Fiesta Nacional
El 12-O recupera la normalidad pospandemia
Los militares desfilaron sin mascarillas, hubo aglomeraciones y los corrillos regresaron a Palacio
Más normalidad incluso que la que se esperaba. Los dos principales actos del Día de la Fiesta Nacional (desfile militar y recepción real) recuperaron ayer todo su esplendor después de dos años reducidos y con limitaciones como consecuencia de la pandemia de coronavirus. Ni mascarillas ni distancia de seguridad ni aforos limitados. Todo lo contrario: caras descubiertas, abrazos, besos y aglomeraciones, tanto en exteriores como en interiores. Un 12-O, en definitiva, como, por ejemplo, el de 2019.
Esa vuelta a la normalidad se palpaba ya desde los días previos, cuando se anunciaba que en el desfile participarían más de 4.000 efectivos, 150 vehículos y 84 aeronaves, lejos ya de los 2.500 uniformados de 2021 o los apenas 500 de 2020, cuando se celebró en el Palacio Real (sin público). Así que los ciudadanos no quisieron perdérselo y miles de ellos se agolparon en los laterales del Paseo de la Castellana para no perder detalle. Algunos incluso cogieron sitio cuatro horas antes de que comenazra. Muy juntos todos, gritando y sin mascarilla. Los pocos que la llevaban se la quitaban nada más salir del metro o bajar del autobús.
Y a unos metros de ellos, en el asfalto, la misma imagen: los militares a cara descubierta, al contrario que los dos últimos años, en los que desfilaron con mascarilla por las restricciones sanitarias. Algo que también ocurrió en el palco real o en las tribunas de autoridades, repletas. Allí pudieron verse también abrazos, besos y saludos con la mano entre los políticos y las diferentes autoridades. Como antes. Eso, en el Paseo de la Castellana, donde a las 12:30 concluyó el desfile y los ciudadanos llenaron entonces los «espacios interiores», los bares, que hicieron su particular agosto en este 12-O «normal».
Una normalidad que también se vivió a apenas seis kilómetros de allí, en el Palacio Real, donde se recuperó la recepción de los reyes a las autoridades con alrededor de 2.500 invitados.
Con un breve retraso según la hora prevista, alrededor de las 13:30 entraron los Reyes en el Salón del Trono del Palacio Real. El primero en saludar fue el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez al que siguieron todos los miembros de su Gabinete con algunas excepciones. A las de las vicepresidentas primera y tercera, Nadia Calviño y Teresa Ribera, respectivamente, por motivos de agenda, se sumaron la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, debido a su avanzado estado de embarazo y el titular de Universidades, Joan Subirats. Quien sí acudió este año, a diferencia del anterior, fue el ministro de Consumo, Alberto Garzón.
A renglón seguido desfilaron Alberto Núñez Feijóo, que en esta ocasión no acudió como presidente de Galicia, sino como líder de la oposición. Detrás de él se encontraba el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. La mayoría de los presidentes autonómicos también asistieron, entre ellos, Isabel Díaz Ayuso o el regidor castellano leonés Alfonso Fernández Mañueco y el andaluz, Juanma Moreno. Entre las ya tradicionales ausencias estuvieron las del mandatario vasco, Íñigo Urkullu, y la del catalán, Pere Aragonés. En un homenaje a los héroes de la pandemia, también acudieron sanitarios con los que los Reyes mantuvieron contacto durante la pandemia. Ya en privado, los invitados pudieron charlar en un ambiente distendido y cordial en el que los Reyes, especialmente Doña Letizia, no dudó en fotagrafiarse con los invitados.
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