Terrorismo
Los chicos de la gasolina y la mascarilla
Tradicionalmente el Partido Nacionalista Vasco ha modulado a su conveniencia el discurso sobre ETA para sacar el mayor rédito político al terrorismo llegando incluso a calificar Xabier Arzallus, líder del PNV durante 1980-84 y 1987-2004, a la “kale borroka” de “chicos de la gasolina”.
El creador de este terrorismo de baja intensidad fue el histórico dirigente de ETA José Luis Álvarez Santacristina, alias “Txelis”, que a día de hoy vive una fuerte reconversión al cristianismo y regenta una frutería en Tolosa, Guipúzcoa. Después de la desarticulación de la cúpula de ETA en el año ´92 en Bidart, Francia, lo que marcaría un antes y un después por ser la primera vez en la que los tres aparatos de la banda, militar, político y logístico, son detenidos conjuntamente, la respuesta de “Txelis” fue trasladar la tensión del terrorismo a la calle diseñando estrategias de actuación (X, Y y Z).
Las acciones estaban íntimamente coordinadas con ETA, de tal manera que cuando un “cachorro” no podía soportar la presión policial o judicial por los delitos acumulados se ocultaba en los conocidos “taldes” de reserva de la banda.
Los “Comandos X” se dedicaban a la alteración política, lo que hoy llamaríamos escraches, los “Comandos Y” atacaban objetivos concretos, autobuses, cajeros automáticos,… y los “Comandos Z” suponía pasar a la clandestinidad en el banquillo de la organización terrorista. Casi una década después del mal llamado “fin de ETA” los altercados callejeros que hemos vivido en las calles de Bilbao hace unos días no se configuran como una expresión más de violencia, sino como una forma de mantener viva la causa del terrorismo nacionalista vasco.
Los chicos de la mascarilla son la nueva generación de la “kale borroka” adaptada y contextualizada a nuestro tiempo, pero igualmente terrorista. Desarrollada por nativos digitales que a golpe “click” reciben órdenes instantáneas o modifican las planteadas inicialmente. Como hijos ideológicos de ETA, admiran sus postulados y anhelan sus acciones. Son “millennials” de segunda generación adoctrinados culturalmente por el terrorismo que ven en toda imposición normativa una oportunidad para demostrar su radicalización.
La disolución de un botellón no es igual en Bilbao que en Sevilla, la violencia contra el orden democrático es la gran diferencia. Después de la derrota policial de ETA no supimos rentabilizar este éxito y hemos permitido que la cantera del terrorismo busque refugio en la inseguridad ciudadana bajo la apariencia de disturbios callejeros.
Igual que ETA ha mutado hacia las Instituciones su marca blanca se ha disfrazado de alteración del orden público. Pero tenemos que definir la competencia en la persecución de los delitos cometidos por los chicos de la mascarilla, y ahora mismo con una Policía Nacional y Guardia Civil sin atribuciones en seguridad ciudadana en el País Vasco el problema a corto plazo es para la Ertzaintza.
Victor Valentín Cotobal, Vicepresidente de la Asociación Dignidad y Justicia.
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