de apoyo a la familia y a la natalidad, entre otras actuaciones.

El PP no hace mención expresa a ninguno de los debates ideológicos que abandera Vox, como el de la negación de la violencia de género, sino que centra su oferta en los temas en los que puede haber más proximidad entre los dos partidos, y que están más cercanos a la «realidad de los problemas de los extremeños», puntualizan. Vox rechazó este acuerdo programático y la Presidencia de la Mesa del Parlamento extremeño porque exige puestos en el futuro Gobierno: lógicamente, está midiendo también sus fuerzas en clave 23-J.

En relación a la batalla extremeña, Guardiola no es una política al uso. Tiene detrás una historia de superación, una vida profesional, no ha formado parte de la cantera del PP ni de Nuevas Generaciones, y reivindica su autonomía dentro del proyecto popular. Entre las líneas rojas que se marcó con su equipo antes de la campaña figuran Vox (fuera del gobierno), aborto, y apoyo LGTBI.

Por cierto, los números aprietan al PP en Extremadura más que en los otros gobiernos autonómicos que también tiene a su alcance: Aragón, Baleares y Murcia (suma más escaños que la izquierda, y sólo necesita la abstención de Vox). Pero lo que ocurra en esta región tendrá trascendencia a nivel nacional y en la campaña de las generales. Si se confirma el «no» a una coalición, Guardiola partirá la única línea estratégica en la que está buscando refugio Moncloa para mantener viva su campaña: la de que el 23-J se elige entre Sánchez y sus socios o una coalición del PP «con la extrema derecha».

Los acuerdos del PP con Vox se ven con normalidad en el electorado del centroderecha, pero queda la duda de en qué medida pueden impactar en esa bolsa de voto socialista (más de un millón, según las últimas encuestas) que valora votar a Feijóo en lugar de a Sánchez. El pacto en la Comunidad Valenciana, y el ruido que está haciendo Vox con su negación de la violencia machista, tienen como elemento amortiguador el perfil moderado de Feijóo. «Si el líder siguiera siendo Casado, este marco de pactos no estaría trayendo un coste mucho mayor».