Iglesia-Estado

Bolaños, a la (re) conquista de Francisco en el Vaticano

Tras la decepción generada en los obispos españoles, el ministro de la Presidencia se verá el lunes con el Papa

El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, durante la sesión plenaria de ayer en el Congreso
El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, durante la sesión plenaria de ayer en el CongresoMARISCALAgencia EFE

El próximo lunes, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, conocerá al Papa Francisco. El máximo responsable de Moncloa de las relaciones con la Iglesia católica viajará hasta Roma, según ha comunicado el Gobierno, en el marco del «diálogo constante con la Iglesia católica en España que ha permitido alcanzar acuerdos». Sin entrar en más detalles, el Ejecutivo ha manifestado que «el ministro Bolaños se siente honrado de tener la oportunidad de intercambiar opiniones con Su Santidad y trabajar en los distintos temas de interés común entre el Gobierno de España y la Iglesia Católica».

Lo cierto es que se trata de la primera visita de Bolaños, que tiene lugar siete meses después del encuentro del Papa argentino con la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y más de un año y medio después de que Pedro Sánchez desembarcara en el Vaticano. Esta visita del presidente socialista es la única de un mandatario internacional en la que el pontífice argentino decidió compartir a micrófono abierto lo tratado en una audiencia, puesto que desde la Santa Sede se temía que la imagen del Papa fuera manipulada con intereses partidistas. De hecho, Francisco instó a Sanchez a «hacer patria con todos» y no dejarse llevar por las «ideologías».

Entre los temas posibles que puede presentar Bolaños al pontífice podrían encontrarse una futurible ley de libertad de conciencia –que se podría recuperar del cajón donde la dejó el equipo de Rodríguez Zapatero– o abrir el melón de la Obra Pía, la entidad que gestiona los bienes de la Iglesia española en Roma y donde tiene un papel definido el Estado. A priori, parece poco probable que el ministro se acercara con una posible reforma de los acuerdos Iglesia-Estado bajo el brazo.

Sí es posible que Bolaños busque manifestar al Papa su buena voluntad de acción frente a los recientes desencuentros que generó con el presidente del Episcopado, el cardenal Juan José Omella, referido a la cuestión de los abusos en el seno de la Iglesia. «Si es lo que busca se va a encontrar con buenas palabras, pero con un muro», expone un eclesiástico vaticano, que detalla que el Papa estaría al tanto de la decepción que el Gobierno ha generado en el purpurado español después de la que se considera una «doble traición a la lealtad» por parte de Bolaños.

En primer lugar, por la manipulación informativa generada desde Moncloa sobre el informe de las inmatriculaciones, favorable a la Iglesia, pero que se tergiversó de forma intencionada a algunos medios. Por otro lado, por la «falta de honestidad» a la hora de solicitar la colaboración de los obispos a la hora de poner en marcha la Comisión del Defensor del Pueblo. Eso, sin contar con las reformas legislativas de la eutanasia y el aborto, que suponen otros temas de fricción, no solo para el clero español, sino particularmente para el sucesor de Pedro, como garante de la defensa de la vida que el propio Francisco abandera frente a la llamada «cultura del descarte».

Es más, con este malestar, tanto en las sacristías de Roma como en España, están alerta sobre las intenciones del ministro de Presidencia, tanto de puertas para adentro como ante la opinión pública. Moncloa cuenta a su favor con la buena impresión que ha causado tanto en la Secretaría de Estado como en el entorno papal el aterrizaje de la exministra de Educación, Isabel Celaá, como embajadora, a quien se la considera «simpática, inteligente y astuta», cuando no lleva ni medio año destinada en Roma.