Entrevista

Luis María Anson: “Siempre pensé que regresaría. En casa uno se siente mucho más a gusto”

El periodista relata cómo está viviendo y qué significa para él su vuelta, tras 15 años, al diario que fundó a finales de los noventa

El primer hogar de Luis María Anson fue la casa en la que nació. En pleno centro de la capital. Calle Marqués del Riscal, número 9. El niño que más tarde se convertiría en uno de los gigantes de los medios de comunicación, en académico de la RAE y en una de las figuras más influyentes de la política y la cultura de nuestro país recuerda vivir esos años, los primeros de la dictadura, en una ciudad sin apenas coches. Jugando al fútbol de acera a acera de la calle Ayala con Antonio Garrigues camino del colegio. Allí, en El Pilar, el periodismo entró en sus venas para no salir nunca: dirigió la revista «Soy pilarista», en la que no ahorraba en críticas a los profesores. Ese primer hogar que fue para Anson el Madrid de los años 40 del pasado siglo sigue muy vivo en su memoria en este 2021. Ocho décadas después de aquello, esta semana vuelve a su otra casa. La que puso en pie en 1998, contra todo y contra todos: LA RAZÓN.

–Bienvenido.

–Muchas gracias.

–Estamos en la Real Academia Española. Acláreme si es correcto dar la bienvenida a alguien a un sitio que él mismo fundó.

–Yo creo que sí. Agradezco mucho que me den la bienvenida después de estar fuera de LA RAZÓN quince años.

–¿Qué significa este paso?

–Ya con la edad que yo tengo, que voy camino de 87, es volver a casa. Se siente uno mucho más a gusto, ¿sabes? He tenido, sobre todo, dos casas periodísticas. La primera, el Abc, que ha desaparecido. Hablo del Abc de los Luca de Tena como el Abc verdadero. Ahora no hay ningún Luca de Tena en la mancheta del periódico. Pero el periódico que yo he fundado no fue el Abc, sino LA RAZÓN, por el que siento una especial simpatía. Y con todas las dificultades que ha habido y que hay, Mauricio Casals ha hecho una labor formidable y Marhuenda, que está en todos los sitios, se ha convertido en uno de los periodistas más destacados de la profesión. Por lo tanto, estoy muy contento de volver.

–¿Qué recuerdo le viene a la cabeza de aquellos meses frenéticos de 1998 en los que LA RAZÓN echó a andar?

–Me acuerdo, sobre todo, del entusiasmo con el que trabajó toda la gente. Era hacer un periódico nuevo. Hubo una auténtica efervescencia y entusiasmo profesional de hacer un periódico que se situase entre los grandes de España y la verdad es que se consiguió. Hicimos una fotografía a las puertas del periódico con las 200 personas que formaban entonces la redacción, la administración, la publicidad... y no faltó nadie, estaba todo el mundo encantado de participar en esta aventura.

–Cuando en 2006 deja el periódico, ¿se va pensando en que el día de su vuelta se producirá en algún momento?

–Sí, lo pensé siempre. Yo dejé LA RAZÓN porque para mí era muy complicado lidiar a la vez con el Avui y con LA RAZÓN, que ha sido siempre un periódico admirable en la defensa de la Constitución y la unidad territorial de España. Era una cuestión personal abandonar la nave en ese momento. Era una nave que estaba muy bien enderezada. Pero siempre pensé que regresaría. Eso siempre.

–La próxima semana volverá a escribir en estas páginas. ¿Ese artículo se prepara como uno más o es especial?

–Voy a escribir según quiera y de la manera que quiera el director del periódico. Una de las cosas que es sustancial cuando estás en un periódico es que el director es el que tiene la plena responsabilidad. Es el que va a la cárcel si se publica algo que no se debe publicar. El director es el que tiene el periódico en la cabeza y yo estoy, como es lógico, a lo que me diga. Es un hombre sensato y equilibrado. Me parece que nos entenderemos muy bien.

–De todos los que ha escrito, ¿cuál es el artículo de su vida?

–Eso es imposible decirlo. He hecho algunos artículos literarios de los que me siento muy orgulloso y algunos artículos políticos, como «La Monarquía de todos», en tiempos de Franco, que me envió a un exilio de más de un año.

–¿Qué es «canela fina»?

–Es una vieja canción: «... y vas a ver lo que es canela fina y armar la tremolina cuando vengas a Madrid». Por lo tanto, «Canela fina» pretende tener una personalidad determinada y una independencia de juicio que es lo que ha tenido siempre «Canela fina».

