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Casado reunirá a Rajoy y Aznar para coser el PP

La discusión está en decidir el formato, si hablan, «el cómo y el cuándo», ante el plenario de la Convención Nacional sin que haya nuevas fricciones. Busca la foto de la «unidad» frente a las últimas tensiones internas.

Rajoy y Aznar en una foto de archivo
Rajoy y Aznar en una foto de archivolarazon

La discusión está en decidir el formato, si hablan, «el cómo y el cuándo», ante el plenario de la Convención Nacional sin que haya nuevas fricciones. Busca la foto de la «unidad» frente a las últimas tensiones internas.

Los preparativos de la Convención Nacional del PP, máximo órgano entre congresos del partido, avanzan discretamente mientras toda la atención ha estado puesta en la negociación de la investidura de Juan Manuel Moreno al frente de la Junta de Andalucía. Tendrá lugar entre el 18 y el 20 de enero en Madrid y será el primer gran acto de partido, tras el congreso de la sucesión de julio, con Pablo Casado como presidente nacional del PP. En Génova prevén, a poco más de una semana para que se inaugure, que en ella tendrán presencia de alguna manera los dos ex presidentes del Gobierno y del PP, José María Aznar y Mariano Rajoy. El choque entre ellos provocó en la etapa anterior que Aznar dejase de participar por completo en la vida del partido.

Los dos están invitados, y, por ahora, fuentes de la dirección confirman que trabajan en el formato, en coordinar si hablan, «el cómo y el cuándo». Fundamentalmente porque Génova busca que la Convención sirva para dar una imagen de unidad en la estrategia y en la acción. El «marianismo» ya no es como tal un problema para Pablo Casado, como tampoco lo es aquello que se identificó con el «sorayismo». La batalla congresual dejó heridas internas, pero en la medida en que el «sorayismo» no ha sobrevivido ni siquiera meses como corriente interna, Casado no se enfrenta a la amenaza de «fantasmas» del pasado, sino al debate y la discusión interna sobre su estrategia para combatir el doble problema electoral que representan Ciudadanos y Vox.

A Casado le suma que la Convención traslade una imagen de unidad interna, con Aznar y Rajoy, los dos detrás, pero sin quitarle protagonismo, y en Génova también dicen que tampoco conviene que haya gestos que insistan en acentuar la idea de la «tutela» del «aznarismo» sobre la nueva dirección. Bien avenidos con Aznar, por relación personal y porque políticamente al nuevo PP le interesan esos guiños a lo que representa el ex presidente dentro de su combate electoral con el partido de Santiago Abascal. Pero con un medido equilibrio si no quieren que Vox consiga romper desde fuera el PP en un contexto electoral extremadamente delicado.

El debate de la violencia de género ha provocado ya una primera alerta sobre la tensión interna con la que el PP afronta las próximas elecciones autonómicas y municipales. Y ha dejado ver que Casado tiene límites en su margen de maniobra para seguir adelante con su estrategia de competir con Vox en el mismo terreno, recuperando para ello en algunas cuestiones el discurso más contundente, duro, o más identificado con las esencias de la doctrina ideológica del PP. Génova huye de la etiqueta de la «derechización» del partido, pero seguirá reivindicando la necesidad de eso que han bautizando en esta nueva etapa como «hablar claro». y que para algunos dirigentes territoriales implica, sin embargo, perder una posición más centrista y abrir más espacio a Ciudadanos. Es una cuadratura del círculo difícil, pero en la que el PP se juega su objetivo de aguantar electoralmente como fuerza más votada en el centro derecha, y si no tiene mayoría, forzar la reedición en otros feudos del acuerdo andaluz con Ciudadanos, o si hiciera falta también con Vox.

La previsión es que a la Convención Nacional Casado llegue de la mano de sus recién designados candidatos al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid. Y en la mesa de trabajo también está la idea de dar contenido a esta Convención Nacional con avances sobre la nueva Ley de Concordia, que Casado anunció que presentaría como alternativa a la Ley de Memoria Histórica. Génova necesita que la Convención sirva para marcar claramente la apertura de la nueva etapa que anunciaron en el Congreso de julio, dejar atrás «el pasado», en el equipo y también en el estilo de hacer política, «o no hacer política», como se quejan en la nueva dirección, pero «sin conflictos».