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Coronavirus

Cómo sobrevivir al confinamiento con 14 personas en casa

Mar y Javier, los padres de esta gran familia han establecido actividades obligatorias y optativas para sus hijos. Hay zumba a primera hora, 10 minutos al día de sol y cinefórum por la tarde. Las que peor lo llevan: las hijas mayores que echan de menos a sus novios

En casa de los Cuadrado Dorrio se han establecido actividades obligatorias y otras optativas. Una forma de mantener la disciplina y el ánimo alto cuando ya se suman más de treinta días de confinamiento. En 180 metros cuadrados viven catorce personas: Mar y Javier junto a sus 12 hijos. Echando mano de la calculadora, tocarían a algo así como 12 metros cuadrados por cabeza, aunque ellos son más de mezclarse, compartir y llenar la jornada de ocio, juegos, estudio y charlas en familia. Para algunos, esto podría suponer una absoluta locura, pero esta familia gallega lo vive con naturalidad y, desde la pequeña Paz, que tiene 3 años, a la mayor, Carmen, de 21, participan en clases de zumba, sesiones de peluquería, videoclips, tareas domésticas y cocina.

«La verdad es que todos se están portando de lujo. Contamos con una ventaja, como somos de Ferrol, aquí tenemos mucho callo en lo de estar en casa encerrados, la lluvia no siempre nos deja salir a la calle a jugar», cuenta la matriarca a media mañana mientras su prole se dedica al estudio. Dicen que, al ser tantos, se entretienen entre ellos, «un hijo único no tiene más remedio que ser amigo de sus padres y jugar con éstos, los nuestros eligen con qué hermano hacerlo y cuando se cansan de uno se van con otro. Psicológicamente hay más dinamismo, es la ventaja de ser una familia numerosa», relata Mar, de 44 años.

Javier, que ya ha cumplido los 53, es profesor de universidad y estos días alterna las clases online con el súper. Él es el encargado de ir tres veces a la semana y llenar dos carros hasta arriba: «Hacemos compras semanales inmensas, de unos 200 euros, somos muchos». La clave para «sobrevivir» es hacer rutinas de lunes a viernes, tener unos horarios de comida estrictas, no picar entre medias y ser proactivos.

A primera hora de la mañana, a las ocho, el grupo de las hermanas mayores organiza clase de zumba, la cual repiten a las diez para los más dormilones. A las nueve es el desayuno, todos juntos, luego cada uno hace su cama, organiza la habitación y realizan tareas del colegio, del instituto o la universidad dependiendo de la edad. Después de comer se plantan todos frente al televisor y ven una película que han acordado durante el desayuno. Ya han visto «Jumaji», «Mucho ruido y pocas nueces» y «The family man», entre otras. La tarde la dedican a juegos de mesa.

Recuerdan que un día estuvieron jugando al Monopoly durante cuatro horas. Al llegar las ocho de la tarde salen a la ventana y aplauden todos juntos y luego ya llega el momento de la ducha, la cena y a dormir. «Durante el fin de semana se les deja perder un poco el ritmo, hay que aligerar, así que cada uno tiene libertad para hacer lo que quiera. Al igual que reconozco que hay que ser estricto para no desparramarse y estar fuerte de cabeza, también son necesarios los momentos de desconexión», puntualiza la matriarca. Y, por su puesto, no falta la exposición obligatoria de 10 minutos diarios al sol (siempre que lo haya). «Eso es obligatorio, no tenemos balcón, pero por las ventanas entra bien, así que todos nos ponemos a coger vitamina D».

Algunas de las chicas de las casa graban una parodia de Rapunzel.
Algunas de las chicas de las casa graban una parodia de Rapunzel.La Razón

Como en Hogwarts

Aunque ninguno de los 12 es muy quejica, lo cierto es que las mayores, Carmen y Lucía, de 21 y 20 años, respectivamente, son las que peor llevan el confinamiento. Están muy centradas en sus estudios, la primogénita cursa Humanidades y, la segunda, Medicina, pero «echan mucho de menos estar con sus novios, ya se sabe, a esas edades se tiene una visión muy romántica de las relaciones, así que están enganchadas a las videollamadas, esto parece Hogwarts, donde todos los cuadros hablan», ironiza Mar.

Luego está Isabel, de 12, que tiene el encargo de recopilar los deberes de los más pequeños, ya que en el colegio les han puesto plataformas digitales y a Mar y Javier les resulta más complejo adentrarse en las particularidades de cada «teleasignatura». Así que es la «supervisora» oficial. Y, como es de imaginar, las anécdotas que les ocurren a diario les daría para escribir una nueva versión de «La gran familia». «El otro día, Álvaro, de 4 años, estaba diciendo que cuándo llegaban los Reyes Magos, y es que, el pobre, como estamos todo el rato en casa al igual que en vacaciones de Navidad, pensaba que los regalos aparecerían de un momento a otro. En otra ocasión, cuando estábamos aplaudiendo por la ventana a los policías que en ese momento pasaban por la carretera, nos preguntó: ‘‘Les aplaudimos porque han detenido al coronavirus ¿no?’’», recuerdan entre risas.

Para Mar, esta situación extraordinaria que estamos viviendo lleva a una reflexión muy interesante: «A nivel social, es bueno disfrutar en familia, que los niños estén con sus hermanos y padres. Se ha impuesto la práctica de llenarles la vida de actividades extraescolares, con lo positivo que es educarse con la familia unida». Esta madre y escritora reconoce que ahora lo lleva bien, pero que la primera semana fue muy dura: «No daba crédito a lo que estaba pasando, no creía que pudiera ser real. Todo me abrumaba, estaba agobiada... Sinceramente, no estuve a la altura. Pero luego ya cambié el chip y me dije: ‘‘Venga, vamos a hacer cosas originales, a aprovechar para hacer meriendas ricas, a disfrutar de la compañía..’’ Así que cogí el toro por los cuernos, di gracias porque estábamos sanos y a disfrutar».

Entre sus rutinas diarias también debaten sobre lo que harán cuando acabe la cuarentena, y parece que por unanimidad ha salido la opción del picnic: «Iremos a la playa de Doniños, en Ferrol, es nuestro lugar favorito, será espectacular volver juntos», confiesan. Mientras, no les quedará más remedio que continuar con sus rutinas de juegos, charlas y estudio los 14 juntos en casa.

El hijo único que soñó con tener muchos hijos
Aunque sería lógico pensar que Mar y Javier provienen de familias numerosas, lo cierto es que él es hijo único y ella solo tiene una hermana. «Cuando paseábamos por la calle y veíamos familias grandes nos decíamos que tendríamos una así. Inicialmente nos planteábamos tener 5, pero al final fueron 12», comentan. Ahora les encanta observar lo bien que se llevan entre ellos y cómo comparten aficiones.