Opinión
La inversión en infraestructura digital en el Mediterráneo, fuente de riqueza para la región
Robert Assink, director general de Digital Realty en España
La región del Mediterráneo congrega una población de más de 500 millones de personas, su PIB suma cerca de 8 billones de dólares y el tráfico de internet ha crecido casi un 200% desde 2016. Estos hechos, junto con una posición geográfica que conecta tres continentes, están convirtiendo la zona mediterránea en uno de los destinos de la inversión en infraestructura digital.
El Mediterráneo está abocado a ser un nuevo nodo de interconexión global y para ello es imprescindible que la región cuente con una infraestructura robusta de centros de datos, una fuerte interconexión de redes internacionales (cables terrestres y submarinos con redes capilares locales) y la creación masiva de datos.
Hoy en día, la zona mediterránea es puerta de acceso a Europa, África, Oriente Medio y Asia. Atrae a múltiples sistemas de cables submarinos regionales e intercontinentales y la previsión es que para 2027 la capacidad del tráfico de internet se multiplique por diez. Esto va a suponer que ciudades como Marsella, Génova, Heraklion y Barcelona vean incrementada su capacidad de forma significativa en estos cuatro próximos años, convirtiéndose por sí solas en centros globales de interconexión.
A ello contribuye que los grandes proveedores de colocation también estamos moviendo ficha ampliando nuestras inversiones en centros de datos en el corredor Mediterráneo. Estos centros son el nodo de interconexión de las redes submarinas - fuente del 99% del tráfico de internet en el mundo – y las terrestres, cuyos operadores también están realizando importantes inversiones en la región.
El objetivo de estos movimientos es que ese hub de interconexión del Mediterráneo actúe de palanca para el incremento de la riqueza en una zona que representa cerca del 45% de la economía mundial. Solo la creación de un nodo de interconexión en Barcelona ya supondría para su economía un retorno de 7 millones de euros por millón de inversión.
Una economía basada en servicios digitales
La economía hoy en día tiene cada vez más un componente digital y se basa en un dato estructurado y disponible. Para que eso sea posible hay que contar con centros de datos y redes de telecomunicaciones. En el caso del Mediterráneo será imprescindible que ciudades como Barcelona, Roma, Creta o Tel Aviv sean capaces de atraer la inversión de esa infraestructura digital.
El mayor desarrollo de los servicios digitales requiere de fiabilidad, interconexión y rapidez. Acercar las aplicaciones digitales y el contenido al usuario final mejora la latencia y esto significa una mejor experiencia y una mayor disponibilidad del dato. Por ello, el desarrollo de la infraestructura digital troncal en el Mediterráneo permitirá reducir las latencias al mínimo, proporcionando mejores servicios tanto a empresas como a toda la población.
Por poner un ejemplo cercano, ahora desde Barcelona es posible servir los servicios digitales a los más de 500 millones de habitantes del arco mediterráneo en 4 milisegundos y desde hace años vemos cómo avanza su potencial con crecimientos de tráfico superiores al 30% desde 2016.
Barcelona está situada en una intersección clave de la autopista global de internet en la región mediterránea, conectando América al oeste, África al sur y Oriente Medio y Asia al este. No hay que olvidar tampoco que es la quinta ciudad más grande de la Unión Europea y la región con mayor PIB del Mediterráneo.
El anuncio de la llegada de nuevos cables submarinos (dos ya operativos y otros seis en los próximos años), la creación de la estación de amarre para esas redes, la Barcelona Cable Landing Station, y las inversiones anunciadas de los principales operadores de centros de datos y puntos neutros va a posicionar a la ciudad como ruta redundante e incluso alternativa a la ciudad francesa de Marsella.
Pero para convertir el Mediterráneo en un hub de conectividad, las inversiones también deben verse acompañadas de otros factores:
Agilización de la concesión de licencias de construcción y actividad, reducción de los tiempos de respuesta y simplificación de procesos por parte de las Administraciones Públicas.
Potenciación del talento, garantizando y coordinando planes educativos centrados en la adquisición de nuevas capacidades tecnológicas.
Incorporación de las necesidades de los centros de datos a la planificación energética.
Impulso de las energías renovables para alimentar el consumo energético de los data centers.
El Mediterráneo tiene una oportunidad que no puede perder para incrementar la riqueza de la región. Si la zona sur de Europa no es capaz de aprovechar su potencial, serán los países del norte europeo los que jueguen y terminen ganando la partida.
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