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Elecciones generales

Cuestión de maquillaje

Pedro Sánchez antes del debate de ayer en RTVE
Pedro Sánchez antes del debate de ayer en RTVElarazon

“Ahora se entiende por qué no quería debates”. Así opinan en privado veteranos socialistas ante las comparecencias televisivas de Pedro Sánchez. Ni los más forofos andan entusiasmados con el papel del líder del PSOE, quien claramente demuestra su carencia de grandes dotes oratorias. “Pedro no está contento”, confiesan algunos en la sede federal de Ferraz, dónde siguen acusando al poderoso jefe de gabinete, Iván Redondo, de errar en la estrategia. El primer debate en RTVE fue el menos visto en la historia del Ente Público, lo que revela la influencia decisiva del segundo anteriormente planteado por Atresmedia. “Nos habríamos ahorrado un problema”, reconocen “barones” territoriales sobre el espectáculo de los debates y el formato encorsetado del primero, frente al mucho más ágil, sagaz y con interés informativo de la cadena privada.

Al presidente del Gobierno, molesto, desencajado y con pertinaces ataques a la derecha, le falla hasta el maquillaje. Cuentan en las salas respectivas de los platós que desde Moncloa se sugirió un concreto y elevado nivel de su textura, dada la tez algo aceitunada del presidente que se trasluce en un rostro bronceado ante la cámara. Pero hete aquí que la cosa salió rana, porque Pedro Sánchez trastocó en sudor frío unos visibles nervios y mal encaje de las críticas. “Se comió hasta el maquillaje”, comenta un experto realizador televisivo que intervino en otros debates históricos como los de Felipe y Aznar, Zapatero y Rajoy, e incluso el célebre de la indecencia entre Sánchez y Mariano Rajoy. Estos detalles son importantes en la cultura de la imagen, porque mientras el presidente del Gobierno exhibía grietas en su maquillado rostro, los de Pablo Casado y Albert Rivera eran frescos como lechugas. Con Iglesias da lo mismo, porque su rictus está siempre de mala uva.

Pedro Sánchez es “de natural sanguino”. Lo dicen varios expertos en telegenia sobre el rostro del líder socialista cuando se encuentra crispado. En televisión se le nota mucho, como esa planta vascular canaria del mismo nombre y pétalos rojos. Disimula mal su enfado, carece de propuestas concretas y se aferra a las muletillas contra la derecha para salir airoso. Pero esto ya no cuela frente a un Pablo Casado elegante y muy institucional: “Ejerce de presidente”, afirman en el PP. Un Albert Rivera en tromba contundente: “Han sido sus mejores debates”, alardean en Ciudadanos. Y un Pablo Iglesias, quién le ha visto y quién le ve, aferrado a la Constitución para salvar los muebles. La televisión todo lo puede.