Análisis

¿Perjudica la corrupción a los partidos?

Una mayoría de votantes culpabiliza a las siglas del partido origen de los corruptos, y una cantidad menor, a la otra parte del binomio, pues entienden que los dos grandes partidos comparten la responsabilidad en la lucha contra la corrupción

El Congreso de los Diputados, vacío
El Congreso de los Diputados, vacíolarazon

Casos de corrupción per se no son letales políticamente, pero cuando la corrupción es magnificada interesadamente por los medios de comunicación tiene un efecto muy negativo entre el electorado, especialmente en el bipartidista y más acentuado aún en el votante del partido afectado por el caso de corrupción. Vemos el diferente tratamiento informativo que se da a los casos de corrupción en el PP o en el PSOE. Esto es determinante para saber el alcance final que tendrá la difusión, ampliada o minimizada, del caso concreto de corrupción.

Basta recurrir a la hemeroteca de la última década para conocer el distinto castigo que los medios ponen a uno u otro partido. Pero en ocasiones el empleo como arma arrojadiza de la corrupción, con fines políticos, se torna, cual boomerang , contra el acusador de turno.

Siempre que un caso de corrupción ha sido convenientemente agitado y propagado, y en muchos de sus casos, provocando la lógica alarma social y conmoción en el electorado, el partido más afectado ha sido el de pertenencia de los imputados (PSOE o PP), pero en segundo lugar ha afectado también al otro gran partido nacional (PSOE o PP). La razón es que la mayoría de los electores españoles votan a estos dos partidos, considerados de Estado, o sistémicos, columnas que soportan la democracia parlamentaria española. Una mayoría de votantes culpabiliza a las siglas del partido origen de los corruptos, y una cantidad menor, a la otra parte del binomio, pues entienden que los dos grandes partidos comparten la responsabilidad en la lucha contra la corrupción, y cualquier caso aireado por los medios es una prueba del fracaso del bipartidismo.

Hay un ejemplo claro, paradigmático, que es el inicio del escándalo Bárcenas, en el mes enero de 2013. El PP llevaba un año en el gobierno tras arrasar, con mayoría absoluta, en las urnas en las elecciones generales de noviembre 2011 y el PSOE estaba en la oposición con el peor resultado de la democracia. Los populares habían reunido el 44.6% del voto y los socialistas se quedaron en el 28.8%, porcentaje que diez años después no ha logrado superar el PSOE. En febrero ya se detectaba en las encuestas que la abstención se disparaba. Siguió subiendo en marzo y en abril, y en mayo comenzó lentamente a remitir, y no alcanzó los niveles “normales” de enero de 2013, los inmediatamente previos al estallido del asunto, hasta llegado el mes de julio de 2014, año y medio para restablecer la confianza de los españoles en el sistema político.

Entre enero y abril de 2013 la abstención ante unas elecciones generales subió, del 40,5% al 55.4%. O lo que es lo mismo, la participación se desplomó al 44.6%, el mínimo histórico de la democracia. Un año después del escándalo, en abril de 2014, la encuesta de NC Report para el diario LA RAZÓN confirmaba los daños electorales sufridos por el bipartidismo en los últimos doce meses; el PP perdió 12,0 puntos y el PSOE 2.1 puntos. Al tiempo que los dos partidos alternativos de aquel entonces, IU y UPYD, ganaban con respecto a las elecciones de noviembre de 2011; 5,2 y 4,7 puntos, respectivamente. Meses después llegarían Podemos y CS, que debutarían en las europeas de junio de 2014.

Otro caso del efecto de la corrupción o de la presunta corrupción en política, o no esperar a la sentencia firme, es protagonizado por el PNV en mayo y junio de 2018. Por un lado este grupo vasco fue fundamental para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Una semana antes de la votación de la moción de Censura contra Rajoy, el PNV facilitaba que Cristóbal Montoro sacase adelante sus presupuestos. Pero siete días después dejó caer al gobierno, al sumarse a la galaxia de partidos conjurada para derribar el gobierno español. La sentencia de la trama Gürtel, recurrida, que fue utilizada como palanca para acabar con el gobierno de Rajoy. Hubo que esperar al 14 octubre de 2020 para que el Tribunal Supremo rectificara aquella sentencia de la Audiencia Nacional. Al día siguiente Rajoy emitió un comunicado de prensa, en el que se recogía textualmente “El 31 de mayo de 2018 afirmé ante el Pleno del Congreso de los Diputados que la sentencia Gürtel no condenaba al Gobierno de España ni a su presidente ni a ninguno de sus miembros, no condena a ningún militante del Partido Popular y no recoge ninguna condena penal contra el Partido Popular. En resumen, toda la justificación de la moción de censura está construida sobre la base de una enorme manipulación de una sentencia que no es firme y además tiene un voto particular.”

Semanas después de que triunfase la moción de censura muchos dirigentes políticos y algunos parlamentarios de los que apoyaron a Sánchez, manifestaban en privado o discretamente su incredulidad y sorpresa porque el PSOE organizara una mayoría con elementos de izquierda radical y anti constitucionalistas, que permitiría erosionar al Estado (como el tiempo demostraría), solo a cambio de llegar a la Moncloa.