El ministro de Ciencia e Innovación se ha sumado a la iniciativa de Atresmedia de dedicar el 2% del PIB para la ciencia.
-¿Puede ejecutarse en los Presupuestos en este contexto de pandemia y crisis sanitaria
-Defiendo desde hace muchos años que España tiene que apostar de forma decidida por la ciencia y la innovación, que la prosperidad de las siguientes generaciones y la supervivencia misma de nuestra sociedad del bienestar dependen de ello. El viernes recibí más de 900.000 firmas de los responsables de Constantes y Vitales, y lo hice asumiendo que un apoyo tan amplio de la sociedad es una gran responsabilidad, pero también un respaldo muy importante. Alcanzar el 2% del PIB en inversión en ciencia e innovación es un objetivo que debemos ponernos todos: la sociedad, que ya lo está reclamando, las administraciones, las empresas, las universidades...
-¿Es posible hacerlo realidad en este contexto?
-Por lo que se refiere al contexto de pandemia y crisis sanitaria, es precisamente en estas situaciones cuando todos hacemos las reflexiones más profundas y tomamos las decisiones que, en tiempos menos turbulentos, tienden a posponerse. Si hay algo positivo que sacar de esta situación tan nefasta, es precisamente que ha puesto a la ciencia y la innovación en el centro de las soluciones y, en consecuencia, en el centro de la prioridad de este Gobierno y de todos los Gobiernos sensatos del mundo.
-Los presupuestos de este año ya están cerrados. ¿Puede entrar en los siguientes?
-Esto no es cuestión de un año, tenemos que mantener un aumento sostenido y sostenible en el tiempo para permitir que el tejido innovador se desarrolle acompasadamente a los recursos. Los presupuestos de este año ya incluyen el aumento que corresponde a este crecimiento gradual, y de hecho suponen el mayor impulso para la I+D+I en la historia de España, con un incremento del 60%. Es un paso muy importante para alcanzar ese 2% del PIB en I+D+I –sumando la inversión pública de todas las administraciones y la privada de las empresas innovadoras–, cuando termine la legislatura, en 2023. Más a largo plazo, el Pacto de Estado por la Ciencia y la Innovación que hemos propuesto es que en 2030 lleguemos al 3% del PIB.
-¿Para qué debe servir ese incremento de inversión?
-Hay una frase que se utiliza con frecuencia para resaltar la importancia estratégica que tiene la inversión en ciencia e innovación para el desarrollo económico: los países no investigan porque son ricos, sino que son ricos porque investigan. Pero más allá de su enorme peso para el crecimiento económico y la competitividad del tejido industrial y empresarial de un país, el conocimiento y la innovación son factores críticos para garantizar el enriquecimiento intelectual de la sociedad, la mejora de la esperanza y calidad de vida de las personas, el mantenimiento y aumento del empleo cualificado y, en definitiva, la sostenibilidad del estado de bienestar.
-¿Dónde están nuestras principales fortalezas?
-Tenemos muchas fortalezas. Principalmente, el talento investigador e innovador que hay en este país, muy apreciado por las mejores universidades y centros de investigación de todo el mundo, es una ventaja competitiva que tenemos que aprovechar en España.
Además, somos punteros en muchas áreas. Si nos fijamos en la producción científica, el 17% de las publicaciones científicas españolas del 2019 están entre las más citadas del mundo, al igual que países como Alemania o Francia. Tenemos también un gran número de pequeñas y medianas empresas muy innovadoras, lo que ha permitido que España sea el país que más ayudas se ha llevado del instrumento de impulso a la innovación en pymes de la UE, un programa muy competitivo en el que nuestras pequeñas y medianas empresas consiguen financiación por encima de las empresas alemanas, francesas o británicas.
-¿Y debilidades?
-Por supuesto, la financiación y las condiciones en las que trabajan los investigadores, muy mejorables. También es necesario mejorar mucho la conexión entre las universidades y los centros de investigación y las empresas.
-Una queja es que estamos perdiendo capital humano por falta de sueldos competitivos. Hay investigadores que no tienen ni un contrato fijo. ¿Cómo se puede corregir esto?
-Cierto que no se pueden comparar los salarios con otros países europeos. Pero hay que ir por partes. Lo primero es crear una carrera científica que pueda dar estabilidad a futuro. Después, trabajar en los salarios de la gente, y los de los investigadores no son una excepción: también en la mayoría de otras profesiones los salarios en España son mucho menores que en los países con altas tasas de inversión en ciencia e innovación. ¿Por qué cobran más en Alemania? Porque allí el nivel de innovación es mucho más alto, la competitividad de las empresas es mayor, sus productos tienen mayor valor y pueden pagar mejores sueldos. Eso es lo que tenemos que conseguir aquí.
