Josep Ramón Bosch

El Rey ganará

Cataluña lleva años viviendo un déficit de calidad democrática, con actuaciones desleales de la Generalitat y de muchas de las entidades locales que vulneran la legalidad, con actuaciones que dañan la seguridad jurídica y limitan los derechos de las personas, la falta de neutralidad de las instituciones dominadas por el radicalismo y la demonización de los discrepantes provocando una suerte de muerte civil, mientras la decadente burguesía catalana se esconde asustada ante la lógica frustración que se expande entre muchos catalanes que creyeron que el proceso separatista sería un divertimento. Los independentistas tienen interiorizada la ominosa doctrina decisionista de Carl Schmitt, que supone la destrucción de la Constitución y del Estado de Derecho, y decidieron sustituir la institucionalidad deliberativa por la democracia aclamativa de las multitudes en las calles, ante el estupor de la mayoría de los catalanes silentes, la aparente desidia de las instituciones y la falta de una respuesta contundente de los partidos constitucionalistas. La hoja de ruta separatista ha quemado etapas de forma imparable y el llamado «problema catalán» sigue marcando el destino de los españoles.

Y es que el problema a resolver no es Catalunya, el problema es España. No hay solución, a corto plazo, al desafío separatista, el anhelo independentista sigue presente en el corazón de muchos catalanes, y es urgente empezar a trabajar un proyecto de futuro. Un nuevo relato de las relaciones entre Catalunya y el resto de España, para evidenciar que lo que para la mitad de los catalanes representa un freno o un obstáculo paraCataluña es, en realidad –y así lo ha sido desde hace siglos– uno enorme ventaja.

Sin embargo, la vía unilateral de ruptura, que de forma precipitada usaron para camuflar la corrupción, fracasó. Y así lo reconoció Oriol Junqueras en su carta. En Barcelona, y en el marco de la Reunión del Círculo de Economía, tuvo lugar un encuentro entre el Rey Felipe VI, y Pere Aragonès, president de la Generalitat, quien había asegurado que no iba a asistir, aunque cambió su decisión, para sorpresa del mundo separatista, que se ha tomado las fotografías divulgadas por la Casa Real, como una derrota.

La tensión entre la Generalitat y el Estado empieza a relajarse, a pesar de las bravuconadas de la secretaria general adjunta de ERC, Marta Vilalta, que aseguró que «el Rey no es bienvenido en Catalunya», arrogándose la representación de todos los catalanes, a pesar de que ellos siguen siendo minoría. Reacción de perdedores, aunque insistan en que volverán a hacerlo. Pero no lo volverán a hacer, el hartazgo del «procés», entre los catalanes, es cada vez más evidente. Sólo los «políticos presos», siguen actuando como argamasa del mundo independentista.

Excarcelar a los políticos y a los activistas independentistas es condición necesaria pero no suficiente para empezar a normalizar la situación en Catalunya tras años de excepcionalidad. El Rey ganó, el 3 de octubre del 2017, con su emotivo discurso en un momento trágico para España. En breve, los separatistas estarán indultados, inhabilitados y divididos.

La concesión de indultos parciales parece no tener marcha atrás. El Gobierno ha reconocido que podrían aprobarse esta misma semana y esta decisión tiene como objetivo trasladar a la opinión pública que el proceso soberanista ha acabado con la victoria de un Estado que se puede permitir ser generoso y que es necesario pasar página y abrir un nuevo tiempo político. El Rey firmará el indulto. Y el Rey de España ganará.