Elecciones

Objetivo del PSOE: un millón de votos en Andalucía (su peor resultado)

Los socialistas no contarán con el «efecto Sánchez» y su candidato es desconocido

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma MorenoJUNTA DE ANDALUCÍAJUNTA DE ANDALUCÍA

Los partidos políticos andaluces están calentando motores y engrasando sus maquinarias electorales de cara a unas elecciones que todos dan por inminentes. El presidente Moreno Bonilla se está tomando su tiempo para fijar la fecha electoral. «Se lo está pensando», dicen en su entorno. Sobre la mesa las fechas del 19 y el 26 de junio, aunque nadie tiene el cuajo para descartar incluso una fecha en día laborable. El adelanto sería casi técnico porque deberían realizarse a finales de año. O sea, que apenas se adelantarían seis meses. En el PP coinciden desde quienes no quieren adelantarlas –Elías Bendodo– hasta los que apuestan por adelantarlas –Juan Bravo–, ambos en la ejecutiva de Feijóo aunque todos dejan las manos libres al presidente para tomar su decisión. La tensión está en máximos porque los tiempos empiezan a ajustarse y si no se hacen en junio habrá que esperar a otoño, porque la ley electoral no permite elecciones en julio o agosto. Nadie lo espera, pero la decisión solo es del presidente andaluz.

En la oposición, ambiente variado. Vox apuesta por el adelanto manteniendo la incógnita de su candidato, con Macarena Olona calentando banquillo y la dirección nacional sin tomar ninguna decisión. Podemos y los grupos a la izquierda del PSOE tanteando movimientos para evitar la dispersión de voto –léase el descalabro– con una candidatura conjunta y con Yolanda Díaz con cara de póker y de perfil. Ciudadanos totalmente en contra porque Juan Marín, aunque lo niegue, es consciente del batacazo que se avecina. Y por último, el PSOE ,que ha variado su posición en las últimas horas. El secretario de organización, Noel López, dijo el martes que el adelanto «no tiene uso de razón ni sentido». Ese mismo día el candidato Juan Espadas amparó avanzar las elecciones al afirmar que a Moreno Bonilla «ya le está faltando tiempo para que los andaluces decidan» y que la incógnita electoral solo sirve para tapar «la incapacidad de gestión».

Los socialistas afrontan estos comicios con múltiples incógnitas. No podrán contar con el «efecto Sánchez» por el desgaste del Ejecutivo central; el candidato Juan Espadas no ha tenido tiempo para darse a conocer, como reconocen en privado dirigentes del partido, a pesar de que se ha trabajado las agrupaciones locales, el poder territorial del PSOE andaluz que controla el 65% de los ayuntamientos aunque no están en su mejor momento; y no tiene tirón electoral ni valor añadido a la marca PSOE y las encuestas –todas- avanzan su derrota. Espadas lleva un año al frente del partido aupado por Pedro Sánchez –con Santos Cerdán, secretario de organización como gran muñidor– tras derrotar a Susana Díaz. La exsecretaria general ganó las elecciones de 2018 con el peor registro del PSOE andaluz: 1.010.000 votos, cuatrocientos mil menos que en 2015. Ahora el PSOE afronta los comicios intentando repetir, como mínimo, este pésimo resultado y las previsiones no son halagüeñas. «No os preocupéis», dicen en el núcleo duro del socialismo andaluz, «tenemos encuestas que nos dan mejores resultados que los que se han publicado», añaden, aunque nadie ha visto estos estudios demoscópicos.

Revalidar los datos de 2018 es el objetivo, porque a pesar de las palabras de cara a la galería, la realidad se impone. El PP no perderá como en 2018, sino que ganará, y la izquierda tiene difícil armar una mayoría alternativa. Lo importante es mantener ese suelo electoral pensando en Andalucía, pero también en la inminencia de las autonómicas y municipales de mayo del 23, y en las generales. Conclusión, el PSOE tiene un mal estado de salud y se conforma con repetir los calamitosos resultados de hace cuatro años. Un millón de votos se está convirtiendo en el mal menor y en un mal síntoma para el conjunto del partido en el resto de territorios.

De momento, nadie abre la boca ni dice una palabra más alta que otra, pero las miradas se centran en Andalucía. Una derrota estrepitosa por debajo del millón de votos, o como máximo repetir resultados, es la antesala de unos malos resultados en las elecciones que vienen y que afectan a la espina dorsal del socialismo que ahora controla Castilla-La Mancha, Canarias, Baleares, Valencia, Asturias, Aragón y Extremadura. Quizá, en algunas autonomías se agite eso, ahora repudiado, de que gobierne la lista más votada. La última referencia electoral, Castilla y León, no ayuda al optimismo y marca una tendencia. El socialismo perdió con respecto a 2019 algo más de 115.000 votos. Si se repite este pinchazo en Andalucía, con lo que representa esta región en el conjunto del partido, el año electoral del 23 se presenta negro, con el agravante de la crisis económica y la situación geopolítica de la guerra de Ucrania que está dando al traste con el principal valor electoral del PSOE de Pedro Sánchez: la economía.