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Coca del fondo de reptiles entregada en la discoteca

Guerrero era un cliente habitual de esta discoteca de Sevilla
Guerrero era un cliente habitual de esta discoteca de Sevillalarazon

Dinero de la partida 31.L de la Junta de Andalucía, el denominado «fondo de reptiles», acabó en la compra de cocaína que Juan Francisco Trujillo, el ex chófer del director general de Trabajo Javier Guerrero, consiguió pagando con billetes de 500 euros. Esperó al supuesto camello que se la suministraba, «Goyo» Martínez Piñero, en una barriada marginal de Sevilla en coche oficial. Tras la compra, la entrega de la mercancía al chófer se realizaba en restaurantes, hoteles de cinco estrellas e incluso en una conocida discoteca de la capital hispalense, «Caramelo», de la que era asiduo Javier Guerrero. Así se desprende de las declaraciones de Martínez Piñero y de un socio de éste, Antonio Diéguez, contenidas en la rama de la investigación sobre la que la juez Alaya levantó el secreto de sumario.

El supuesto camello aseguró a la Guardia Civil que la primera vez que el chófer le encargó que comprara cocaína fueron 10 gramos. Trujillo pagó con un billete de 500 euros. Con el dinero, se dirigió a la barriada de las Tres Mil Viviendas, en el Polígono Sur. En los aledaños le esperaba el chófer con el coche oficial de Guerrero. No fue la única vez. A la semana siguiente, Trujillo le encargó otros 10 gramos, «para lo cual le entregó otro billete de 500 euros». Le dio la droga que acababa de adquirir de nuevo en las Tres Mil Viviendas en un restaurante de la calle Luis Montoto de Sevilla.

A los pocos días, el encargo subió a 20 gramos. La entrega esta vez debía ser en Andújar. Trujillo es de una pedanía de esta ciudad jienense: Llanos del Sotillo. El pago de la comanda (1.400 euros), otra vez con dos billetes de 500 euros y cuatrocientos más que Trujillo sacó de un cajero automático.

El último encargo que relata el supuesto camello ocurrió «tres o cuatro semanas después». Recibió una llamada telefónica de Trujillo, que estaba en el Hotel Alfonso XIII, el cinco estrellas más lujoso de la capital hispalense. Diez gramos de cocaína. Pago de 700 euros y camino, de nuevo, de las Tres Mil Viviendas.

En al menos dos ocasiones la entrega de la cocaína a Trujillo tuvo lugar en «Caramelo», una discoteca de Sevilla frecuentada por el ex alto cargo de la Junta, según declaró Antonio Diéguez, socio del supuesto camello en una sociedad –Promociones Vinícolas– creada para recibir subvenciones de la Junta. «Goyo» Martínez Piñero aseguró a la Guardia Civil que le incomodaba tener que ir a comprar cocaína para el alto cargo y su chófer y por eso se resistió a seguir ejerciendo de correo de droga. Sin embargo, su socio señaló a la Benemérita que «Goyo» «incluso alardeaba de que él era la persona que le pasaba la cocaína a Guerrero».

El dinero para la compra de droga salía de subvenciones. La red de empresas del chófer de Guerrero recibió al menos tres ayudas de 450.000 euros. Además, Trujillo «coló» irregularmente a su madre en un expediente de regulación de empleo, por lo que cobró otros 122.649 euros.

La empresa familiar de los padres del supuesto camello, el restaurante de Cazalla de la Sierra «La Posada del Moro», recibió asimismo subvenciones que se elevaron a 900.759 euros. En una ocasión –según relata el propio «Goyo» a la Guardia Civil– lo llamó Guerrero, al que conocía desde la infancia, a su despacho. Tenía «un regalo para sus padres». Era una resolución de ayuda para la Posada de 74 millones de pesetas. Como agradecimiento, los padres de «Goyo» pagaron a Guerrero y a su mujer un «pasaje de avión» para visitar Menorca. El «conseguidor» de la droga también fue beneficiario –aunque no consta el pago– de 444.748 euros del «fondo de reptiles» para su empresa Promociones Vinícolas, además de otros ingresos (de 30.000, 48.000 y 12.000 euros) de Estudios Jurídicos Villasís, donde trabajó Juan Lanzas. Su socio, Antonio Diéguez, percibió otros 300.000 euros del ex director general de Trabajo. El circuito del dinero hasta acabar en la compra de cocaína es intrincado. Lo describe la juez en el auto por el que envió a prisión por segunda vez a Guerrero. Mediadoras como Uniter hacían transferencias a Estudios Jurídicos Villasís, que a su vez ordenaba otras transferencias a empresas del ex chófer (Saphire Grupo Empresarial) o de su presunto camello ( Promociones Vinícolas). «Todo ello se realizaba en una época en la que Guerrero y su chófer –señala la juez– precisaban grandes sumas de dinero para atender sus necesidades».