Análisis

La verdad de las Cuentas de 2023

La ciudadanía constata un cambio de relación entre PSOE y PP

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, cuyo concurso es vital para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, cuyo concurso es vital para la aprobación de los Presupuestos Generales del EstadoEduardo ParraEuropa Press

El electorado normalmente es benevolente con los cien primeros días de un gobierno, tratándolo con cortesía y no siendo muy duro con él. Pero los españoles hacen una excepción a la regla y lo juzgan muy negativamente; el 61,2% valora al Gobierno en este periodo de tres meses como mal o muy mal. La renovación ministerial ha sido un arma preelectoral, con la que afrontar el desgaste y las elecciones generales que posiblemente se anticipen en 2022, pero en solo tres meses ya ha perdido su presunta potencialidad para relanzar al PSOE, el 38,6% no observa ningún cambio con respecto al anterior Ejecutivo, e incluso el 37,4% considera que ha empeorado.

El cambio de clima político hace que el 52,5% de la ciudadanía aprecie un acercamiento del PSOE al Partido Popular. Hace una semana en la encuesta a votantes del PSOE publicada por LA RAZÓN, el 50,5% de los electores del PSOE era favorable a que se alcanzaran acuerdos de Estado con los populares.

La teatralidad con que se mantenían las relaciones entre los socios de este gobierno de coalición desde su inicio en 2020, único en Europa con ministros comunistas, que nació débil y así sigue, sin mayoría parlamentaria, que la debe buscar o mendigar entre enemigos de la Constitución Española, ya ha devenido en auténtico surrealismo. Lo que trasciende fuera de nuestras fronteras es que Sánchez se pliega en gran medida a las exigencias irracionales de sus socios comunistas, que chocan con la legalidad y la doctrina económica y fiscal de la Unión Europea y la de defensa de la OTAN.

Los dos socios buscan que la otra parte tenga un mal gesto o acción que pudiera considerarse un «casus belli» para declararse la guerra y romper la coalición. El negocio de la alianza no ha ido como creían, el partido socialista no remonta, sino que empeora sus resultados de 2019, así como Unidas Podemos.

Ninguno de los dos quiere pasar a la historia por ser el que tomó la iniciativa de la ruptura, pues ello precipitaría la disolución de las Cortes Generales y traería un gobierno presidido por el líder de los populares Pablo Casado. Pero el reloj corre en contra de los inquilinos de la Moncloa. En menos de un año deben fijar un techo de gasto y elaborar los restrictivos presupuestos de 2023. Prueba que no superará el gobierno de coalición. Por lo que la fecha de caducidad de esta coalición se cumplirá en un año aproximadamente y el elemento determinante será la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2023.

El déficit público alcanzó un récord en 2020 con un 10,9% sobre el PIB y para 2021 e incluso para el próximo 2022 se estima que no baje del 9%. Y en 2023% debe ser cero. A la vuelta de la esquina Bruselas volverá a exigir austeridad y equilibrio presupuestario en 2023. Será en el presupuesto de ese año, a elaborar en 2022, en el que se deban implementar los ajustes (eufemismo para referirse a recortes).

España como miembro de la Unión Europea debe iniciar en 2023 inexcusablemente un amplio programa de recorte del gasto público. Por lo tanto el presidente socialista Pedro Sánchez debe elaborar unos presupuestos enormemente restrictivos en el otoño de 2022, a medio año de las elecciones autonómicas y municipales y a un año de las generales. Las consecuencias serían la pérdida del apoyo parlamentario por parte de sus socios y la salida del gobierno de Unidas Podemos, además del enorme coste electoral que supone a un partido socialdemócrata el recortar el gasto social. Con la consiguiente decepción de su buena parte de sus votantes. Por lo que es altamente probable que se convoquen elecciones generales anticipadas en junio o septiembre de 2022, para evitar el trance para Sánchez de elaborar unos presupuestos «antisociales».

Las encuestas llevan seis meses avisando de la creciente desmovilización de las izquierdas, y de que el Partido Popular, entre los votantes del PSOE, se percibe cada vez menos como una amenaza y más como una esperanza. Como sucediera en las elecciones de 2011, con mayoría absoluta de Mariano Rajoy que supuso la dolorosa pérdida de 3,5 millones de votos del PSOE.