José María Marco

“Pax Catalana”

La salida de las huestes de Junts de la Generalidad resultaba perfecta. A ERC le permitía situarse como la nueva Convergencia, con lo que inauguraba una nueva era caracterizada por el «positivismo», como se dice ahora, y la actitud dialogante. Los republicanos secesionistas habían aprendido la amarga lección de septiembre y octubre de 2017. También dejaba a los secuaces de Puigdemont encerrados en su papel de excéntricos irrecuperables, lo que realzaba la nueva imagen de ERC. Está por ver que el movimiento tenga en las municipales que se avecinan las consecuencias que desea ERC, pero aún queda tiempo. Finalmente, PSOE y PSC veían corroborada su narrativa sobre la necesidad de mostrar un talante moderado para desactivar las pulsiones independentistas y dar con la fórmula que permita a los nacionalistas descansar cómodamente en España, sea esto lo que sea. Empezaba la nueva «pax catalana».

Era no contar con las irresistibles pulsiones que mueven al republicanismo de izquierdas catalán. Apenas dos semanas después de haberse erigido en paladines de la moderación, no han podido resistir a la tentación de desvelar que en el famoso pacto bilateral entre España y Cataluña, firmado por el Gobierno central y ERC, el primero se había comprometido a respetar la hoja de ruta lingüística de la Generalidad. Hoja de ruta que pasa por la exclusión del español como lengua vehicular en los centros educativos catalanes, Universidad incluida dentro de poco. Sospechábamos que el pacto debía tener ese precio. La intuición se veía corroborada por la acción del PSOE-PSC, que había respaldado la nueva legislación en el Parlamento catalán y se había abstenido, desde el Gobierno central, de recurrir la normativa ante el Constitucional. Las declaraciones de Pere Aragonès fulminan cualquier duda al respecto y descubren lo que ocultaba la estrategia de la «pax catalana». No es otra cosa que el triunfo de la inmersión lingüística en catalán, puesta al servicio de la construcción de la nación nacionalista. Es una opción política, sin duda alguna, pero que no se nos diga que se fundamenta en la tolerancia y el pluralismo