
Opinión
50 años de Monarquía y democracia
El aniversario de la coronación de Juan Carlos I nos ofrece una excelente oportunidad para renovar la lealtad constitucional y sentirnos satisfechos y comprometidos con los logros alcanzados

Cincuenta años, medio siglo, es una referencia temporal bien relevante, rotunda, para cualquier país, pero lo es especialmente para España dada nuestra azarosa historia constitucional, ese ineludible lugar común. Y es que no cabe duda de que, tras la muerte del dictador, la coronación de Juan Carlos I hizo posible el encuentro entre la Monarquía y la democracia, abriéndose al fin un largo período de estabilidad en el disfrute de la libertad política y del progreso social. Porque tampoco es discutible que, más allá de las vicisitudes vividas en estas décadas, algunas complejas o de difícil respuesta, y de la legítima diversidad ideológica a la hora de interpretarlas, esa descripción se ajusta a la valoración de conjunto de esta etapa. Por ello, digámoslo una vez más, y en esta ocasión con mayor justificación que nunca por la dimensión del aniversario, el papel desempeñado entonces por el recién coronado Rey merece el sincero reconocimiento de los demócratas.
Ese encuentro histórico entre democracia y Monarquía se consagra en la Constitución de 1978 del único modo que era posible y necesario hacerlo en el seno de un Estado social y democrático de derecho, bajo la forma de gobierno de la monarquía parlamentaria. Esto es, sobre el fundamento de una soberanía que reside en el pueblo, de la que emanan los poderes del Estado, y con una jefatura del Estado hereditaria, dotada de funciones esencialmente simbólicas y de alta representación, y que encarna la unidad e integración en aquél. Una magistratura que requiere de un alto nivel de dedicación y compromiso personal y constitucional por parte de su titular, y que está llamada a ser desempeñada con neutralidad y ejemplaridad, exigencias tan indeclinables, tan vitalicias, si se me permite expresarlo así, como lo es la propia Corona. De lo que parece ser muy consciente, es pertinente añadir, pues de sus actos así se desprende, Felipe VI; como lo será también, en su día, o como ya lo es, por mejor decir, la Princesa Leonor.
Hace cincuenta años se puso en marcha en España el proceso que condujo a la democracia, y la democracia es siempre una promesa abierta que se va colmando a medida que los cambios históricos en los valores, los ideales, y las opciones de la ciudadanía, expresadas libremente, se convierten en las normas y decisiones adoptadas por los poderes constituidos. Este aniversario de la coronación de Juan Carlos I nos ofrece una excelente oportunidad para renovar la lealtad constitucional y sentirnos satisfechos y comprometidos con los logros alcanzados.
* José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno (2004-2011)
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