-¿Y cómo?
-Ya hemos dado los primeros pasos para mejorar la carrera científica a través de la reforma de la Ley de la Ciencia, que ya ha pasado por el primer paso de consulta pública. Vamos a dar más estabilidad a los científicos jóvenes. Pensamos en una figura de entrada de tipo «tenure track», una fórmula que prevé iniciar una carrera profesional con la perspectiva de llegar a una contratación permanente al alcance de todos los que superen unos niveles de dedicación y excelencia. Lo aprobaremos durante este año.
-¿Hemos aprendido algo de la pandemia?
-Para mí, lo más importante es que todos hemos valorado más la importancia estratégica de la ciencia y la innovación. Pero hay más lecciones. Se ha visto que casi todos los países hemos sufrido escasez de elementos. En España hay muchas empresas que han adaptado sus líneas de producción para poder producir vacunas, fabricar más respiradores de alta calidad certificados para UCI, kits de diagnóstico tanto PCR como de anticuerpos como de antígenos, mascarillas o cubrir otras necesidades. En el futuro tenemos que tener protocolos de actuación definidos a escala global antes estas situaciones, porque llegarán más virus desconocidos.
-Los epidemiólogos dicen que hemos vuelto a reaccionar tarde en esta tercera ola.
-No se reacciona tarde, se valoran muchas circunstancias y se toman medidas, sobre todo pensando en la salud. Pero ningún país en occidente puede mostrar un camino de éxito a los demás. Países que parecía que lo habían hecho bien en los primeros meses de la pandemia, están sufriendo mucho ahora. Cuando superemos esta crisis será el momento de valorar las actuaciones y mejorar los protocolos, hay mucho trabajo que hacer en ese sentido.
-¿Debería haberse escuchado más a la ciencia? ¿A los sanitarios y epidemiólogos?
-En el Gobierno se ha escuchado permanentemente a los sanitarios y a los epidemiólogos, buscando los mejores consejos de los mejores profesionales; aunque, desde luego, «a toro pasado» todos deberíamos haber escuchado a los investigadores que abogaban por el cierre de los mercados de animales salvajes vivos en Asia, por ejemplo.
-¿Qué la parece la bronca política que rodea a la gestión de la pandemia?
-Como recién llegado a la política, me ha resultado muy chocante que haya personas cuya prioridad parece ser poner palos en las ruedas, con actitudes nada constructivas. Y hay mucho espectáculo, declaraciones de cara a la galería, para generar ruido, repitiendo afirmaciones patentemente falsas una y otra vez. Es algo a lo que no me he acostumbrado ni quiero acostumbrarme.
-Pero esta crítica se puede extender a todas las partes, ¿no? No se salva nadie...
-En otros países en los que he vivido, y que he podido seguir durante este período, la bronca ha sido en general mucho menor; los políticos que se encontraban en la oposición en el momento de iniciarse esta tragedia han reprimido sus tendencias a criticar de forma sistemática e improductiva, y con ello han encontrado una vía de hacer valer sus propias ideas. Quizá, mención aparte merecen los Estados Unidos, por razones muy específicas.
-¿Hace alguna autocrítica desde el Gobierno?
-Todos los gobernantes, en todo el mundo, hemos cometido errores; estas circunstancias eran inéditas en nuestro entorno. Quizá hubiera sido necesario restringir de forma brusca múltiples libertades individuales o colectivas cuando aún no se había detectado la epidemia en Europa, pero nuestras sociedades no lo hubieran aceptado. Al comienzo, también, muy probablemente se podría haber contenido la epidemia mejor en origen con una mejor gestión allí. Deberíamos haber prestado más atención a las advertencias que los científicos han hecho durante años sobre este tipo de virus y aprendido la lección de anteriores coronavirus, que afectaron sobre todo en Asia. El mundo entero tendría que haber estado más preparado. Creo que ahí está la clave: los países que habían tenido una epidemia reciente tenían protocolos aprobados mucho más drásticos y, visto lo visto, mejores que los nuestros.
-¿Por qué va con tanto retraso la vacuna española?
