Casa Real

Felipe VI no debe dar un mensaje de televisión hasta que el Gobierno se aclare

El Jefe del Estado tiene que medir el momento exacto de esos mensajes, no hacer un discurso más encorsetado de lo habitual

Felipe VI renuncia a la herencia de su padre, que deja de percibir asignación
Fotografía de archivo del rey Felipe VIChema MoyaEFE

El Rey no debe dar un mensaje de televisión a la nación hasta que el Gobierno no haya pormenorizado el decreto del estado de alarma. La confusión por la división en el Ejecutivo y la tardanza en tomar medidas aconsejan retrasar la comparecencia de Felipe VI.

El Jefe del Estado tiene que medir el momento exacto de esos mensajes, no hacer un discurso más encorsetado de lo habitual, y erigirse en la voz que tranquilice a los españoles en la situación más difícil. Eso ocurrió el 3 de octubre de 2017.

Ese tiempo no ha llegado aún, por desgracia, ya que la España de Sánchez e Iglesias es hoy el epicentro de la pandemia en Europa. A esa inconvenciencia se une otra circunstancia: las noticias aparecidas los últimos días acerca del patrimonio del Rey Juan Carlos, y de la renuncia de Felipe VI a su herencia.

Estos acontecimientos aconsejan que deba esperar el mensaje de Felipe VI concebido como un instrumento para insuflar ánimo y esperanza. El discurso del Rey tiene una utilidad simbólica que solo funciona cuando se utiliza de forma excepcional y oportuna.

Las palabras del Rey pueden servir para animar a los españoles a cumplir con las órdenes del Gobierno. Su figura está por encima de los partidos y las ideologías, y sería vista como una voz patriótica.

Ese apartidismo es indiscutible, a pesar de que algunos ministros, como Garzón o Castells le pusieran en el bando de la «derecha extrema» tras el discurso por el golpe de Estado en Cataluña. Es posible que ahora se den cuenta de su error, en aras a utilizar su figura en auxilio de la gestión de la crisis y por el bien de todos los ciudadanos.