–¿Qué debería hacer el periodismo de hoy en día que no está haciendo?

–Es necesario eliminar lo más posible el insulto y la insidia. Empezaron los programas del corazón y se ha extendido a la opinión política. A mí me enseñó Luis Calvo, que fue mi gran maestro y nueve años director de Abc, que se puede discrepar absolutamente, pero nunca insultar o entrar en la insidia. Pero sería situarse fuera de la realidad el no afirmar que se está realizando un periodismo mejor que nunca. Podemos estar satisfechos de la aventura que fueron las facultades de ciencias de la información porque el nivel medio del periodismo en España es extraordinario.

–Hace unos meses estuvo ingresado con coronavirus. ¿Cómo se encuentra?

–Nunca he tenido la sensación de que me moría ni le he dado demasiada importancia. Sí quiero decir que hay que respetar a las gentes negacionistas, pero no es verdad, es una enfermedad muy seria y con secuelas muy serias. No es una gripe que pasan diez días y se ha terminado. No hay que colisionar con la gente que piense lo contrario y quien cree que todo es una camelancia. Yo que lo he padecido, lo que quiero decir es que no se puede alinear uno en el negacionismo.

–¿Cuál fue el peor momento?

–Yo no tuve momentos peores. La noche en que el médico creía que me moría y estaban preparando la incineración con mis pobres hijas, escribí mi artículo 4.000 en «El Imparcial»... vamos no lo escribí porque no podía mover las manos, pero se lo dicté a mi secretaria y no dejé de publicar ningún día que correspondiese que saliera un artículo mío. Lo he hecho en toda mi vida estuviese en guerras o en la situación que fuera. Mentiría si dijera que yo tuve preocupación personal. Tuve preocupación en que tuviese repercusión en la memoria y, de pronto, no me acordaba de un verso de San Juan de la Cruz... no sabes lo que me molestaba eso.

–¿Cómo se imagina la España y el mundo post pandemia?

–La crisis económica va a ser tremenda y tenemos un horizonte nada claro. Pero creo que todo se va a superar. Cuando termina la guerra mundial hay naciones arrasadas y fue una cuestión de seis u ocho años: la nación más arrasada, que fue Alemania, se convirtió en la potencia económica de Europa. No soy pesimista, pero no ha habido mucha suerte porque en un momento de alta prosperidad ha venido esta pandemia que ha arruinado a una parte de la sociedad.

–En una entrevista que mantuvimos hace menos de un año, se mostró muy pesimista en torno a la situación de la Monarquía tras la salida del país de Don Juan Carlos. ¿Ha mejorado en algo su perspectiva?

–Me parece que Don Felipe está actuando con una gran serenidad y que lo está haciendo muy bien. La Monarquía existe si es útil, cuando se convierte en la plataforma sobre la que se resuelven los problemas de la nación. El día que, en lugar de ser la solución, se convierte en un problema más, su situación se complica. Tenemos la suerte de que el actual Rey es un hombre prudente, moderado, muy serio y que no ha embestido ninguna de las muletas que le han tendido para que terminase cogido. No estoy en nada de acuerdo con lo que se ha hecho con Don Juan Carlos, que es uno de los cuatro grandes reyes de la historia de España junto a Carlos I, Felipe II y Carlos III. A las personas hay que juzgarlas haciendo un balance, todos tenemos defectos. Y el reinado de Don Juan Carlos y él personalmente dejan una abrumadora situación positiva. Ha cometido errores, muchos que no están demostrados y son operaciones de insidia que se han montado. Los que quieren destruir el sistema del 78 saben que el eje es el Rey. Los ataques a Don Juan Carlos tienen el objetivo de fragilizar la figura de Don Felipe.

–¿Ha tenido en estos meses contacto con Don Juan Carlos?

–Ya sabes que de eso no hablo, pero me consta que está muy dolido y deseando volver a España. Tengo constancia de ello. Pero Don Juan Carlos, no sólo si le llamas por teléfono te lo coge y habla contigo, esta mañana me contaba Emilia Landaluce que le llamó esta semana para felicitarla por un artículo. Se encontró con que quien le estaba llamando al teléfono era el Rey Juan Carlos. Es una persona enormemente sencilla, cordial, constructiva y positiva.

–¿Sería un error seguir manteniendo su situación actual?

