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Opinión

Botones de muestra en forma de wasaps

Los mensajes entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos desnudan la realidad de un líder que ejerce de manera autoritaria la dirección

Pedro Sánchez y José Luis Ábalos larazonlarazon

Los mensajes entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, que vamos conociendo por entregas, desnudan la realidad de un líder que ejerce de manera autoritaria la dirección.

La falta de respeto es explícita hacia ministros y presidentes autonómicos que han mostrado discrepancias con él, con un trato despectivo e insultos que lo demuestran. Pero los que hacen seguidismo incondicional defendiendo una cosa y su contraria dependiendo de lo que le interese en ese momento a Sánchez, se han convertido en marionetas que bailan al antojo de su líder, anulando toda reflexión matizante que pudieran hacer y eso es toda una falta al respeto.

Sánchez prefiere la amistad y la confianza política con Ábalos, Koldo y Aldama, pero le incomodan personas respetables que gobiernan responsablemente sus regiones. Vigilar, amonestar e impedir que se expresen libremente son las órdenes que proporciona a su persona de confianza.

También es de suma gravedad que, para castigar a un barón que no muestra adhesión incondicional cuando Sánchez decide pactar con Bildu, lo primero que se le pase por la cabeza sea perjudicar a la región que gobierna a través de negarle cualquier petición de mayor participación en los Presupuestos Generales del Estado, como escribió en los mensajes refiriéndose a Fernández Vara y, como consecuencia, a todos los extremeños.

Bien distinto para él es cuando Puigdemont humilla al Estado y le arranca de un bocado lo que es de todos, en cualquier negociación para obtener su apoyo parlamentario.

Sánchez maltrata también a sus colaboradores. El desprecio hacia la ministra de Defensa, que se ha mantenido firme entregándole su apoyo desde que ejerció como portavoz parlamentaria, con primarias internas incluidas, pinta que no es el único que ha confesado el presidente a su ex número dos.

En cualquier país civilizado y democrático, el presidente del Gobierno hubiese dimitido por la décima parte de escándalos en los que se ha visto envuelto Pedro Sánchez. Pero este se aferra cada vez más al sillón, confundiendo la resiliencia con la falta de toda moral pública.

Aunque el Ejecutivo tira la piedra hacia la UCO, insinuando que la filtración a El Mundo tiene ese origen, el tufillo apunta a que Ábalos está mostrando solo algunos botones de muestra, pero la camisa la guarda en la trastienda.

Si de las conversaciones, por mensajes escritos, entre el líder socialista y su hombre de confianza se conocen nuevos desprecios e insultos a otros miembros de su equipo, lo que se pondrá a prueba es la capacidad de resistencia de sus ministros. Se supone que una cosa es acatar en silencio órdenes que no se comparten y, otra, perder la dignidad por mantener el cargo.