
Opinión
El legado de Pedro Sánchez
Todas las causas judiciales, aparte del resultado, dejarán un reguero de dudas que afectarán a su credibilidad con un efecto electoral no calculado

El PSOE confía en que algunos de los procesos judiciales a los que se enfrenta, como el del fiscal general del Estado o el caso de Begoña Gómez, terminen en la absolución; que otros, como el caso Cerdán, Ábalos y Koldo, se prolonguen en el tiempo hasta que dejen de ser noticia de impacto y, que el que afecta al hermano del presidente y al candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura, pasen de puntillas el poco más de un mes que falta para la celebración de elecciones autonómicas.
Los indicios que apuntan a García Ortiz son tan verosímiles ante la opinión pública que le dejan sin futuro alguno, incluso en caso de ser declarado inocente. La intervención directa del mismo en el comunicado de prensa, el borrado masivo de mensajes y correos y la declaración de la fiscal superior de la Comunidad de Madrid y de los agentes de la UCO, harían insostenible su permanencia en la institución porque lo que ha quedado de manifiesto es una conexión con el poder político impropia en un sistema democrático.
En caso de ser condenado, Sánchez dará inmediatamente instrucciones para victimizar a García Ortiz, haciéndole mártir de las hordas derechistas, al tiempo que lo releva al frente de la cúpula de la Fiscalía. Lo que sí tiene ya en la cabeza el líder socialista es su relevo, porque el actual fiscal general ya no encaja en sus planes de futuro.
Las prisas del ministro Félix Bolaños por iniciar la tramitación parlamentaria de la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, por la que se relegaría a los jueces a un segundo plano en la instrucción de las causas fiscales, tiene como objetivo tener el control, desde Moncloa, de las investigaciones judiciales, no tanto porque pueda afectar a las causas abiertas, como por otras nuevas que se puedan abrir y que involucren al Partido Popular.
Es obvio para la dirección socialista que, si la figura del fiscal general está cuestionada, el efecto político de posibles nuevos procesos que afectasen a los populares quedaría disuelto. Sánchez necesita, más que defender la imagen de limpieza del PSOE, que ha quedado muy dañada, embarrar a la oposición. Su estrategia es convencer al electorado de izquierdas de que, si todos son iguales, no deben permitir que la extrema derecha llegue al gobierno.
Por otra parte, cada espina que se clava en el zapato de Feijóo es un impulso que recibe Vox. Se espera que asuntos como la dilación en resolver la dimisión de Mazón puedan afectar a las elecciones extremeñas, en las que los socialistas no aspiran a ganar, sino a que los populares no obtengan la ansiada mayoría absoluta. Cada vez que el PP necesita a Vox para lograr una investidura o para formar gobierno, Sánchez recupera oxígeno.
En cuanto al caso de Begoña Gómez, la campaña de desprestigio sobre el juez Peinado irá creciendo en la medida que avance la investigación judicial. La estrategia, de la mano de algunos medios de comunicación, será que la instrucción quede en una especie de material inservible y con intención política ante la opinión pública. La debilidad más grande a la que se enfrenta consiste en que, sea o no ilícito penal la actividad de la esposa del presidente, nadie duda de que es éticamente reprobable.
Por último, en la investigación judicial que se realiza sobre los compañeros de viaje en el Peugeot, las evidencias que se van conociendo obligan a Sánchez a trazar un cordón sanitario en torno a ellos para acotar la presunta corrupción, eso sí, evitando toda hostilidad hacia ellos mayor de la estrictamente necesaria. Desde la Moncloa saben que lo más probable es que se termine produciendo un acuerdo entre ellos y la Fiscalía, en la que podría ponerse a disposición judicial información sensible para el PSOE y para el propio presidente.
Quedan otros flecos pendientes, como la denuncia de algunos fiscales a la "fontanera" de Ferraz. Aunque desde la dirección nacional ridiculizan al personaje y se desentienden de todo nexo con sus actividades, la táctica cuenta con una gran debilidad consistente en que el PSOE no ha emprendido ninguna acción legal contra quién está poniendo en entredicho al propio Pedro Sánchez.
El plan de minimización de daños judiciales está establecido en ese marco, escucharemos repetir, machaconamente, a los ministros y dirigentes los argumentos diseñados para cada momento para lograr, en palabras de García Ortiz, «que no les ganen el relato».
Sin embargo, Pedro Sánchez olvida que todas estas causas judiciales en proceso, independientemente del resultado o de los plazos, dejarán un reguero de dudas que afectarán a su credibilidad con un efecto electoral no calculado en este momento.
En la sociedad española ha calado la idea de que el líder socialista ha colonizado las instituciones de manera partidista, que ha menoscabado al Estado frente a los independentistas para mantener el poder y que la corrupción ha campado a sus anchas afectando a su entorno familiar y político más directo. Ese es el legado de Pedro Sánchez.
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