Estrategia

Feijóo estrecha lazos con el tejido productivo y social

El plan es competir con Sánchez en el apoyo a la clase media y trabajadora, no molestar a nadie y tejer alianzas con industria y empresas a nivel territorial

El Gobierno de coalición se la juega en este año electoral en dar credibilidad al mantra de que es el «Robin Hood» de la clase media y trabajadora frente a los «poderosos» y frente a la «derecha». Mientras, el PP ha decidido acelerar la puesta en marcha de su maquinaria electoral, y su plan estratégico tiene como «leit motiv» no permitir que la izquierda se cuelgue la medalla de que es la protectora de los trabajadores.

Un pulso de discursos y de medidas entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo que nos acompañará hasta las generales, y en el que la diferencia está en que Génova quiere, o necesita, mantener el equilibrio entre las políticas sociales, y el discurso más cercano a la calle, y la imagen de que es un partido que se ocupa y cuida a los actores generadores de riqueza y de empleo. Ganar voto por el centro y la izquierda sin perderlo por la derecha. El segundo lo ven más seguro, y el primero, les exige más esfuerzo.

El líder popular y su equipo están haciéndose una completa agenda, con discreción, y que va mucho más allá de los «poderes ocultos», las grandes empresas del Ibex, que son «marca España», pero a las que la izquierda hoy acusa de insolidarias.

Frente a la estrategia del Gobierno, Génova ha puesto en marcha un plan de expansión sobre el terreno, priorizando el «tú a tú» con el ecosistema económico, industrial y financiero.

Madrid es una «plaza» que el PP cree que tiene controlada por la vía de la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. De hecho, Feijóo y Ayuso mantienen conversaciones casi diarias para coordinar estrategias, lo que no implica «que tengan que decir los dos lo mismo». En los cálculos que hacen en Génova y en Sol Ayuso tiene a su alcance una mayoría absoluta, «y teñir de azul toda la zona sur de Madrid». Ahí es donde trabajan los estrategas de Ayuso: «en barrer a los alcaldes socialistas del cinturón rojo».

Y Feijóo y su equipo han comenzado ya su acercamiento a la política y a la economía de las provincias porque consideran que «territorializando» la respuesta a los problemas tienen más capacidad para ensanchar su bolsa de voto. La interparlamentaria que el PP celebra este fin de semana en Toledo es el pistoletazo de salida de las autonómicas y municipales de mayo, una meta volante en la que el PP pretende «pintar el mapa de azul» como antesala de las generales. Están convencidos en Génova de que se va a repetir el ciclo del año 96 y de 2011, es decir, que las municipales serán el prólogo de una amplia victoria en generales. «La reestimación real del CIS nos da siete puntos arriba en generales», explican en el equipo estratégico.

Valencia, Baleares, Extremadura, Canarias y Aragón están en el punto de mira del vuelco que los populares esperan de las autonómicas. Y en clave municipal están perfilando el mapa de «plazas» en las que pueden aspirar a desbancar a la izquierda. «Las perspectivas son espectaculares, la clave es cuántas mayorías vamos a ser capaces de conseguir para no necesitar a Vox en el gobierno», comentan con cierta euforia.

Para avanzar en la creación de ese ecosistema productivo y social, que sostenga una victoria del PP en las próximas generales, los gurús electorales del PP centran la acción en cuatro lemas: no movilizar a la izquierda, no dar miedo a nadie, competir con Sánchez en el terreno social y no enredarse en debates ideológicos. «Ni siquiera aunque sea Vox el que los plantee». A diferencia de la anterior dirección, este equipo cree que la situación económica pone sordina a todas las demás cuestiones, que pasan a un segundo plano. Tomaron nota del coste para Mariano Rajoy de centrarse sólo en la gestión, pero en la operación «destino Moncloa» sus análisis dicen que no es momento de perderse en batallas como la del aborto ni en debates que dividen al partido y que no son un granero de votos. Sin renuncias doctrinales, el foco «no debe desviarse del objetivo de que nuestra alternativa esté ligada a las palabras crecimiento, empleo y generación de riqueza».

El partido está eufórico ante las expectativas electorales que manejan, y esto se está trasladando en la movilización territorial, aunque también tiene el riesgo de caer en la complacencia. Ayer Feijóo se dio un baño de masas en Castilla-La Mancha: «Nos dicen que somos los poderosos, pero la gente a quien aclama en la calle es a Feijóo», aireaban, a última hora de la tarde, desde el equipo del líder. «Este es el CIS de la calle».

La militancia del PP ha vuelto a movilizarse como en los tiempos de las mayorías del partido, pero hasta las generales queda un camino muy largo en el que las posibilidades de Feijóo dependerán de la evolución económica y de la eficacia del colchón social que impulse el Gobierno con la recaudación extraordinaria por la inflación y con los fondos europeos.

La crisis de inflación y la recesión productiva son un cóctel explosivo. «El Gobierno pide un pacto de rentas, pero el primero que tendría que aplicarse ese pacto de rentas, y dar ejemplo, es él, renunciando a una recaudación extraordinaria que donde mejor está es en el bolsillo de la clase media y trabajadora», repiten, machaconamente, en la «corte» de Feijóo.