Audiencia Nacional
El juez atribuye un “rol clave” en la yihadista Brigada Al Andalus a las dos españolas repatriadas desde Siria
Pedraz envía a prisión a ambas mujeres, casadas con muyahidines, rechaza retirarles la patria potestad de sus hijos y dice que una de ellas era partidaria de “pasar a la acción” en el conflicto sirio
El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha acordado -a instancias de la Fiscalía- el ingreso en prisión provisional sin fianza, por delitos de integración en banda terrorista, de las dos mujeres españolas casadas con yihadistas que ayer fueron repatriadas a España desde campos de refugiados en Siria y que estaban en busca y captura internacional por terrorismo desde 2019.
El magistrado se ha negado sin embargo, a suspender a ambas el ejercicio de la patria potestad de sus hijos, como le había pedido también el Ministerio Público. Y es que, pese a que el Ministerio Público (que también les atribuye un delito contra los derechos y deberes familiares en relación a sus hijos) entiende que la medida era necesaria para evitar el posible adoctrinamiento de los menores, Pedraz considera que el hecho de que se encuentren en prisión esfuma el riesgo de que continúen llevando a cabo esa labor respecto a los menores.
En la resolución en la que acuerda la medida, el magistrado asegura que tanto Yolanda Martínez Cobos, de 37 años, que tiene cuatro hijos, y Luna Fernández Grande -madrileña como la anterior, de 36 años y que tiene a cargo a ocho menores- participaron en actividades a favor de Daesh “tanto antes de desplazarse a la zona de conflicto sirio-iraquí” como “una vez en territorio controlado por el pseudocalifato proclamado en junio de 2014 por Abu Bakr al-Baghdadi”. Ambas “se trasladaron junto a sus maridos a esas zonas de conflicto, compartiendo y aceptando el mismo destino que ellos”, añade Pedraz, para quien su objetivo era “demostrar su integración” en Daesh.
Sin embargo, en su declaración judicial ambas han negado su pertenencia a Daesh y han asegurado, según fuentes jurídicas, que se trasladaron a Siria de forma voluntaria porque sus maridos querían trabajar y allí tenían la posibilidad de hacerlo. Ambas han rechazado que realizasen tarea alguna para la organización terrorista y, según esas mismas fuentes, han insistido en que se dedicaban “a cuidar a sus hijos”.
Esposas de dos supuestos yihadistas
Ambas se encontraban en el campo de acogida de Al Hawl, en el este de Siria, controlado por el Ejército sirio, en calidad de combatientes terroristas extranjeros (foreign terrorist fighters). Martínez Cobos es la esposa del supuesto terrorista de Daesh Omar el Harchi el Fertakh, junto al que vivía en dicho campamento acompañada de sus cuatro hijos. Por su parte, con Luna Fernández se encontraban los cuatro hijos fruto de su matrimonio con el también considerado yihadista Mohamed el Amin Aabou (quien ya habría fallecido), y otros cuatro menores de dos matrimonios que habrían fallecido en combates en Siria y respecto a los cuales habría asumido su custodia. Junto a ellas también estaba Loubna Fares, francesa de origen marroquí, y esposa del también yihadista español Navid Sanati Koopaei, y sus tres hijos (uno de ellos nacido ya en la zona de conflicto).
Todos ellos fueron investigados en 2014 por el antecesor al frente del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, el magistrado José de la Mata, por su supuesta integración en la Brigada Al Andalus, afincada en Madrid y que desarrolló labores de “radicalización, reclutamiento y posterior facilitación del traslado a Siria e Irak” de muyahidines “para la comisión de ataques terroristas”.
En el marco de este procedimiento, la Audiencia Nacional emitió órdenes internacionales de detención contra estas tres mujeres y sus maridos, a quien el juez imputó delitos de colaboración e integración en organización terrorista y de desplazamiento a zonas de conflicto.
Papel destacado en la Brigada Al Andalus
Yolanda Martínez, dice el juez en el auto de prisión, “es una conversa al Islam” que tuvo “un papel destacado” en el grupo de mujeres de la Brigada Al Andalus que se encargaban de captar a otras conversas y adoctrinarlas en “una visión rigorista del Islam”. Compartía la ideología de su esposo, “mostrándose de acuerdo en no permanecer estático ante el conflicto sirio y pasar a la acción”.
Tras viajar a los territorios controlados por Daesh en Siria e Irak a mediados de 2014, su rastro se pierde hasta su aparición en un vídeo del Daesh en el que, junto a Luna Fernández y Loubna Fares, expresa que está “muy contenta”. “Nos dieron una casa y a mi marido un trabajo en el juzgado del ISIS, haciendo recados. Por fin tuvimos una situación estable económica”, aseguraba. Para el instructor, pese a sus intentos de desmarcarse de su integración en Daesh, “sus palabras la delatan, ya que sólo a los miembros de la misma se les cedía una casa y se les daba un trabajo en la administración que el pseudcalifato estaba desarrollando”. Además, Pedraz subraya que el hecho de que haya permanecido en territorio controlado por los yihadistas “hasta su último bastión” en torno a la ciudad siria de Baguz “muestra el compromiso inquebrantable de ella y su marido con la causa de Daesh”.
A Luna Fernández, el magistrado le atribuye un “rol clave” dentro del grupo de mujeres de la Brigada Al Andalus mientras vivió en España. Conversa al Islam como su compañera, “ejercía el liderazgo” dentro del mismo y era una de las encargadas de “ayudar a las muchachas a convertirse”. En el referido vídeo, que fue publicado por El País, Fernández asegura que es musulmana y que no va a “renegar” de su religión ni de “cómo muchos países hacen sus leyes. Alá ha hecho una ley y Él sabe, nosotros no sabemos”. Algo que según Pedraz refleja “la interiorización de una visión radical y extremista del islam, donde la sharía o ley islámica prevalece sobre la legislación de los países pese a su interés por desmarcarse de Daesh”.
“Garantía de éxito” a largo plazo
En esa resolución, Pedraz contextualiza la importancia del traslado de mujeres a los territorios ocupados por Daesh para consolidar el Califato universal, un proyecto que va más allá de la captación de combatientes pues “la formación de un Estado real exige que se desplace a su territorio población musulmana de todo tipo y condición”. Se demandan -resalta- “profesionales de todos los sectores, hombres, mujeres y familias” con el objetivo de “vivir en comunidad y expandirse”. Para intentar captar población se ofrecen “salarios” y “vivienda” a través de la propaganda islamista.
De ahí que considere que el proceso de captación de mujeres diseñado por Daesh es el resultado de “una estrategia deliberada para reclutar al sector femenino de la población, constituyendo un fenómeno sin precedentes en la dinámica de otros grupos yihadistas”. Una iniciativa que ha provocado que las mujeres se hayan unido a la organización terrorista “en números nunca antes conocidos” y que lleven a cabo “un papel fundamental” dentro de la organización terrorista, pues son “la garantía de éxito a largo plazo de su proyecto de conquista y consolidación de territorio, que descansa en el asentamiento y multiplicación de su población”.
El papel principal que les asigna el ISIS, dice, “es el papel doméstico, representado especialmente en la crianza de los hijos, la futura generación de combatientes”. Su cometido, añade, es “activo y esencial dentro de la función de difusión de propaganda y captación, reclutamiento y asistencia a otras mujeres para que se unan a Daesh”.
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