Política

Elecciones generales

"Los residentes legales deberíamos poder votar"

Reclaman más atención de los líderes políticos, a los que instan a impulsar políticas de acogida que ayuden a exprimir el talento que viene del extranjero

De izqda. a dcha, Gloria Sánchez, Paul Gordon, Cecilia Estrada y Avelino Chico. Foto: Cipriano Pastrano
De izqda. a dcha, Gloria Sánchez, Paul Gordon, Cecilia Estrada y Avelino Chico. Foto: Cipriano Pastranolarazon

Reclaman más atención de los líderes políticos, a los que instan a impulsar políticas de acogida que ayuden a exprimir el talento que viene del extranjero.

Es martes por la tarde y el céntrico Café Comercial de Madrid está muy concurrido. En muchas de las mesas se debate con pasión sobre quién salió victorioso del debate celebrado el día anterior en RTVE. En una de esas mesas de improvisada charla política se concentra una mezcla de acentos que es un fiel reflejo de la sociedad española de hoy en día. La componen Cecilia, Gloria, Paul y Avelino. La primera es mexicana, la segunda, de Venezuela, el tercero es británico y el último nació en Angola. Todos hablan un español que da buena cuenta de sus raíces y, además del idioma, comparten la preocupación por lo que pasará en el país a partir de este domingo. También lamentan que, a pesar de que el 10% de los residentes en el país no tiene nacionalidad española, ningún político se acuerda de la política migratoria en sus mítines.

Tampoco tienen derecho a voto, una situación que dicen que debe cambiar no solo en España, sino en todo el mundo. «Si una persona ha residido en un país de manera legal durante un tiempo y ha pagado sus impuestos, creo que, a pesar de que no tenga la nacionalidad no se le debe privar del derecho a decidir cómo se gasta su dinero. Estamos en el siglo XXI», defiende Paul. De los presentes, solo Gloria y Cecilia, que ya tienen la doble nacionalidad, irán a las urnas este domingo. Ni Paul ni Avelino podrán.

A la hora de señalar algo que les llama especialmente la atención del sistema, sin duda se quedan con la moción de censura que puso en marcha el PSOE hace ya casi un año. «En mi país, una situación como esta no hubiera pasado. En ese sentido, España está bastante adelantada», dice Avelino, y Cecilia añade su sorpresa por cómo aceptó la sociedad el cambio: «La gente dio por sentado que vive en un sistema democrático donde deposita su voluntad en los políticos». Sin embargo, Paul hace otra lectura. «Para mí, que soy británico, que una persona que no es miembro de la Cámara pueda aparecer, dar un discurso e intervenir en la deriva de un gobierno es un “shock”, ni siquiera sabía que se podía hacer», bromea.

Desde sus vivencias como ciudadana del país que aún gobierna Nicolás Maduro, Gloria advierte: «Ver a España hoy en día es como ver a Venezuela en el año 98. Es una disputa de partidos de derechas e izquierdas sobre sus problemas internos, sin importarles lo que le pasa a la sociedad». Aunque recalca que la situación española puede mejorar exponencialmente en un futuro cercano. «Es un gran país, tiene un potencial admirable».

Y gran parte de las posibilidades de recuperación, coinciden, pasan por la apuesta por el potencial de la población inmigrante, que es «admirable». «Pero España tiene que trabajar en la inclusión. Todas las migraciones son buenas si les sabes sacar la parte positiva y los que tienen que verlo son los candidatos», afirma Gloria.

Gran parte de eso pasa por brindarles una buena acogida. Pese a que muchos lleguen a España huyendo de la pobreza, de la guerra, o simplemente buscando un futuro mejor, Gloria se muestra contraria a los subsidios. «Me ofendería muchísimo que me dijesen que me van a dar un subsidio. ¿Por qué? Si tengo una profesión. No necesito un subsidio, necesito que me den trabajo». «Desgraciadamente, prefieren poner barreras. Nos encontramos en una época en la que la inmigración se ha recrudecido. Estamos ante unas mentalidades lamentables para el ser humano», añade Paul.

Que los partidos con ideas más radicales, e incluso xenófobas, han ido ganando poder en toda Europa es una circunstancia innegable. El fenómeno ha llegado un poco más tarde a España, pero lo ha hecho. No en vano, en su programa electoral Vox incluye algunos puntos no exentos de polémica, entre ellos «afrontar la inmigración atendiendo a las necesidades de la economía española y a la capacidad de integración del inmigrante».

Aunque pueda parecer al contrario, ninguno se muestra preocupado por esto. Como buen conocedor de todo el proceso del Brexit, Paul lamenta que en Reino Unido la gente ha empezado a vivir con los ojos cerrados, una situación que no se da en España: «No se llega a esos extremos de querer cerrar las puertas y no entender que la realidad es algo mucho más compleja de lo que te pueden decir dos o tres políticos. Aquí se trata al extranjero con más respeto que en otros países. Los españoles tienen otra historia y entienden de otra manera vivir en un país que no es el suyo».

Sin embargo, hubo épocas en que este sentimiento de acogida no era tan mayoritario. Cecilia se acuerda bien de cuando el barómetro del CIS señalaba que la principal preocupación de los españoles era la inmigración. Era verano de 2006 y el país estaba inmerso en plena «crisis de los cayucos». Acababa de nacer su primer hijo. «Vi peligrar mi futuro identitario en España, porque me di cuenta de ciertas actitudes un poco cortantes. Sin embargo, ahora me siento acogidísima. Creo que la sociedad española dio el vuelco al timón de una manera tremenda», indica.

Pero no todo es bueno. Gloria y Avelino relatan algunos sucesos que, si bien son aislados, no se deberían contar ni con los dedos de una mano. «Estaba en la parada del autobús y una señora decía que todos los inmigrantes se tienen que ir porque son unos delincuentes que vienen a robarnos y a quitarnos el trabajo. Pero no podemos generalizar por lo que digan una o dos personas», recuerda con tristeza la primera, que además es nieta de españoles. «Yo salgo perdiendo por ser negro. En España es más fácil que me vean como un sinpapeles que a un latino».

Es curioso que cuatro personas no nacidas en España sitúen el conflicto en Cataluña como una de las preocupaciones principales. «He vivido aquí 30 años, mi esposa y mis hijos son españoles, sentiría muchísimo si España se rompe», confiesa Paul. «Los políticos deben tener en cuenta la cohesión social, que es extremadamente frágil. Se rompe en dos minutos», insta Cecilia.

Ellos también tienen sus peticiones para los líderes políticos. «Espero que vean que el futuro de España es prometedor y pasa por hacer buenas políticas públicas», dice Gloria. «A todos los residentes extranjeros legales les tienen que dar el voto», reitera Paul. «Quiero escuchar las propuestas de una manera clara y ver dónde van a ir mis impuestos», apostilla Cecilia. «España no volverá a ser una sociedad monocolor y los políticos tienen que ser conscientes de esto», concluye Avelino.