Gobierno

Moncloa, tras los indultos: «No resuelve lo de Cataluña»

En el Ejecutivo rebajan el optimismo 48 horas después de la medida de gracia, asumen que «no hay garantía de éxito», y recelan de las verdaderas intenciones de ERC: «No nos queda más remedio que confiar»

El Gobierno activó el martes la medida más ambiciosa y arriesgada para intentar resolver lo que definen como «conflicto político» en Cataluña. La transformación de Pedro Sánchez en este asunto ha sido total –de defender el cumplimiento íntegro de las penas, a conmutarlas– y la desconfianza mutua ha sido también la protagonista en la relación entre el Ejecutivo central y ERC. Fue así como naufragó la negociación para la aprobación de los Presupuestos en 2019, que acabaron desembocando en elecciones ese año. La dependencia parlamentaria de los republicanos acrecentó la debilidad política del Gobierno y, por extensión, mermó su capacidad negociadora. Ahora, la correlación de fuerzas sigue intacta, pero las dos partes han comprendido que una salida negociada les beneficia a ambas.

En Moncloa son conscientes de que se la juegan. Han dado un paso muy importante, con la esperanza de no haberlo hecho en falso. «No hay garantía de éxito», asumen en el Gabinete, horas después de activar tan «trascendente» iniciativa. En el Gobierno creen que los indultos marcan un punto de inflexión, una nueva etapa para encarrilar la relación entre España y Cataluña, con la expectativa de poder reparar heridas. «Es el momento propicio», confirman. Pero un momento en el que es necesaria una «profunda reflexión por parte de las partes implicadas», señalan inmediatamente. Desde el entorno del presidente se reconoce que la medida de gracia «no va a resolver lo que está pasando en Cataluña», pero confían en que pueda ser una palanca para abrir una ventana de oportunidad.

En el Ejecutivo espolearon, desde el mismo momento en que se aprobó la medida de gracia, a los independentistas. «El Gobierno ha dado un paso, ahora les toca a ellos», emplazan. Y eso es lo que esperan. La carta de Oriol Junqueras fue un gesto clave para la concesión de los indultos: para su justificación –se hizo referencia explícita a él en la argumentación de los mismos– y para desactivar el discurso de desgaste del «lo volveremos a hacer» que se utilizaba para cuestionar la medida de gracia. Ahora, la pelota vuelve a estar en el tejado de ERC y en Moncloa son plenamente conscientes del «coste político» que asume la formación, que también tiene abordar su propio debate interno. Los republicanos hacen equilibrios. Quieren los indultos, pero al mismo tiempo mantienen una pugna abierta con Junts por la hegemonía soberanista y tampoco pueden permitir que el Gobierno central rentabilice en exclusiva el «reencuentro».

Recelan de ERC

La actitud de Moncloa es de resignación cuando se les interpela por la fiabilidad de ERC. «No nos queda más remedio que confiar», resuelven. Sin embargo, en Moncloa existe plena convicción sobre el hecho de que no habrá reincidencia. «Hemos tomado precauciones, tenemos claro que no lo volverán a hacer», dicen sobre la condicionalidad de los indultos y la inhabilitación absoluta que sigue plenamente vigente. Sin embargo, las dudas son recíprocas y las expresó claramente el portavoz republicano, Gabriel Rufián, el miércoles en la sesión de control al Gobierno. «Le reconozco la valentía, pero ¿es valentía o necesidad?», le espetó a Sánchez sobre la concesión de la medida de gracia. A los republicanos tampoco se les escapa que son imprescindibles en la suma, aunque la legislatura ya no esté en peligro, una vez que se aprobaron las cuentas para 2021, que son prorrogables hasta el final del mandato. Sin embargo, la geometría variable con Ciudadanos que durante esa negociación pudo operar, ha quedado totalmente desterrada tras los últimos pasos de deshielo con Cataluña.

Ese deshielo cristalizará con la reunión entre Sánchez y Aragonès que se celebrará el próximo martes en la Moncloa y que será clave para la posterior convocatoria de la «mesa de diálogo» entre gobiernos. En el Gobierno central dan importancia a estos gestos que devuelven la institucionalidad y creen que el foro bilateral será decisivo para avanzar en la verdadera solución para Cataluña. Los indultos son solo el elemento desatascador, ante la concepción de que la cárcel era un callejón sin salida, pero será la «mesa de diálogo», que no se reunirá hasta después del verano, en la que se alumbren los resultados que permitan avanzar en el «reencuentro». Al menos, según las previsiones del Ejecutivo.