Gobierno de España

ERC exige al PSOE un «Pedralbes II» para abstenerse

Lastra telefoneó ayer a Rufián para allanar la negociación que se espera dura: relator y un trato de «igual a igual»

El vicepresidente y consejero de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonés, representará al Govern en la cena con los empresarios catalanes / Efe
El vicepresidente y consejero de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonés, representará al Govern en la cena con los empresarios catalanes / Efelarazon

Lastra telefoneó ayer a Rufián para allanar la negociación que se espera dura: relator y un trato de «igual a igual».

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias cerraron el acuerdo, pero lejos queda el final. La intención del presidente y del líder de Podemos es formar gobierno antes de navidades, pero para que el nuevo Ejecutivo vea la luz se tienen que obtener los votos necesarios. Estamos en tiempos convulsos y nadie venderá a precio de saldo su apoyo. Al contrario, lo venderán caro. En momentos de tribulaciones, nebulosas, negociaciones y quinielas más o menos interesadas con candidatos a un Ministerio u otro, el número de vicepresidencias, y el reparto de las competencias, los negociadores quieren «tocar de pies en el suelo» y avanzar a buen ritmo centrando su actuación en lo más importante: los votos.

A esto se dedicó ayer Adriana Lastra, acompañada por Rafael Simancas. Más Madrid y Compromís fueron sus primeros interlocutores para empezar a forjar la mayoría suficiente. En los próximos días pasarán por el confesionario el Partido Regionalista de Cantabria, Bloque Nacionalista Gallego, Coalición Canaria, Teruel Existe y Partido Nacionalista Vasco. Todos están dispuestos a votar, aunque quieren oír cuáles son las contrapartidas.

Fuera de la ecuación queda el Partido Popular, que con el cercano aliento de Vox no moverá pieza, y Ciudadanos, que ha preferido mantener, al menos por ahora, la posición que marcó Rivera y que ha dejado diezmado al partido naranja. También queda fuera Bildu, porque se hace difícil pensar que el PSOE abra un canal de comunicación con la fuerza atberzale. Y fuera quedan los independentistas de la CUP, que fieles a las algaradas que están protagonizando en Cataluña, quieren una España ingobernable, el sueño más húmedo de los antisistema. En esta tesis, se situará también Junts per Catalunya, que quiere abanderar la desobediencia para poner en jaque al sistema.

Otra cosa es ERC. Su voto es fundamental para que prospere el gobierno. De momento, los republicanos no son partidarios de dar su voto favorable, y ni tan siquiera la abstención. Lastra ya se ha puesto en contacto con Gabriel Rufián y hoy se verán en el Congreso. ERC quiere «sentarse y hablar para dar una respuesta política a la situación» y no verían con malos ojos «volver al Pacto de Pedralbes», el que firmó Pere Aragonés bien alejado de los 21 puntos de Torra. ERC no renunciará a sus postulados independentistas, pero su pragmatismo puede convertirles en unos aliados necesarios, aunque no queridos. Los republicanos tienen almas diferentes en su seno. Los partidarios de que este Gobierno empiece a andar y evitar nuevas elecciones que no interfieran en el complejo panorama político catalán, y los que quieren tensar la cuerda con el Estado para celebrar un referéndum de autodeterminación, porque asumen que su victoria en Cataluña está asegurada. Sin embargo, otro elemento está pesando en el partido dirigido por Oriol Junqueras, el auge de Vox, y como dijo Rufián la noche electoral: «Siempre nos tendrán enfrente». ERC, de momento, pone sus condiciones pero, a diferencia de Junts per Catalunya y la CUP, está dispuesta a entablar conversaciones, donde también Podemos tendrá un papel importante.

Los movimientos se sucederán en los próximos días. En Madrid, pero también en Barcelona. El próximo lunes, la patronal catalana, Foment del Treball, celebra su cena anual, en la que se reúnen más de 500 empresarios, el 70% del PIB catalán. La mayor patronal catalana se ha caracterizado en estos días por su belicosidad exigiendo a Joaquim Torra, a través de su presidente Josep Sánchez Llibre, que deje de amparar las movilizaciones de Tsunami Democràtic y los CDR, que ahora se refugian bajo el lema «independencia o barbarie», para no poner en jaque a la economía catalana.

El año pasado a esta cita acudieron Sánchez y Torra. Este año Sánchez había comprometido su asistencia, pero el acuerdo de gobierno y las negociaciones ponen en cuestión su presencia. Torra no asistirá porque ese lunes se «autoinculpará» ante el tribunal que le juzga por saltarse a la torera la normativa electoral y no está interesado en acudir a una cita en la que será criticado. El malestar empresarial con el Govern es evidente y el vicepresidente y consejero Pere Aragonés lo sabe. Por eso, el hombre fuerte de ERC acudirá a la cita empresarial, acompañado por al menos tres consejeros, y compartirá mesa y mantel con la futura vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que estará acompañada del núcleo duro económico del Gobierno de Sánchez con la clara intención del Ejecutivo «de apoyar al empresariado catalán en momentos delicados». Y en la cena se pueden hablar de muchas cosas. El año pasado Torra protagonizó una «espantá» tras su intervención y Aragonés aprovechó su ausencia para tener una larga conversación con Sánchez bajo la atenta mirada de Sánchez Llibre.