Antonio Martín Beaumont
La desmemoria
No se puede permitir que los Bildu de turno reescriban los años de terror de ETA
Algo está averiado en la democracia española cuando 340 criminales etarras han sido homenajeados como héroes este año en el País Vasco, mientras algunos ertzainas veinteañeros, los constitucionalistas o el hijo del líder del PP vasco, Carlos Iturgaiz, tienen que «salir por piernas» para que los filoetarras no les apalicen. El mundo al revés. El odio y la violencia imponiéndose a la libertad.
Por desgracia, también en esto Pedro Sánchez ha dinamitado el legado de cinco décadas y seis presidentes del Gobierno para echarlo todo por la borda en apenas dos años. La fórmula elegida para pagarse, gracias a los diputados de Arnaldo Otegi, el alquiler de La Moncloa puede que le resulte rentable a él, pero es demasiado dolorosa para la mayoría de los españoles con memoria.
Que con Sánchez todo lo que puede ir mal, va a peor, es casi un axioma. Pero alimentar a la «bestia» etarra y abrirle la jaula cuando estaba encerrada y moribunda debería hacer reflexionar a ese PSOE que aún no ha perdido la cordura, ni la dignidad ni la capacidad de recordar. No se puede permitir que los Bildu de turno reescriban los años de terror de ETA.
Esta misma semana sonó desgarrador el testimonio roto de Toni Santiago, la madre de Silvia, la niña de 6 años asesinada en Santa Pola el 4 de agosto de hace 20 años por las alimañas terroristas Óscar Zelarain y Andoni Otegi. Ese crimen removió las conciencias y desató una unánime respuesta política y social que desembocó en la ilegalización de Batasuna por el Gobierno de José María Aznar. Pues bien, ambos terroristas están hoy en la lista de los asesinos «acercados» al País Vasco por Sánchez y Fernando Grande-Marlaska, su incomprensible «tonto útil».
Cuesta mucho entender que el brazo político de la banda asesina haya pasado en 20 años de estar fuera de la democracia –como grupo mafioso y paria antisistema que era– a tener un asiento tan principal en el timón español como para «obligar» al Gobierno a beneficiar (cuando no excarcelar) a sus pistoleros, que, sin arrepentirse ni aclarar los asesinatos por resolver, se han erigido además en notarios de la «verdad» con esa estrambótica ley de Memoria Democrática que le han dictado al Partido Socialista. ¿Merece tanto la pena seguir disfrutando del Super Puma, el Falcon o el veraneo en La Mareta como para perder la vergüenza política?
Lo peor es que la «serpiente» nunca tiene suficiente. Como ha denunciado la AVT, apenas 44 etarras cumplen sus condenas fuera del País Vasco. Los asesinos están en cárceles gestionadas en exclusiva por el PNV. Ya decía el desaparecido Xabier Arzalluz que «unos mueven el árbol y otros recogen las nueces». Ahora, con el aliento de unas bases de EH-Bildu crecidas y envalentonadas, que imponen su visión y no descartan gobernar pronto su tierra de la mano del sanchismo.
Porque, no se olvide, Sánchez va a tener que seguir pagando la renta a Otegi hasta diciembre de 2023. La expulsión de suelo vasco de los agentes antiterroristas del CNI, desvelada esta semana, es otra prueba de ello. Como le dijo Pilar Ruíz, madre del policía municipal socialista acribillado a balazos Joseba Pagazaurtundúa, al futuro lendakari y hoy portavoz en Ferraz, Patxi López, en el segundo aniversario del asesinato de su hijo: «Ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre».
De todos los rotos irreparables que nos va a dejar Sánchez como herencia, el de la humillación a las víctimas tal vez no sea el más indigerible electoralmente. Por desgracia. Hay al menos dos generaciones de españoles para quienes los años del «tiro en la nuca» o el «coche bomba» no significan nada. Un drama nacional y una tara que nuestra historia democrática deberá recomponer en cuanto se pueda. Una traición a los mil asesinados, a sus seres queridos y a los miles de servidores públicos que se dejaron la piel, la salud y la vida para que todos viviésemos en libertad. Y que nunca alzaron la voz ni se tomaron la justicia por su mano. Jamás. Tan solo piden Memoria, Dignidad y Justicia.
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