José Antonio Vera

Cortes de Babel

El problema no son solo los más de 17 millones para la traducción en las Cortes, sino el chantaje y la rendición

El sindicato de Vox denuncia ante Inspección de Trabajo que los traductores del Congreso pueden ser "falsos autónomos"
El sindicato de Vox denuncia ante Inspección de Trabajo que los traductores del Congreso pueden ser "falsos autónomos"Europa Press

A ver, no se trata sólo de los más de 17 millones de euros que nos van a costar los pinganillos, qué también. El país no está para derrochar un solo euro, y ya van demasiados kilos tirados a la basura entre las mascarillas de Illa, los chanchulletes de Koldo, los tapabocas de Armengol y el chorro de dinero entregado by-the-face a chiringuitos varios a cuenta de la pandemia. El país se desangra con una deuda que crece y crece, colocándonos ya en el top crediticio junto a griegos e italianos. Aunque, en todo caso, el problema no son los más de 17 millones, que desde luego, sino asunto de sentido común.

Si nos podemos entender entre todos usando la misma lengua, qué sentido tiene invertir un solo euro en complicarnos la vida hablando diferente. Rubalcaba, que no era ningún fascista, se opuso siempre con razón a esta petición del nacionalismo separata, porque a ver cómo explicamos esto en Huelva o Zamora. Lo que no se puede explicar es que no tiene explicación. Al menos en las Cortes Generales.

Si todos hablamos español, si es el español la lengua oficial del Estado, si es la lengua de casi 600 millones de personas en el mundo, suena a ridículo, a sinsentido, a derroche, a Babel absurda, que un diputado vasco tenga que expresarse en el estrado del Congreso de los Diputados en batua cuando con su colega de bancada habla todo el rato en castellano en el escaño, y también en los pasillos, en la cafetería, en el restaurante y en la calle. Pero no, aquí somos especialistas en complicar las cosas cuanto más mejor.

Complicar por complicar, en este caso por satisfacer la necesidad de Sánchez de continuar en La Moncloa, pues semejante sindiós no se hubiera materializado de no haber sido necesarios los 7 escaños de Puigdemont, que bien caros nos salen. No ya por los más de 17 millones, que por supuesto, sino por lo que de rendición del Estado supone decir sí a cuanto pide el fugado, a las lenguas cooficiales en Las Cortes, a los traductores, el engorro del pinganillo, y a la amnistía, el mediador salvadoreño, las conversaciones en Suiza, las transacciones competenciales, el pacto fiscal y un referéndum que no va a tener más remedio que convocar el timonel si quiere seguir volando en Falcón.

Un referéndum que niegan, pero del que vienen hablando desde hace meses, como ha revelado Marta Rovira y se deduce de lo dicho ayer por Aragonés: ahora afirman que no, pero pronto será que sí, igual que con la amnistía y antes con los indultos y antes aun con el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso y el Senado.

No es sólo, repetimos, cosa de los más de 17 millones, pese a que son más de 17 millones, sino por lo que la medida tiene de chantaje y rendición, por lo que supone de incongruencia, falta de sentido común y derroche en general. Los políticos deberían predicar con el ejemplo, pero de un tiempo a esta parte, al menos en la bancada sociata, predican con lo contrario.

Ni tan siquiera ellos creen en lo que están haciendo. En privado, sin bolígrafos ni micrófonos, no hay muchos a favor, votan que sí pero piensan que no, proceden con desgana cada vez que tienen que agarrar el pinganillo y activar el traductor simultáneo para escuchar a Bildu y los bramidos y amenazas de Miríam Nogueras, en catalán per descomptat.

Amén de la necesidad de los siete puigdemones, uno de los problemas de este país es que los socialistas quieren parecer más nacionalistas que los independentistas. Y así nos luce el cabell.