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La tensión aumenta en CiU tras el debate de política general

La Razón
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«Yo no me planteo la ruptura con Convergència, pero los hechos pueden llevar a situaciones que pueden tener consecuencias políticas que uno no quiere y desea». La reflexión de Josep Antoni Duran Lleida pone de manifiesto hasta qué punto las relaciones en el seno de la federación se tensionan a medida que avanza el proceso soberanista. El líder de Unió hizo estas declaraciones el viernes poco antes de acabar el debate de política general, donde se han vuelto a evidenciar las enormes diferencias entre Convergència y Unió a la hora de encarar el debate sobre el encaje de Cataluña en España. Artur Mas no comparte la «tercera vía» con la que Duran Lleida solucionaría el embrollo catalán, y Unió no está dispuesta a pasar unas líneas rojas que no son tales para el sector más soberanista de Convergència que, al fin y al cabo, es el que ahora lleva las riendas del partido.

Qué tiene que ser Cataluña es motivo de choque, de la misma manera que lo es la convocatoria de la consulta, desde la pregunta o preguntas hasta cómo tiene que hacerse.

La restauración de la democracia juntó a ambos partidos, excepto en las primeras elecciones generales, cuando Unió se presentó junto a la Federación de la Democracia Cristiana como Unió del Centre i la Democràcia Cristiana de Catalunya. Ahora, nadie se atreve a proyectar si el órdago soberanista acabará llevándose por delante una unión en la que el reparto de tareas está perfectamente delimitado, desde la alternancia de líderes como cabezas de lista en las distintas convocatorias hasta la correlación de diputados en el Parlament.

Se presenta determinante el congreso extraordinario que Unió ha convocado para febrero de 2014, en el que ve «necesario» reformar sus estatutos. La definición de la formación influirá en el futuro de CiU.

En ambos cuarteles generales tienen muy presente una cifra: el 35 por ciento de personas que arrojan las encuestas que se declara votantes de CiU y no comulga con la independencia. Los esfuerzos de Convergència por atraer el voto moderado se han multiplicado en las últimas semanas. Un ejemplo es la reciente campaña «¿Qué gano yo con el Estado propio?», en la que busca convencer en catalán y castellano sobre las bondades de la independencia, que ayer Mas vendió como una emancipación.

ERC se frota las manos ante el duelo. Oriol Junqueras no tuvo reparos ayer en reafirmar su «compromiso» con el gobierno de CiU y su voluntad de garantizar «la fortaleza y estabilidad parlamentaria», ya que el debate de política general ha servido para reafirmar la consulta. La formación reunió a su consejo nacional después de que el Parlament aprobara con los votos de CiU, ERC, ICV y CUP la resolución que urge a llevar al Congreso la reclamación de la consulta y fijar la fecha y la pregunta antes de acabar el año. Tras asegurar que ERC es «el socio más fiel del pueblo de Cataluña», Junqueras apuntó que «nuestra voluntad es asegurar que Cataluña tiene un gobierno fuerte en un momento muy difícil, en el que tomamos decisiones que pueden ser decisivas para nuestro futuro». De momento, esas decisiones están necesitando de mucho teléfono entre los máximos líderes de CiU.