Terrorismo

Cuando los vehículos de la Guardia Civil "dormían" en la calle, en plena ofensiva de ETA

Mañana se cumplen 25 años del doble asesinato de dos agentes en Sallent de Gállego, Huesca

Fotografía del estado en que quedó el vehículo tras el atentado
Fotografía del estado en que quedó el vehículo tras el atentadoJavier BelverAgencia EFE

El cabecilla etarra Javier García Gaztelu no lo dudó un minuto. Era un atentado que la imprevisión de los responsables políticos de entonces (Partido Popular) y de la propia Guardia Civil no habían evitado con unas inversiones adecuadas al peligro que se cernía sobre el acuartelamiento de la población oscense de Sallent de Gállego, lugar muy frecuentado por vascos entre los que podían pasar inadvertidos los integrantes del “comando Ttotto”, autores del doble asesinato. No hay que equivocarse: los únicos culpables fueron los terroristas, pero conociendo su maldad, había que tratar de impedir por todos los medios sus acciones criminales.

El cuartel, casi en ruinas para el que ya existía un proyecto de sustitución, no disponía de garaje por lo que el vehículo oficial “dormía” en la calle, en la plaza del pueblo, donde estaba a la vista de todos, también de los terroristas. Después del atentado, se aceleró el proyecto y hoy en día la Guardia Civil dispone de unas instalaciones adecuadas. Los habitantes de Sallent recuerdan todos los años a los agentes asesinados, un modelo de servicio y atención a los demás.

Eran las 6 de la mañana del 20 de agosto de 2000, mañana se cumplen 25 años del doble crimen. Los guardias Irene Fernández Perera, que se acababa de incorporar de sus vacaciones, y José Ángel de Jesús Encinas, recibieron una llamada en el cuartel de Sallent de Gállego (Huesca) para acudir a un servicio en las fiestas de una localidad vecina. Se apresuraron a coger el Nissan oficial.

Cuando Irene Fernández se montó en el vehículo y arrancó el motor, se activó el dispositivo detonador de una carga explosiva adosada a los bajos del vehículo. La onda expansiva la alcanzó de lleno y la mató en el acto, e hirió mortalmente al agente De Jesús, que estaba rodeando el automóvil para sentarse en el asiento del copiloto. ETA asumió la autoría del atentado. Murió mientras le trasladaban a un hospital.

Los terroristas José Ignacio Guridi Lasa, Aitor Aguirrebarrena Beldarrain y Asier Arzalluz Goñi fueron condenados como autores materiales del crimen y Javier García Gaztelu, “Txapote”, como inductor.

En 2004 un fallo de la sección 1.ª de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional consideró hechos probados que Guridi Lasa «confeccionó, con los explosivos que le fueron entregados por la dirección de ETA, una bomba-lapa compuesta por dos o tres kilos de dinamitagoma, que colocó en los bajos» del vehículo de la Guardia Civil, concretamente bajo el asiento del conductor. Esa sentencia especificó que los documentos y la agenda intervenida al entonces máximo responsable del “aparato militar” de la banda, Javier García Gaztelu, Txapote, tras su detención en Francia en febrero de 2001, demostraron la existencia del “Comando Ttotto”, al que ese dirigente de ETA daba instrucciones para la comisión de atentados, entre ellos el de Sallent de Gállego.

Mediante esa resolución judicial, la Audiencia Nacional condenó a Guridi Lasa a 75 años de cárcel. Igualmente, el fallo le obligaba a indemnizar a cada una de las familias de los dos guardias civiles asesinados con 300.506 euros.

Irene Fernández Perera, de treinta y dos años, era natural de Las Agüeras, en el concejo asturiano de Quirós. Fue la primera guardia del Instituto Armado asesinada por ETA. Había ingresado en el cuerpo en 1995 y llevaba tres años destinada en la localidad oscense de Sallent de Gállego. El presidente del Gobierno, José María Aznar, le impuso a ella y a José Ángel de Jesús la Cruz de Oro al Mérito de la Guardia Civil, máxima condecoración de la Benemérita. Era una gran aficionada a la montaña y al deporte en general.

Era técnica de laboratorio. Había ingresado en la Guardia Civil cinco años atrás y llevaba tres destinada en Sallent de Gállego. Era muy conocida en la localidad oscense porque había sido la primera mujer en prestar sus servicios en el cuartel.

José Ángel de Jesús Encinas, de veintidós años, era natural de Talavera de la Reina (Toledo). Tenía novia y solo llevaba tres meses de servicio en Sallent de Gállego. Hijo de guardia civil, su primer destino en la Benemérita estuvo en el municipio toledano de Hinojosa de San Vicente, donde pasó dos años. Precisamente, esta localidad le nombró hijo adoptivo pocas semanas después de su fallecimiento.

La víctima practicó deporte desde edades tempranas. Defendió durante ocho años la portería del equipo de fútbol Barrio Santa María —después Unión Deportiva Talavera— en sus diversas categorías. En la última temporada en la que jugó al fútbol lo hizo en el Oropesa, club con el que logró el éxito de ascender a la primera división regional. Además, en Sallent de Gállego había encontrado un lugar idóneo para practicar deportes de montaña, una de sus aficiones (de Vidas Rotas)