-Tenemos varios proyectos de vacunas en España, algunos de los cuales están dando magníficos resultados preclínicos. Las tecnologías de las diferentes vacunas son distintas, algunas de ellas llevan más tiempo que otras y algunas de las investigaciones hechas en España están a la vanguardia en su tipo. Desde el Ministerio de Ciencia e Innovación les hemos dado el máximo apoyo desde el primer momento y seguiremos haciéndolo. Debemos seguir su desarrollo ya que no todo está dicho aún sobre qué vacuna es mejor en qué circunstancia. Los tipos de vacunas que aún están por venir podrían tener ventajas con respecto a las actuales en la velocidad de fabricación, o la duración de la inmunidad, o incluso la resistencia ante las mutaciones del virus, y debemos hacer un esfuerzo por tener todas las defensas listas. Y, por supuesto, se ha generado y aún se genera con estos estudios conocimiento y experiencia en los centros de investigación, las universidades y las empresas, que servirá para afrontar futuros problemas.
-¿Podrán cumplirse los calendarios de vacunación?
-Hace unos meses no eran muchos los que pensaban que podríamos empezar a vacunar en 2020, pero así ha sido. Es un gran logro de la ciencia y la tecnología, y los europeos tenemos múltiples contratos para tener acceso a sus frutos. En la última semana ha habido algunas dificultades, no niego que importantes, pero se han ido resolviendo a gran velocidad y aún quedan varias vacunas por sumarse a las que están disponibles. Estoy seguro de que avanzaremos como tenemos previsto.
-¿Los laboratorios están jugando sucio en el suministro?
-Han trabajado mucho y muy bien para que tengamos vacunas mucho antes de lo que se pensaba en un principio – por supuesto, aprovechando bien las enormes cantidades de dinero por adelantado recibidas de los Gobiernos. No tengo ninguna evidencia de mala fe por parte de los directivos de las empresas farmacéuticas. Estoy seguro de que solucionaremos las dificultades que vayan surgiendo. Pero, sin duda, la vigilancia que se ha hecho patente en los últimos días y que está dando sus frutos debe continuar.
-¿Hay igualdad en la ciencia?
-No, y es algo que nos tomamos muy en serio. El talento está repartido por igual, por lo que debemos prestar mucha atención a que las mujeres tengan las mismas oportunidades para investigar que los hombres, y mantener y mejorar el sistema público educativo a fin de aprovechar los talentos de todas las zonas y capas de la sociedad.
-¿Y qué están haciendo para corregir esa desigualdad?
-Tengo mucha esperanza en las medidas que ya se han puesto en marcha durante estos años, y en la vocación que muchas mujeres jóvenes tienen por la ciencia – en bastantes especialidades hay más estudiantes femeninos que masculinos. Debemos derribar las barreras aún existentes para la promoción de las mujeres y para el reconocimiento de su talento cuando es superior, y poco a poco la nueva generación sustituirá a la actual con igualdad. Mención aparte merece la ingeniería, donde aún hay mucho trabajo para conseguir que los talentos femeninos se aprovechen adecuadamente, incluso desde la base.
-¿Usted ya no tiene ganas de volver a la actividad privada?
-Cuando acepté este trabajo lo hice con la mayor ilusión y sin mirar atrás, y ahora estoy centrado en la pandemia y en mejorar la ciencia y la innovación española. No sé qué haré cuando termine este periodo, la verdad.
-¿Qué le falta por hacer en el Ministerio?
Hay muchos frentes abiertos: los fondos europeos y la consolidación de ellos en una senda ascendente de inversión, la lucha contra la pandemia, la nueva carrera científica, el Pacto por la Ciencia... A todos nos gustaría acabar un trabajo viendo que los logros conseguidos se consolidan, y, en esta área, esto es precisamente lo más importante: la consolidación de un sistema de conocimiento e innovación más efectivo y con prioridad reconocida por todos los posibles gobernantes futuros.
-¿Qué es lo que sigue echando más de menos de su vida anterior?
-Por supuesto que volar al espacio es algo que pocos, una vez experimentado, no echarían de menos. Pero ser ministro de Ciencia e Innovación es una gran responsabilidad y no me da tiempo a pensar en posibles mundos paralelos en los que no me hubiera llamado el Presidente para formar parte del Gobierno.
-¿Le molesta la bronca que hay dentro del Gobierno?
-Estoy en los Consejos de Ministros y no veo tal bronca. La diferencia de opinión, constructiva, entre ministros, es normal y sana: todos intentamos atraer los recursos hacia nuestras respectivas áreas y nuestras prioridades están marcadas por nuestras responsabilidades. Varios ministros son dirigentes de formaciones políticas en el Congreso, y por supuesto cuando actúan en esa otra capacidad deben marcar las diferencias entre ellas, no debe uno sorprenderse de eso tampoco.