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La Policía detiene en Ceuta a un yihadista que captaba militantes para el Daesh en la cárcel y en la calle

La Policía considera "peligroso"al detenido
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De nuevo el problema de la radicalización yihadista en las cárceles. La Policía Nacional detuvo ayer en Ceuta a un individuo que, a partir de 2002, comenzó a radicalizarse en la cárcel. Cuando, tras un período de libertad volvió as prisión se convirtió en “adoctrinador”. Hace un mes que estaba en la calle y se dedicaba, en la Barriada del Príncipe, a hacer llamamientos, incluso con megáfono, para que los jóvenes se sumaran a las filas del Daesh. Se le considera un individuo muy peligroso.

Agentes de la Policía Nacional arrestaron ayer a a F.M.A.L. de 44 años y nacionalidad española, por su presunta participación en un delito de adoctrinamiento y enaltecimiento del terrorismo yihadista. Se trata de un conocido integrista y referente del radicalismo en la ciudad autónoma. En el caso de que el juez dicte prisión contra él, el problema continuaría en el ámbito penitenciario por lo que fuentes antiterroristas, consultadas por LA RAZÓN, subrayan la necesidad de adoptar las medidas oportunas para evitarlo.

Ingresó en prisión en 2001 por otros delitos y se radicalizó al entrar en contacto con internos afines al ideario islamista radical. Desde entonces ha llevado a cabo labores de adoctrinamiento y captación dentro y fuera de prisión en su paso intermitente por diferentes cárceles españolas. Se le ha condenado entre otros delitos por tenencia ilícita de armas, robo con violencia y delitos contra la salud pública, según fuentes policiales.

En su último arrersto, en 2017, por tentativa de homicidio, se le encontró un dispositivo que albergaba cientos de vídeos sobre la yihad violenta y cánticos yihadistas. Este material le servía para su auto adoctrinamiento y a su vez lo compartía a terceros como herramienta al servicio del aparato propagandístico de DAESH.

Durante sus periodos de encarcelamiento, se aprovechaba de los presos sin recursos económicos a los que ofrecía dinero si se dejaban barba, leían el Corán y cumplían sus órdenes. La precariedad en la que vivían muchos reclusos era para el detenido el caldo de cultivo idóneo para la captación de adeptos a su causa.

Tras quedar en libertad en diciembre del año pasado y regresar a su ciudad de origen, este individuo continuó su labores de auto adoctrinamiento, captación y entrenamiento para el combate tanto para él como para otros individuos, en su mayoría jóvenes, a los que buscaba integrar en la organización terrorista DAESH.

Hacía uso de los cánticos de llamamiento a la yihad de forma manifiesta. Los reproducía a gran volumen en su casa y en sus desplazamientos en vehículo. Con un marcado aspecto salafista radical, amenazaba a las personas por su orientación sexual y a aquellas mujeres a las que no consideraba debidamente tapadas.

Con un amplio historial de violencia hacia las personas de su entorno, era capaz de acceder a armas de fuego que no dudaba en utilizar. En marzo de 2006, tiroteó a dos agentes de la Policía Nacional en las proximidades de la barriada de El Príncipe y en 2017 disparó a un vecino al que acusó de colaborar con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

La agresividad en los delitos cometidos por el detenido se ha ido incrementando a medida que aumentaban sus periodos en centros penitenciarios. Su perfil presenta grandes similitudes con otros individuos que, tras sufrir un proceso de radicalización yihadista en prisión, han cometidos atentados terroristas al terminar su condena.