Política

Terrorismo yihadista

Desarticulada una banda de presos que captaba a otros reclusos para integrarlos en Daesh

También se ha arrestado a un funcionario de prisiones por su presunta colaboración para introducir en prisión dispositivos móviles

Uno de los presos tenía un teléfono móvil escondido en la escoba
Uno de los presos tenía un teléfono móvil escondido en la escobalarazon

Detenidos cinco presos de nacionalidad marroquí por integración en grupo terrorista y proposición para la comisión de atentados terroristas.

La Comisaría General de Información de la Policía Nacional y la Brigada Provincial de Madrid, realizan desde ayer una amplia operación contra el yihadismo que se desarrolla en el interior de las cárceles españolas, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas y penitenciarias. En el centro de Valdemoro, se habrían producido cinco detenciones de presos yihadistas y de un funcionario que, de alguna manera, habría colaborado con los citados reclusos a cambio de dinero.

Se trata de una operación «muy importante porque ha logrado llegar a unos individuos que no sólo se limitaban al adoctrinamiento y captación de otros reclusos, sino a asuntos de más envergadura».

El funcionario se encontraría ya en dependencias de la Comisaría General de Información con el fin de tomarle declaración y determinar su posible implicación en los hechos.

Los arrestados tienen edades comprendidas entre los 25 y los 68 años de edad y se encuentran cumpliendo condena desde 2013 por delitos contra la salud pública en los Centros Penitenciarios Madrid III (Valdemoro) y Mansilla de las Mulas (León). Su radicalización se produjo en prisión.

En Alcorcón (Madrid) han sido arrestadas dos personas más, un varón y una mujer, por su presunta integración en organización terrorista al colaborar con la red en la consecución de sus objetivos. En concreto, la mujer detenida, siguiendo las órdenes del líder de la red, era la encargada de recompensar económicamente al funcionario de Instituciones Penitenciarias.

La red contaba con un líder que tenía una marcada influencia sobre el resto de integrantes, que le llamaban «jefe». Una influencia que se extendía igualmente al resto de reclusos. Por iniciativa suya, sus hombres de confianza amenazaban y agredían a aquellos que se alejaban del grupo y de la estricta práctica religiosa, extendiendo dicho control incluso una vez abandonaban el centro penitenciario. Los detenidos llegaron a proponer de forma directa la comisión de atentados a algunos reclusos. Para convencerles, les prometían importantes sumas de dinero. Les aseguraban que tenían un contacto en DAESH encargado de hacer llegar el dinero a sus familias como recompensa tras ejecutar las acciones terroristas previstas.

La investigación ha constatado que sus labores de captación se producían además mediante la distribución de material audiovisual que enaltecía el martirio, la muerte del infiel y la yihad violenta. Estando ya en prisión, a uno de ellos se le intervino en su dispositivo electrónico numerosos vídeos de este tipo.

Según datos de finales del año pasado, Instituciones Penitenciarias tenía identificados a 39 presos con potencialidad para captar a otros internos para que se sumen a la yihad (lucha terrorista) y a otros 82 susceptibles de radicalizarse con este fin. Los expertos reconocen que resulta muy complicado recuperar a los presos que ya están radicalizados, pese a que existen programas destinados a ello. En la actualidad, el número de reclusos relacionados con el yihadismo supera los 250 (los de ETA son 214), con lo que se constituyen en el colectivo terrorista más numeroso y más peligroso.

El asunto del proselitismo en la cárcel por parte de las bandas yihadistas no es una entelequia que se les haya ocurrido a los expertos, sino que existen ejemplos recientes de individuos que fueron aleccionados en centros penitenciarios y después cometieron auténticas masacres.

El más reciente es el perpetrado el pasado mes de diciembre en el Mercado Navideño de la localidad francesa de Estrasburgo. El autor, Chérif Chekatt, de 29 años, nacido en la ciudad y de origen argelino, irrumpió en la PLaza Kleber al grito de «Allahu akbar» («Alá es grande») y asesinó a cinco personas y dejó heridas a otras 11. Contaba con un amplio historial por delitos y comunes y se había radicalizado durante su estancia en prisión. Fue abatido por la Policía tras una amplia operación que duró dos días.

Lo mismo ocurrió, dos años antes, con el autor del atentado, con un camión, contra el Mercado Navideño de Berlín. El autor, Anis Amri, un ciudadano tunecino de 24 años, se había radicalizado en prisión. Asesinó a 11 personas y causó heridas a mas de medio centenar. Tras una amplia operación internacional, fue localizado en Italia, en la ciudad de MIlán.

Se trata de dos casos, pero hay bastantes más.