Inmigración ilegal

Las mafias de la inmigración están organizadas “militarmente”

Ordenan a los subsaharianos que unos se dediquen a atacar a los agentes para que otros puedan acceder libremente a territorio español

-Vista de las herramientas y el calzado empleados para el salto de la valla, después de que la valla fronteriza haya sufrido tres jornadas consecutivas de presión migratoria con intentos de entrada en los que han participado, en total, unos 4.700 inmigrantes. EFE / Miguel Osés
-Vista de las herramientas y el calzado empleados para el salto de la valla, después de que la valla fronteriza haya sufrido tres jornadas consecutivas de presión migratoria con intentos de entrada en los que han participado, en total, unos 4.700 inmigrantes. EFE / Miguel OsésMIGUEL OSESAgencia EFE

Se sabía que estaban en los alrededores de Melilla. Que podían ser hasta 5.000. Que en cualquier momento podían saltar el vallado por las zonas en las que no se ha colocado el nuevo sistema anti intrusión «peine invertido» y no se tomaron las medidas para evitarlo. Lo deseable es que Marruecos, como ha hecho en otras ocasiones, los hubiera alejado de la zona fronteriza, pero no siempre es fácil acometer este tipo de redadas sobre un contingente humano tan numeroso.

Además, pedimos a nuestro vecino del sur que se implique en la lucha contra la inmigración ilegal; lo hace (ahí están los agentes heridos el jueves que fueron llevados al hospital con pocas esperanzas de vida), pero, a la vez, de una manera incomprensible, como ocurrió el año pasado, damos a Rabat una «bofetada» donde más les duele: el Frente Polisario y su líder Brahim Ghali, con el que el presidente Pedro Sánchez se entrevistó hace unos días en Bruselas.

Dos saltos, el miércoles y el jueves, protagonizados por casi 4.000 subsaharianos, de los que más de 900 han vuelto a llenar el CETI. Rápidamente, como en otras ocasiones, se anunció el envío de refuerzos –unos 100 agentes—pero ahí radica uno de los problemas. Las plantillas de Guardia Civil, reforzadas con los MIR de la Agrupación Rural de Seguridad (ARS), y de la Policía Nacional (los sindicatos piden la presencia permanente de una UIP en la Ciudad Autónoma) son absolutamente insuficientes.

A ello hay que añadir la falta de medios para combatir una inmigración cada vez más violenta y organizada. Durante los saltos de esta semana, los agentes marroquíes detectaron que a algún individuo se le denominaba el «general» y a otros, los «oficiales», normalmente malienses, marfileños y burkineses. Tienen perfectamente estudiadas las tácticas, según han informado a LA RAZÓN agentes que han participado en el sistema anti intrusión: tres o cuatro inmigrantes la emprenden con un guardia para que otro u otros puedan pasar y, ya superada la línea de contención de la GuardiaCivil, dirigirse al CETI.

Se «sacrifican» unos para que otros lo consigan, pero lo hacen de una manera extraordinariamente violenta y no dudan en utilizar los garfios metálicos (todos iguales, fabricados por algún herrero en Marruecos) para atacar a los agentes, a algunos de los cuales han estado a punto de degollar. Las piedras, la cal y los palos también son utilizados de forma contundente, causando politraumatismos.

Todo esto ocurre porque la política del «buenismo», que comenzó con la retirada de las concertinas y la prohibición del uso de material antidisturbios, ha provocado una situación inédita y anormal en lo que a contención de problemas de orden público se refiere: los guardias, con la sola protección del casco, la defensa y del chaleco anti trauma (les han dado gas pimienta, pero casi siempre, por el aire, se vuelve contra los propios agentes, por lo que mejor es no utilizarlo), se tienen que enfrentar cuerpo a cuerpo con los inmigrantes. Y los resultados ahí están, con la decena de heridos que han tenido que ser atendidos en los hospitales.

Hay que poner en marcha, de manera urgente, los acuerdos de readmisión de los inmigrantes, modificar la legislación, sin complejos, implementando medidas que disuadan la inmigración ilegal y menos aun haciéndolo con la violencia que ejercen sobre la guardia civil o policía. ¿A qué se esta esperando, que se produzcan más bajas o muertes entre los guardias civiles?.

Algo está fallando en Melilla desde hace muchos años y tienen que ocurrir hechos como los de esta semana para que, a toda prisa, acudan las autoridades a Melilla, anuncien refuerzos y...hasta la próxima. Como recuerda un agente, se escandalizaban al ver a los inmigrantes atrapados en las concertinas, pero no les conmueve ver a los numerosos compañeros heridos, precisamente por esa falta de medios antidisturbios, que sí se utilizan en la Península y en todas las unidades antidisturbios de Europa, como pueden ser vehículos con cañones de agua y pimienta a distancias de 25- 30 metros, con los que se pueda disuadir e impedir los saltos de la valla sin que se les cause lesiones y, lo más importante, sin que los guardias civiles tengan que soportar agresiones y atentados con toda impunidad.

El efecto llamada que generan estas entradas, en la manera que se están produciendo, es tal que, si no se pone fin de inmediato, las consecuencias pueden ser muy lamentables.

Las distintas asociaciones de la Guardia Civil y sindicatos de Policía Nacional con las que ha consultado LA RAZÓN coinciden en el diagnóstico antes citado, pero subrayan otro factor que se echa en falta: un sistema de alertas que permita estar preparados cuando se llega una avalancha y no se topen con los inmigrantes cuando están en el vallado.