Lucha contra ETA

Mónica Muñoz: «Los etarras casi viven mejor que muchas víctimas que se quedaron con míseras pensiones»

Hija del TEDAX Andrés Muñoz, asesinado en 1991 junto a otro compañero cuando se disponían a desactivar un explosivo

Mónica, hija de un policía nacional (Tedax) fallecido mientras intentaba desactivar un explosivo enviado por ETA en 1991
Mónica, hija de un policía nacional (Tedax) fallecido mientras intentaba desactivar un explosivo enviado por ETA en 1991Alberto R. RoldánLa Razón

La Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) llama a manfiestarse hoy a las 12:00 en la Plaza de Colón para decir «basta» al Gobierno de Pedro Sánchez y su ministro del Interior. Advierten de que «no todo vale por conservar los sillones del Congreso ni de La Moncloa» y recuerdan que «con las víctimas del terrorismo no se mercadea».

En marzo de 1991 el comando Ekaitz de ETA envió un paquete bomba al presidente de Construcciones Atocha S. A., Jesús Gallego a la oficina de la empresa en la madrileña calle de Ortega y Gasset. La firma había logrado contratos de ejecución de las obras de la autovía de Leizaran, entre Navarra y Guipúzcoa, infraestructuras a las que la banda terrorista se oponía.

El padre de Mónica, Andrés Muñoz, era subinspector del Cuerpo de Policía y miembro de los TEDAXy, junto a su compañero, Valentín Martín, fueron asesinados al intentar desactivar el paquete-bomba que ETA había enviado.La banda terrorista manufacturó el artefacto con diversas trampas con el fin de que los desactivadores de explosivos recibieran el impacto de la deflagración.

Andrés Muñoz estaba casado y tenía tres hijos. Mónica, su hija recuerda que aquel día su padre, que solía trabajar 24 hora y libraba 5 días le había pedido prestado el coche porque el suyo estaba estropeado. «Le dije que no podía, y se lo dejó mi hermano. Me fui a trabajar, y cuando llegué a casa a las 21:30 de la noche escuché que había habido un atentado. Fue mi hermano el que me dio la noticia de que habían matado a mi padre». De entonces recuerda cómo estuvo aquella noche velando el cuerpo en Canillas sin saber bien qué había pasado. «No entiendes que tu padre, con 51 años se vaya a trabajar y no vuelva. En la familia hemos estado muy unidos y hemos hablado mucho de mi padre. Está presente siempre».

Mónica subraya que «a nuestras víctimas les debemos la justicia, la memoria, la dignidad y la verdad» y por eso insta a la sociedad a manifestarse hoy en contra del Gobierno, de la política penitenciaria que está llevando a cabo, y en contra del ministro del Interior.«Grande- Marlaska se ha olvidado totalmente de nosotros. De juez luchó mucho por el terrorismo, pero ahora debe valer demasiado su sillón. Negocia con etarras y no con las víctimas que sería con quien se tendría que reunir» algo que le hace sentir «mucha rabia». «Aún lloramos a nuestras víctimas», subraya mientras conocen el goteo de etarras que son acercados a las prisiones del País Vasco con el extra de los homenajes. «Nos llena de dolor».

Mónica cree que la sociedad «está pasiva» con todo lo que acontece, «porque ETA no mata, porque está en las instituciones». Además, indica que la banda «está mejor que cuando mataba. Como no hay sangre, no ven tanto dolor y daño. Es como si el sacrificio de todos nuestros muertos no hubiera servido de nada». Critica los beneficios penitenciarios: «No se les debería tratar como presos comunes» a los etarras que «casi viven mejor que muchas de nuestras víctimas que se han quedado con míseras pensiones o pidiendo ayudas a la asociación para mantenerse».

El etarra Urrusolo Sistiaga –quedó en libertad tras la doctrina Parot- y a Juan Jesús Narváez Goñi, recuerda que fue capturado en México. «Cuando les cogieron y les juzgaron fuimos al juicio en la Audiencia Nacional». A Urrusolo le ha podido ya ver «dando charlas, hace tres o cuatro años en el País Vasco en unas jornadas». «Nos sentimos ninguneados porque hemos perdido el apoyo de nuestros gobernantes». «No matan, pero tampoco se arrepienten».