–Desde mi punto de vista, sí. No se debió producir la situación actual. Don Juan Carlos no debió salir de España de la manera cómo salió, que parecía que era culpable de algo que no lo era. Quienes montaron esa operación lo hicieron muy bien y han conseguido fragilizar de una manera muy profunda a una persona de un prestigio indestructible.

–Hemos vivido en este mes el adiós de Pablo Iglesias. ¿Pierde la política española sin él?

–Es muy difícil contestar a esa pregunta. Lo que puedo decir es que Pablo Iglesias es un hombre muy inteligente, muy culto y tiene completamente claro lo que quiere para el futuro de España desde su punto de vista, que no es el mío. Discrepo completamente de lo que dice; le respeto absolutamente. Tiene todo el derecho a pensar como piensa. No nos olvidemos que, desde aquellas manifestaciones de la Puerta del Sol, en las siguientes elecciones sacó cinco millones de votos. No reconocer eso es perder el sentido de la realidad. Luego se convirtió en vicepresidente del Gobierno. A mí me parece que lo menos que podemos hacer con relación a Pablo Iglesias es el respeto, que no se le tiene. Se le insulta y se está procediendo a un linchamiento por encima de la realidad que él tiene, que es un hombre con ideas de extrema izquierda, un republicano ferviente y que se siente despegado de la institución monárquica y que la ha combatido. La monarquía que quería Don Juan desde el exilio era la monarquía de todos, también de los que están en contra y de los republicanos.

–Muchos seguidores de sus artículos no entienden sus elogios a Iglesias. ¿Por qué pasa esto en España?

–En España se tiende a no reconocer al que piensa de una manera distinta a sus valores. Me parece que una de las claves que tiene la convivencia en una nación como España es el reconocimiento del mérito allí donde se produce. Picasso era comunista, pero ha sido el mejor pintor del siglo XX. Buero Vallejo era comunista, pero ha sido el mejor dramaturgo del siglo XX. La discrepancia de ideas con estas personas no puede llevar a negar la calidad que tienen en la pintura o en la literatura. Sería absurdo. Una de las claves que tiene que tener la monarquía es acoger, en lugar de excluir a esas gentes de primera calidad. Lo hizo muy bien Don Juan desde Estoril y lo ha hecho Don Juan Carlos.

–¿Cree que Pedro Sánchez es un presidente más débil sin Iglesias a su lado?

–Pedro Sánchez me parece siempre un actor que hace el papel de presidente del Gobierno. Nunca le termino por ver que es un presidente del Gobierno activo. Representa un papel que le gusta mucho. No tiene a Pablo Iglesias al lado, pero tiene a los equipos de Pablo Iglesias. Sánchez ha aceptado ese Gobierno porque era el que le daba más mayoría para sentarse en la poltrona monclovita. La gente se va dando cuenta: existe un criterio bastante generalizado de que Sánchez ha mentido mucho y ha engañado a la opinión pública, de que no dirige un Gobierno eficaz y capaz de resolver los problemas.

–¿Cree que las elecciones celebradas en Madrid abren un nuevo ciclo a nivel nacional y acercan al PP a Moncloa?

–Yo soy un periodista, no un profeta. No me atrevo a contestar a una pregunta como esa. Es evidente que las elecciones en Madrid han sido muy importantes y han reflejado una radiografía distinta a la que había anteriormente. Ahí Miguel Ángel Rodríguez, en primer lugar, e Isabel Díaz Ayuso convocaron elecciones y el resultado fue la realidad de lo que en este momento es la opinión pública en Madrid. En España, a las gentes de derecha, de centro, liberales, conservadores y socialistas no les toques la unidad territorial de España. Las últimas manifestaciones de Felipe González han sido admirables diciendo que no haría esos indultos. Desde hace 600 años tenemos una unidad nacional que en este momento se está fragilizando y se puede quebrar.

–¿Qué opina de Díaz Ayuso?

–He comido alguna vez con ella y la tengo simpatía y buen criterio de ella. Es una persona con los pies en la realidad, con mucho sentido práctico, que conoce muy bien la vida de los madrileños y desde ese punto de vista ha explotado una situación frente a esos políticos que no están en la realidad, sino en una nube. Esa parte lo ha hecho muy bien. Y ha sabido rodearse estupendamente. Miguel Ángel Rodríguez es un peso pesado de la política y el que ha vertebrado las operaciones de Díaz Ayuso hasta llevarla a esa victoria electoral, que no ha sido absoluta, pero que lo ha rozado.