Cataluña

Felipe VI

El Rey asistirá a la entrega de despachos de los jueces en Cataluña

El Gobierno trabaja con Zarzuela para que Felipe VI vuelva a presidir la entrega de despachos a los jueces en Barcelona. Ayer Aragonès le plantó, en pleno deshielo con el Estado

El presidente del Gobierno y el Rey Felipe VI, ayer en el Automobile de Barcelona
El presidente del Gobierno y el Rey Felipe VI, ayer en el Automobile de BarcelonaDavid ZorrakinoEuropa Press

La entrega de los despachos a los jueces es un acto que tradicionalmente se celebra en septiembre en Barcelona –donde se halla la escuela judicial– y que el año pasado desencadenó una agria polémica, porque el Gobierno impidió la presencia del Rey. Entonces, desde Moncloa se esgrimió un argumento protector: había que evitar que el independentismo se echara en masa a la calle para boicotear la visita de Felipe VI, porque coincidía cerca de las fechas simbólicas del «procés», como el 1 de octubre, y la agitación por la inhabilitación de Torra como president. Un argumento, no obstante, que obviaba los equilibrios en los que se desenvuelve el Ejecutivo, que mientras salvaguarda la Monarquía debe contentar al mismo tiempo a Esquerra para cultivar su alianza de legislatura.

A pesar de que la Generalitat mantiene viva su guerra contra la Casa Real, el Gobierno ya trabaja con la Zarzuela para que el Rey Felipe VI esté de nuevo en Cataluña presidiendo la entrega de los despachos, una cita de máxima sensibilidad. Este año, eso sí, se celebrará previsiblemente en noviembre, alejado de las fechas más simbólicas del «procés». «El Rey tiene que estar en Cataluña», sostienen en Moncloa, que en las últimas fechas se han preocupado de multiplicar su presencia y arropar al Monarca en cada visita. En este sentido, también cabe reseñar que es un clamor entre los jueces y las tres principales asociaciones judiciales se han posicionado a favor de que venga. En la Generalitat, en este punto, muestran total indiferencia. «Ni entramos ni salimos en lo que haga el Rey», resumen en Presidencia, que también descartan introducir la Monarquía como moneda de cambio en sus negociaciones con el Estado porque solo están volcados en reclamar la autodeterminación y la amnistía, que son sus únicas dos exigencias para la mesa.

El Gobierno quiere proyectar que la Generalitat ha abierto una etapa de deshielo con las instituciones del Estado, pero parece muy lejos de la realidad. El nuevo Govern liderado por Pere Aragonès mantiene su veto al Rey Felipe VI: «A nuestros actos ni lo invitamos ni lo invitaremos», sostienen en Presidencia, que apuestan así por seguir la línea que impuso Quim Torra, que decretó una ruptura de relaciones con la Casa Real. Eso no quita que el propio president o miembros del Govern sí coincidan con el Monarca en determinados actos de gran relevancia para Cataluña, como el Mobile World Congress o el Salón Internacional del Automóvil.

Esta postura de máximos de Aragonès, que niega el reconocimiento a Felipe VI como Jefe del Estado, coincide en un momento en que Moncloa ha reactivado la mesa de diálogo y ha hecho de ella una de las claves del desarrollo de la legislatura: el PSOE es consciente de que tiene que ir bien para poder mantenerse en el Gobierno y, por ello, Pedro Sánchez pasa por alto la actitud hostil de la Generalitat hacia el Rey. No obstante, el presidente también tiene intención de seguir adelante con su apuesta por que el Monarca vaya a Cataluña.

Con Aragonès al frente del Govern, la Generalitat mantiene su ruptura con la Casa Real a pesar de que haya optado por reducir su beligerancia en el discurso. Con Torra o Carles Puigdemont, los ataques eran mucho más recurrentes y ahora tan solo se limita al veto a los actos de la Generalitat. De hecho, el president, forzado por los empresarios, se vio obligado a saludar al Monarca en su visita a las jornadas del Cercle d’Economía en junio, donde acudió acompañado por el Jefe de Estado de Corea del Sur. Ese gesto fue bastante simbólico porque envió una señal de distensión institucional, aunque sigue siendo un espejismo porque en la propia Generalitat se apresuraron poco después a minimizarlo.

Y es que Esquerra tampoco tiene sencillo dar un giro con el Rey porque su electorado no lo entendería porque es independentista y republicano y tiene a la CUP y JxCat muy encima presionando, preparados para echarse encima. De hecho, ayer mismo, coincidiendo con la visita del Rey y Pedro Sánchez a la inauguración del Salón Internacional del Automóvil, el Parlament aprobó una resolución para retirar las distinciones al Rey Juan Carlos I en la Generalitat y en las calles de Cataluña. No obstante, también es cierto que el independentismo empieza a pinchar en la calle y ya cada vez tiene más difícil lograr grandes concentraciones en rechazo a su presencia.