Blindaje en Madrid
La seguridad en la cumbre de la OTAN: de revisar las armas que traen los países a «encapsular» a 30 delegaciones
Interior ultima los detalles del reto más importante que afronta este año: garantizar la seguridad de todos los mandatarios el 29 y 30 de junio
El reto es evidente. A pesar de la sobrada experiencia de Madrid en albergar todo tipo de grandes eventos y visitas oficiales que exigen un minucioso diseño de los dispositivos policiales para adaptarlos a cada situación, pocas veces el Ministerio del Interior se encuentra en la tesitura de tener que garantizar la seguridad de 30 mandatarios mundiales a la vez con sus respectivos equipos en el contexto de una guerra europea y con la alianza militar en el punto de mira.
La próxima cumbre de la OTAN, que se desarrollará en la capital los próximos 29 y 30 de junio, supone todo un desafío desde el punto de vista de la seguridad y un «escaparate» al mundo de las Fuerzas de Seguridad españolas, que ya llevan meses trabajando en la cita. La Secretaría de Estado de Seguridad, dependiente del Ministerio del Interior, lleva la tutela del dispositivo en el que participarán miles de policías y guardias civiles para velar por la seguridad de las delegaciones, las sedes y los recorridos.
Grupos prorrusos
Hay grupos que ya llevan muchos meses trabajando en tareas de Información para conocer y analizar los riesgos a los que se enfrentan quienes organizan la cumbre y sus asistentes: desde manifestantes «antiOTAN» que llegarán a Madrid desde toda Europa hasta el análisis de la amenaza yihadista y grupos prorrusos, teniendo en cuenta que España se encuentra en el nivel 4 de alerta antiterrorista.
Todo ello sin contar con los «fijos» en tipo de eventos de máximo riesgo, como agentes de Subsuelo, guías caninos o especialistas en desactivación de explosivos, TEDAX. «Lo complicado no es ya solo diseñar un dispositivo a la altura del evento sino coordinarte con la seguridad que cada país traerá: policías de cada estado y seguridad privada», asegura un mando policial.
En este sentido, uno de los aspectos que más preocupa es la dificultad de «encapsular» a las 30 delegaciones que se darán cita los dos últimos días de junio en Madrid. «Cada cápsula supone muchos agentes con distintas funciones. Pues eso multiplicado por 30: uno para cada país», explica la misma fuente. Es decir, cada delegación llevará «pegado» un número determinado de agentes cubriendo cada movimiento que hagan, no solo durante el desplazamiento del hotel asignado a Ifema –donde se desarrollará la cumbre–, sino desde que pongan un pie en nuestro país y hasta que se metan de nuevo en su avión.
«En realidad, si nos ponemos precisos, no es solo desde que pisan, sino que desde que comienzan a sobrevolar aguas españolas ya son nuestra responsabilidad, también en el aire», apuntando a que también la seguridad vigilará posibles ataques aéreos. «Un simple dron te puede suponer un quebradero de cabeza, hasta que lo neutralizas, compruebas quién era... Lo importante es que no dejamos un cabo suelto», señala.
Y es que está previsto que el grueso de los mandatarios lleguen a distintos aeropuertos que, por seguridad no quieren precisar aunque, además de Barajas en Madrid opera el militar de Torrejón y la base aérea de Cuatro Vientos.
La Guardia Civil es la encargada de la seguridad en la zona de pistas del aeropuerto y control de mercancías, mientras que Policía Nacional tiene las competencias en control de pasaportes y personas. Una de las labores más importantes en ese primer momento que aterrizan es de los agentes de la Guardia Civil, que deberán comprobar, entre otros asuntos, si las armas que trae cada delegación son las acordadas. Durante estas semanas previas cada comitiva debe comunicar las armas que pretenden introducir en España y los agentes de la Guardia Civil deben comprobar, según la legislación, si son aptas.
Vigilar los recorridos
También serán los del Instituto Armado quienes vigilen, por sus competencias en Tráfico, el recorrido hasta su lugar de hospedaje, en coordinación con las policías locales. A partir de aquí, el grueso del dispositivo estará en manos de Policía Nacional y, en particular, de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana con sus diferentes unidades. Una de las más importantes será la Unidad Central de Protección, los llamados «escoltas» y agentes de Protecciones Especiales, que se encargan de blindar personalidades y edificios.
También formarán parte del dispositivo agentes de otras unidades como Caballería, GEO (en prevención) o UIP –los llamados «antidisturbios»– y sus hermanos pequeños, la UPR. Ambos podrán responder a cualquier intento de boicot de la cumbre por parte de grupos antisistema que ya se han citado en Madrid para protestar contra la alianza militar.
“Encapsular” a las delegaciones
Aunque muchos de los hoteles cercanos a Ifema ya están reservados para algunas comitivas, no todas las delegaciones han elegido las afueras de la capital y han preferido hospedarse en céntricos hoteles como el Palace o el Four Seasons. «Para nosotros sería más cómodo tenerlos a todos juntos pero ellos no quieren. Hay que tener en cuenta que perciben más riesgo: ese lugar sería un objetivo con más probabilidades de ataque ya que debes sumar el riesgo individual de cada país».
El hecho de que haya que «encapsular» a una delegación por el centro de la capital al ir y volver de Ifema complica sobremanera el dispositivo de seguridad ya que multiplica la probabilidad de puntos desde los que se podría atentar y supone una ingente cantidad más de efectivos policiales destinados a la seguridad no solo en esas horas sino también en tareas previas de reconocimiento del recorrido. «Ya ocurrió cuando la proclamación de Felipe VI: hubo que mirar los pisos y habitaciones de hostales que daban a la calle del recorrido», puntualiza otro responsable policial.
Una “millonada”
Todo esto teniendo en cuenta, además que Madrid ya será un hervidero de turistas dado que justo al día siguiente de que concluya la cumbre, el viernes 1 de julio, arranca la semana del Orgullo Gay. Para este evento también suele haber problemas con los policías que se apuntan voluntariamente a doblar turnos, por lo que los sindicatos policiales ya han comenzado a criticar que no saben de dónde van a sacar a tantos agentes para poder cubrir con garantías la seguridad de todos. «Estamos en lo de siempre: si detraen efectivos de otras provincias o otros puntos de Madrid, el ciudadano de esa zona quedará más desprotegido esos días y eso se ha traducido siempre en mayor inseguridad. No solo butroneros o atracadores pueden hacer su agosto al saber que hay pocos agentes por el barrio sino que una víctima de violencia de género puede quedar desatendida», critican.
Cuestión aparte es la «millonada» que supone para el Estado, aseguran, albergar un evento de esta magnitud en dietas, desplazamientos de los agentes, además de nocturnidad y horas extras. «Organizar algo de este calibre es mucha responsabilidad y tiene un coste enorme. Los únicos que se frotan son los hosteleros», zanja.
Una grieta de seguridad a 10 días de la Cumbre
Cuando Madrid parecía estar ya blindado, el edificio que se presupone más vigilado de la capital, el complejo policial de Canillas –sede de los servicios centrales– ha sufrido una grieta en su seguridad. El hecho de que un menor se colara la pasada semana en el edificio y robara dos pistolas y munición no ha beneficiado a la imagen de seguridad. Se trata de un menor de 16 años, que escaló el muro de unos tres metros que delimita el complejo, accedió a las taquillas de los agentes, de donde sacó las armas y volvió a salir trepando. Fue detenido dos días después.
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