Elecciones autonómicas
El PP ratifica a Alonso pero no descarta que caiga por el pacto con Cs
El País Vasco será el ensayo de la coalición PP-Cs. Génova oficializa el apoyo al líder vasco pero no descarta dejarle caer en la negociación con Arrimadas. En Galicia decide Feijóo
El adelanto de los comicios vascos y gallegos para el día 5 de abril, confirmado ayer por el «lendakari», Íñigo Urkullu, y por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, precipita el calendario electoral y las negociaciones entre PP y Ciudadanos (Cs) para sus acuerdos de coalición. Tras la convocatoria electoral, hay diez días para la presentación de las coaliciones electorales y veinte para la presentación de las candidaturas. Éste es el margen legal.
El País Vasco será el primer ensayo de la coalición de PP y Cs para afrontar sus malas expectativas electorales en esta comunidad autónoma, igual que ocurre en Cataluña. En Galicia cualquier tipo de acuerdo, si lo hubiera, jugaría con las reglas que marque el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que acumula tres mayorías absolutas a su espalda y buscará la cuarta en la cita de abril.
En las últimas elecciones gallegas de 2016 la marca naranja se quedó como fuerza residual con el 3,36 por ciento de los votos frente al 47,53 por ciento que alcanzó Feijóo. En las últimas elecciones generales de noviembre, el PP se impuso con el 31,94 por ciento de los votos y Ciudadanos sólo obtuvo el 4,32 por ciento.
En Cataluña se dan la vuelta las tornas por eso desde la formación naranja exigen cobrarse en Galicia lo que cedan en Cataluña en su negociación con los populares. Con el matiz de que las encuestas anticipan un mal resultado para ellos en Cataluña después de haber sido la fuerza más votada en los últimos comicios. Un resultado histórico que han dilapidado por sus errores de gestión y su política nacional.
En cualquier caso, en el País Vasco está la primera batalla del acuerdo de coalición, que el PP aspira a ejecutar a nivel nacional como fórmula para absorber el voto naranja y consolidar su liderazgo del centro derecha. Habrá pacto, falta por ver las condiciones. Como referencia de las bases sobre las que se abre la negociación están los datos electorales. En las últimas autonómicas el PP alcanzó el 10,16 por ciento de los votos y Cs se quedó en el 2,02 por ciento. Y en las últimas generales, el PP obtuvo el 8,82 por ciento; y Cs, el 1,1 por ciento. Pero pese a esta posición también residual de Cs, en principio Génova no marca como línea roja ni siquiera que acepten que el liderazgo de la coalición es suyo y debe corresponderle a Alonso.
Hay una doble mano táctica con la que Génova parece que va a gestionar la negociación. Ayer, ante el inminente anticipo de las elecciones vascas, Génova oficializó su apoyo a Alonso como candidato a «lendakari». Lo hizo la vicesecretaria de Política Social, Cuca Gamarra, pero como portavoz del argumentario fijado por el líder nacional. Utilizó de hecho su nombre al resaltar que Alonso «cuenta con el respaldo de la dirección y el apoyo del Partido Popular». «Es bastante explícita la afirmación de que el propio presidente Casado trasladó en público y ha trasladado en privado a Alfonso Alonso que cuenta con el apoyo y el respaldo del Partido Popular».
Este pronunciamiento choca con la aclaración «a posteriori» de la dirección popular. Ante la pregunta de este periódico de «si el pacto con Ciudadanos en el País Vasco, donde esta fuerza es residual, debe pasar por la condición de que asuman que el candidato es Alonso», la respuesta fue: «No necesariamente. Iniciaremos conversaciones próximamente».
En el círculo de confianza de Casado ha sido la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, la que se ha significado en público y en privado con sus movimientos para moverle la silla a Alonso, con la justificación de que el partido necesita allí una renovación.
Las interferencias de Álvarez de Toledo han colocado incluso de nuevo en el debate el nombre de la socialista y ex líder de UPyD Rosa Díez, amiga persona de la «número tres» del PP y a la que han promovido como posible relevo de Alonso con la excusa del pacto PP-Cs.
Estas operaciones de intervención de Madrid en la organización vasca tienen sus riesgos: pueden provocar la desestabilización y el conflicto interno sin que esté asegurado, en absoluto, el éxito electoral de la coalición de centre-derecha.
En Cs, Inés Arrimadas tiene que gestionar este complicado momento en el que se decidirán las bases de la coalición con el PP desde la debilidad que le impone la interinidad de su liderazgo hasta que se celebre el Congreso que elegirá a la nueva dirección. Arrimadas tiene que andarse con pies de plomo ante las maniobras del vicepresidente de Castilla y León y líder de los naranjas en esa comunidad autónoma, Francisco Igea, dirigidas a removerle la tierra bajo los pies para encontrar un espacio desde el que hacerse con una cuota de poder en el citado Congreso. Usa la amenaza de una candidatura alternativa, que aún no ha confirmado que vaya a presentar. Igea presiona para tener poder nacional.
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