Estrategia

Moncloa se conforma con la abstención de ERC y PNV en la reforma laboral

Reforma laboral, el plan en la sombra. La estrategia se dirige a sacarla «in extremis» con los «síes» de la coalición frente al «no» de PP y Vox.

La puesta en escena de la negociación para validar en el Congreso la reforma laboral deja una imagen ya icónica de esta Legislatura. Ese choque cada vez más tenso entre Gobierno y sus socios, que obliga a recuperar el titular de «máxima tensión» en la mayoría de investidura o el de que el Ejecutivo «tira de Ciudadanos» para cubrir la falta de apoyo de sus costaleros parlamentarios. Los mensajes cruzados forman parte del decorado en el que todos saben que se necesitan por intereses distintos.

Con el «no» amenazante de PNV y ERC en el centro del escenario, Moncloa ve como salida «más factible», y es en la que trabaja, la de convalidar el decreto ley que recoge el acuerdo con los agentes sociales gracias a los «síes» del PSOE y de Unidas Podemos, que suman 155 escaños. Frente al «no» seguro de PP y Vox, que se quedan en los 141 diputados. Si se les llegase a unir Ciudadanos (Cs), aunque lo más previsible es que los naranjas se queden en el «sí» o en la abstención, tampoco superarían a la suma de la coalición. Y la convalidación depende de que haya más «síes» que «noes».

Este hipotético equilibrio no lo alteraría la oscilación del reparto de apoyos por parte de las distintas minorías, siempre y cuando se cumpla la previsión con la que trabajan discretamente en el PSOE. Sabiendo, sostienen, que el ruido forma parte del «teatro».

ERC y PNV no han hablado hasta ahora en ningún momento de esta posible abstención. Pero la idea está encima de la mesa de negociación y siempre sería una vía de escape, en el último momento, y después de que todas las partes hayan tensado la cuerda al máximo para quedar bien ante su parroquia.

El PNV está liberado de la presión sindical, porque en el País Vasco CC OO y UGT no tienen apenas representación, y el poder dominante está en manos de ELA y LAB. Esto explica su exigencia de que se respete el marco vasco de negociación. ERC no está en una posición tan cómoda por sus estrechos vínculos con CC OO.

De momento, en el fuego cruzado de ayer el Gobierno buscó refugio en el escudo argumental de que ésta es una reforma de Estado, de país, «y no tiene sentido dar la espalda a sindicatos y empresarios». El Ejecutivo juega a hacer ver a ERC que será capaz de desbloquear la negociación con el PNV, imprescindible para que el apoyo de Cs sea útil para poder convalidar el texto sin introducir cambios sobre él. Mientras, interpreta que la «radicalidad» del choque de los de Junqueras responde a su pulso con los morados por su competición política. Esto explica que ERC haya colocado en el centro de la diana el nombre de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, a quien les interesa más hacer «daño» en esta guerra que a Pedro Sánchez.

ERC y PNV mantiene su duelo por ver quién hace valer más su fuerza en Madrid, y esto obliga al Gobierno a recuperar el mantra de que está dispuesto a abrir el perímetro de los acuerdos en cuestiones fundamentales. Es pura gestualidad, porque en Moncloa saben que la convalidación de la reforma laboral con el voto en contra de los nacionalistas vascos y de los independentistas catalanes, y el «sí» de Ciudadanos, les abriría una crisis de primer nivel en la relación con sus socios de coalición.

La parte socialista del Gobierno también ha aprovechado las aguas revueltas para meterle una cornada por la puerta de atrás a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Está dentro de ese mensaje, que repiten como mantra, sobre que la reforma del mercado laboral «no es un proyecto de nadie», como insistió ayer el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. «Es de España, es del Gobierno y debería serlo de la mayoría de fuerzas».

Desde las filas socialistas reprochan a la vicepresidenta que quiera capitalizar el pacto, y en la misma línea ha apuntado ERC, al sugerir que ellos no están para apuntalar los proyectos personales de nadie, mensaje con el que también cargan contra la vicepresidenta.

El PNV insistió ayer en que su «responsabilidad» les lleva a defender la prevalencia de los convenios autonómicos frente al marco estatal, y que si esto no se garantiza, nuestro voto será «no», sin abstenciones tácticas. Así se manifestó el presidente del partido, Andoni Ortuzar.

Desde el PSOE, respondió la vicesecretaria general, Adriana Lastra. «El PNV es uno de los socios prioritarios con los que siempre acordamos. Es un socio confiable y alcanzaremos más pronto que tarde el acuerdo o los acuerdos en los que ya estamos trabajando».

Por el lado social, el Gobierno también sigue sometido a la presión de la patronal y de los sindicatos para que no se introduzca ninguna modificación en el pacto alcanzado.

Por otra parte, la portavoz socialista negó que el Gobierno haya abierto ya la negociación con Cs, por más que este partido insista en ofrecer sus votos para sacar adelante el acuerdo social. Es una oportunidad para Inés Arrimadas para poner en valor los 9 diputados que tiene en la Cámara Baja sin incurrir en contradicciones con el grueso de su programa electoral.