Estrategia

Los equilibrios de Sánchez en la escenificación de la investidura

El presidente ha completado diez pasos de una negociación compleja y a varias bandas

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (d) durante la reunión mantenida con los firmantes de un manifiesto de la sociedad civil en favor de la paz en Oriente Medio, este jueves en el Palacio de la Moncloa.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (d) durante la reunión mantenida con los firmantes de un manifiesto de la sociedad civil en favor de la paz en Oriente Medio, este jueves en el Palacio de la Moncloa. Moncloa

Como explicábamos en estas mismas páginas hace un par de semanas tan importante como la negociación de los acuerdos con los socios de investidura era su escenificación. Todos y cada uno de ellos, sobre todo los independentistas catalanes pero también vascos y gallegos, y evidentemente Sumar, que necesitan presentar a sus respectivas parroquias los triunfos de esta negociación compleja y a varias bandas. El PSOE era bien consciente de que un error en esta escenificación podría comportar males mayores con Junts per Catalunya y con Esquerra Republicana enzarzados en una lucha cainita desde hace varios años que llevó a la salida de Junts del Ejecutivo catalán y que se atisba muy complicada antes las europeas del próximo año y las autonómicas del 25, en caso de que no se adelanten.

Pedro Sánchez se ha esmerado en este tiempo a buscar los equilibrios necesarios. Lo primero fue cerrar filas y huir del ruido, poniendo sordina a unas negociaciones que en caso de ser radiadas no solo activarían los ataques de la oposición conservadora, y del sector más crítico del PSOE capitaneado por Felipe González, Alfonso Guerra o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que abraza como tabla de salvación la repetición electoral, sino también del independentismo más radical y abriría como un melón las dudas y las incertidumbres de la militancia de todos los partidos, incluido el socialista.

Con la discreción negociadora garantizada, y que se ha cumplido a rajatabla por todos los protagonistas, había que enhebrar bien la aguja para no dar puntada sin hilo. Había que orquestar una escenificación que satisfaciera las aspiraciones de unos y otros.

Primer movimiento. Foto de Pedro Sánchez, candidato, con Merche Aizpurúa en el Congreso de los Diputados en el marco de los contactos con todas las formaciones políticas. La oposición del PP y Vox cargó con dureza contra lo que consideraron un blanqueamiento de los «herederos de ETA». Sin embargo, en el PSOE se consideró que la reunión se hacía con una formación que puede ganar las elecciones en Euskadi, pero que depende del Partido Socialista para culminar su objetivo ya que el secretario general de los socialistas vascos, Eneko Aldueza, será el árbitro en la pugna entre Bildu y el PNV, y no se descarta que el PSE protagonice un Borgen, la famosa serie danesa, en la que el tercer partido obtiene la presidencia.

Segundo movimiento. El lendakari Iñigo Urkullu lanza en un foro de debate la idea que el acuerdo debe reconocer a Euskadi, y a Cataluña, como nación. Con la polémica servida el silencio de Moncloa y del PSOE fue ensordecedor porque en la trastienda negociadora era un tema que estaba encima de la mesa. Queda por ver cuál será el siguiente movimiento de Sánchez para con el PNV que se sustentará probablemente sobre traspasos y recursos, las cosas del comer, como le gusta decir al dirigente republicano Gabriel Rufián.

Tercer movimiento. Se anuncia y se cierra en horas un acuerdo con Sumar que se presenta en un marco de extrema cordialidad entre las dos fuerzas políticas. Al tiempo Yolanda Díaz aceptó los deberes de poner orden en su espacio ante la frialdad de Podemos.

Cuarto movimiento. Sánchez mantiene una conversación telefónica con Oriol Junqueras, el presidente de ERC, necesitado de un protagonismo que hasta buena parte de los suyos le habían negado. No tenían contacto desde que Junqueras ingresó en prisión y Sánchez le dio un papel al dirigente republicano que le dio un impulso interno, porque Pere Aragonés y los suyos se habían encargado de borrarlo del mapa. La prueba del algodón de esta pugna fue la cruenta batalla de las dos sensibilidades republicanas en el congreso de Barcelona donde Junqueras se impuso a Aragonés por un puñado de votos.

Quinto movimiento. El secretario general del PSOE enseña todas sus cartas en el Comité Federal en favor de la amnistía. «La amnistía no es un fin es un medio para avanzar en el reencuentro y la concordia entre catalanes y entre España y Cataluña», dijo el presidente porque «Cataluña está lista para el reencuentro total».

Sexto movimiento. En el mismo Comité Federal, Sánchez convocó consulta a la militancia. Su objetivo conseguir el apoyo de las bases, pero sobre todo arrinconar al sector crítico del partido que desde los medios de comunicación carga no solo contra la amnistía sino contra su propio liderazgo. Ganar de forma democrática la consulta dejará en el baúl de los recuerdos a las viejas glorias del socialismo patrio.

Séptimo movimiento. Santos Cerdán, número dos del PSOE, hombre fuerte de Ferraz, se reúne con Carles Puigdemont en el Europarlamento. De la reunión poco se sabe, más allá de las buenas palabras, pero el trabajo duro estaba hecho. Reconocer el papel político de Puigdemont era el pistoletazo de salida de un acuerdo inminente.

Octavo movimiento. Sánchez y Aragonés cierran el acuerdo sobre la Ley de amnistía en una conversación telefónica. Un acuerdo que habían trabajado el jueves de la pasada semana el ministro Félix Bolaños y el presidente catalán. Sánchez realza el papel de Aragonés. La ley se registra antes del pleno de investidura.

Noveno movimiento. Francina Armengol convoca a la Mesa del Congreso y a la Junta de Portavoces. La primera dará el OK a la tramitación de la Ley de amnistía y la segunda valorará la convocatoria de pleno para la próxima semana tras el regreso del Rey Felipe de un viaje de Estado a Dinamarca. El 8 y el 9 son las fechas sobre la mesa.

Décimo movimiento. Las cosas del comer que ERC reivindicaba se van desbloqueando. Los republicanos son conscientes de que la amnistía será capitalizada por Puigdemont por lo que reabrieron las carpetas cerradas en la Mesa de Diálogo para sacar pecho ante su electorado. La pasada semana se acercaron posturas sobre el Ingreso Mínimo Vital y ayer mismo el traspaso integral, por fases eso sí, de la red de Cercanías.