Verde

Preparados para otro verano de temperatura récord

La ONU lanza la alerta ante un estío que promete altas temperaturas. ¿Cómo podemos protegernos? Mientras los ayuntamientos habilitan refugios climáticos, en casa podemos recurrir a las persianas o a la ventilación

Altas temperaturas en Madrid
Durante las altas temperaturas hay que reducir el esfuerzo físico y beber mucho. Los ventiladores ayudan, pero no deben usarse durante el calor extremo, al igual que poner los pies en agua o mojarseDavid JarLa Razón

La ONU acaba de alertar de que este verano será especialmente caluroso. El año 2023 ya figura entre los más cálidos para la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la misma entidad de Naciones Unidas que avisa sobre este estío. La llegada de El Niño a mediados de 2023 está detrás de algunos de los récords de calor sufridos los últimos meses, pero el fenómeno está llegando a su fin. La Organización Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA) apunta a la entrada en acto de La Niña para mediados del próximo julio. «Las previsiones vuelven a hablar de mucho calor, pero hay matices. Creo que este verano no va a ser especialmente tórrido como los dos anteriores, porque estamos en tránsito entre dos fenómenos. El Niño ocurre muy lejos de aquí, en el Pacífico Sur, pero tiene consecuencias en toda la circulación atmosférica del planeta. Cuando estamos bajo su influencia la temperatura sube 0,5 y un grado de media. Los años de La Niña no es que baje la temperatura mundial, pero al menos no sube. Ahora estamos saliendo de un Niño intenso y el NOAA señala que habrá una situación neutra hasta julio cuando llegará La Niña. En esos periodos de transición suele haber temperaturas cálidas, pero no tan intensas», detalla Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. A pesar de estas subidas y bajadas de temperatura provocadas por estos dos fenómenos, conviene recordar que «desde 2010 el proceso de calentamiento global se está acelerando. Los veranos cada vez son más largos y los impulsos de aire que vienen del Sáhara son más habituales», continúa. De hecho, según datos de la OMM, desde 2014 hasta 2023 se han superado en 1,20 grados C la media de 1850-1900 y cada año ha marcado una nuevo hito de altas temperaturas.

Los veranos se han prolongado de junio a septiembre y los días con «estrés térmico extremo» son más frecuentes, algo que está teniendo consecuencias en la salud. Las muertes relacionadas con el calor han aumentado un 30% en 20 años, según un informe de la OMM y el Servicio de Cambio Climático Copernicus. El mismo informe apunta a que el efecto del calor en la salud humana es más pronunciado en las ciudades, lo que estaría vinculado con las desigualdades y el fenómeno de isla de calor que se da en estas zonas urbanas.

En Europa en 2023 murieron 70.000 personas debido a las altas temperaturas y en 2022, según publica ISGLobal (Barcelona Institute for Global Health), las muertes ascendieron a 61.000 (en España, 11.324). «Aunque el riesgo de calor extremo disminuyó, el número de personas en riesgo aumentó», matiza Simon Lloyd, investigador en ISGlobal especializado en clima y salud. Él mismo apunta a la edad prospectiva como una de las claves para entender los peligros en la salud asociados al calor y que «considera los años que hipotéticamente nos quedan por vivir, en lugar de los años que ya hemos vivido, que es la edad cronológica. Evaluamos el crecimiento previsto de la población de edad avanzada en todo el mundo en países agrupados por nivel de renta. Cuanto mayor es el crecimiento, mayor es la proporción de personas de edad avanzada vulnerables y mayores los riesgos climáticos. Nuestro estudio sugiere que, entre las personas mayores, es probable que haya habido cierta adaptación al aumento de las temperaturas (más conocimiento sobre las actividades que se pueden realizar a determinadas horas del día), pero, de ninguna manera la sociedad se ha adaptado completamente», afirma Lloyd.

Refugios climáticos

Europa es el continente que más se está calentando. Sus temperaturas parecen aumentar a casi el doble de velocidad que la media global. En los últimos cinco años las temperaturas están 2,3 grados C por encima de los niveles preindustriales, en comparación con el aumento global de 1,3 ºC. Si aumenta el calor, la esperanza de vida y la situación económica no es muy boyante, la pregunta es pertinente: España ¿está preparada para el calor? «A nivel de alertas tempranas sí, pero otra cosa son las ciudades. Hay bastante que hacer y se requiere un diseño urbano diferente, verdear los centros, disponer de fuentes públicas, tener más zonas de sombra, sobre todo en ciudades turísticas. Hay algunas iniciativas como refugios climáticos en Barcelona o Valencia que van a tener que extenderse, porque los veranos cada vez duran más y las horas de calor son muy duras», comenta el Jorge Olcina.

