Elecciones País Vasco

Iñigo Urkullu, la fuerza de ser decisivo en Madrid

Puede reeditar su coalición con el PSE y se convertirá en socio clave para los Presupuestos de 2021

Ilustración de Iñigo Urkullu, lehendakari.
Ilustración de Iñigo Urkullu, lehendakari.Ilustración PlatónLa Razón

Iñigo Urkullu, discreto, introvertido, algo seductor, con mirada penetrante, un tanto tímido, callado en público, conversador infatigable en privado y con gran cintura en la negociación. Así definen los que lo conocen bien al candidato del Partido Nacionalista Vasco a las próximas elecciones autonómicas del domingo 12 de julio. Pragmático, como su formación, y sin hacer ruido en la calle, ha ido escalando puestos en política hasta llegar al 12-J del año 20, fecha en la que sus conciudadanos volverán a convertirlo, según coinciden todos los sondeos, por tercera vez consecutiva en lendakari.

«No hay mayor honor, nada más grande para un político nacionalista vasco, que alzarse de nuevo con la victoria, después de haber ocupado la Lendakaritza», aseguran fuentes de su entorno. Por eso su reválida en el cargo se ha convertido en los últimos meses en su máxima aspiración y obsesión.

A punto de cumplir 59 años, Iñigo Urkullu, hombre religioso como casi todos sus compañeros de viaje, anhela consolidar «su trayectoria política» con la repetición de su éxito en las urnas. De esta manera, verá culminadas todas sus ambiciones, después de haber ascendido peldaño tras peldaño en el PNV desde sus 25 años de edad. Desde entonces, su carrera ha sido imparable hasta que en 2008 se hizo con la Presidencia del partido, puesto que dejó para dirigir sus pasos hacia la Lendakaritza en diciembre de 2012. En su haber figura su gran habilidad como negociador. Ha hecho gala de una mano izquierda incomparable tanto con los gobiernos del PP como con los del PSOE. En su debe, a toro pasado, tal vez para propios y extraños, figure el haber dejado caer al Ejecutivo de Rajoy en 2018.

En la actualidad, Urkullu, con su más que segura reelección como lendakari, según todas las encuestas, pondrá el broche de oro a una vida dedicada a la política. «En su tercer mandato aspira a consolidar una trayectoria ascendiente de creciente aceptación social», aseguran los que trabajan con él a diario. ¿Eso significa que seguirá los pasos de Josu Jon Imaz y abandonará el partido para dedicarse a su labor profesional? «No es probable». Imaz tenía una carrera industrial de la que adolece el actual lendakari en funciones. No obstante, el tiempo se encargará de despejar esta incógnita.

De momento, Urkullu espera reeditar su gobierno de coalición con el Partido Socialista de Euskadi. Según los sondeos, la suma aritmética de los escaños que lograrán ambas fuerzas el 12-J les otorga una holgada mayoría absoluta, situada en 38 de un total de 75 escaños. Ahora el PNV ostenta 28 actas y el PSE, 8, lo que suma un total de 36. Cifra que las encuestas dan por descontado superarán en el próximo escrutinio, en detrimento del PP y Podemos.

Los nacionalistas vascos están convencidos de que su rival más directo, Bildu, con 18 escaños, no saldrá mal parado del próximo envite electoral y repetirá resultado. Mientras que Urkullu confía en que el predicamento de Vox no cale entre los vascos y, por ende, no obtenga escaño alguno, al igual que lo está de que retrocederán tanto Podemos como PP, con 11 y 9 escaños, en la actualidad.

Una vez que sea reelegido como presidente vasco, sin duda, volverá a hacer gala de su mano izquierda y se lanzará al ruedo de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado de 2021, en la que la transferencia de las cárceles vascas al Gobierno autonómico volverá a brillar con luz propia como en el pasado. De momento, este traspaso no se ha materializado este mes de junio, fecha en la que estaba previsto, por negativa de los propios nacionalistas vascos. El acercamiento de los presos etarras también estará en su hoja de ruta. En esta cuestión, Sánchez deberá elegir a Bildu o al PNV como partenaire en el diálogo. En este caso, Urkullu no está dispuesto a transigir. Pero antes de que llegue esa negociación deberá superar el rubicón del 12-J. Solo entonces podrá dar la batalla para ganar el pulso a la izquierda abertzale.

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