Los refugios climáticos son zonas naturales o urbanas que ofrecen unas condiciones más benévolas, cuentan con puntos de sombra, arbolado, fuentes de agua... «Tienen que ser gratuitas, públicas y accesibles y deben distribuirse en el tejido urbano de forma razonable para que todo el mundo disponga de uno a una distancia razonable.», comenta Miguel Núñez, profesor de la Escuela Técnica de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid. La universidad ha formado parte del proyecto Cooltorise, una iniciativa financiada por Europa cuyos objetivos han sido concienciar sobre la pobreza energética en verano y reducir las necesidades de refrigeración de las familias sin necesidad de contar con un aparato de aire acondicionado. De hecho, es el primer proyecto en Europa específico de adaptación al calor del verano y es que un 19% de los hogares no consigue mantenerse refrigerado.

El proyecto acaba de concluir poniendo fin a tres años de trabajo con 3.000 hogares de España, Italia, Bulgaria y Grecia. Se han llevado a cabo talleres y pequeñas intervenciones climáticas para ayudar a estas familias a sobrellevar mejor los calores del verano sin aire acondicionado. Primero se recuperó la cultura del calor, es decir, estos saberes de cuando no había aire acondicionado que hablan sobre cómo se debe usar el ventilador, en qué momento es bueno ventilar la casa, cómo utilizar sistemas de nebulización o sombreamiento. «Otros talleres se enfocaron en las facturas. Se estudia cómo funciona el mercado eléctrico y qué opciones son las mejores para contratar energía. En la realización de estos talleres se identificó además una brecha de género porque las mujeres no podían asistir por los niños a su cargo. Entonces se organizaron ludotecas para niños pudieran ser atendidos mientras las madres estaban en estas formaciones. Luego repartimos varios kits entre algunas familias con nebulizadores, ventiladores, bombillas LED, burletes para las ventanas. Había un kit específico de cocina, con ollas que trabajan a baja temperatura, consumen menos energía y generan menos calor residual» matiza Núñez.

Lo cierto es que en las viviendas se puede hacer mucho para resistir los calores. El color de las cubiertas puede ayudar a reflejar los rayos de sol si son claras o potenciar la absorción del calor si son oscuras. Lo mismo sucede si no hay sombreamiento a través de toldos o persianas. Incluso la forma de cocinar puede convertirse en aliado o enemigo de una casa cálida. Si se usan fogones y hornos durante largos periodos de tiempo solo aumentamos la sensación térmica en casa. También el entorno cercano a la vivienda afecta a su temperatura interior. La iluminación artificial de las farolas contribuye a la generación de islas de calor urbanas. De hecho, durante el desarrollo del proyecto Cooltorise se llevaron a cabo intervenciones microclimáticas en el exterior. «Se desarrollaron iniciativas junto a los vecinos para acondicionar patios interiores o plazas cercanas incorporando sombra, poniendo sistemas de nebulización con agua e incorporando vegetación», comenta Núñez.

Vivienda y sostenibilidad

Europa ha asumido el reto de rehabilitar sus edificios porque el 80% de ellos es ineficiente. «Habría que multiplicar por 10 el número de actuaciones para cumplir con los objetivos y para adaptarnos a las temperaturas», comenta Cátia Alves, directora de Sostenibilidad y Rehabilitación de la Unión de Créditos Inmobiliarios. Esta semana la entidad presentaba su Observatorio de Viviendas y Sostenibilidad que analiza el panorama de la rehabilitación. «El aislamiento térmico de la fachada es la principal intervención a realizar, seguida de cambios en iluminación o la instalación de fotovoltaica. Es fundamental la financiación y abordar este reto teniendo en cuenta la problemática de las clases sociales que no pueden hacer frente a ciertos gastos», comenta Alves. Y es que solo el aislamiento puede reducir 10 grados la temperatura interior.