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Congreso PP, unidad

El PP le monta a Feijóo un Congreso a su medida y con final escrito

Las negociaciones han sido intensas para que al Congreso Nacional del PP no llegue viva ninguna enmienda delicada que altere la paz y la unidad alrededor de Alberto Núñez Feijóo. Y lo han conseguido

El presidente del PP Alberto Nuñez Feijoo y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Diaz Ayuso, a la llegada a un acto de partido © Alberto R. RoldánLa Razón

Hablar de Congreso a la búlgara tiene esas connotaciones negativas sobre falta de debate y discusión. Pero, en los tiempos que corren, es con lo que sueña todo líder de partido que somete a refrendo su programa. Génova ha sido eficaz en las negociaciones para que al cónclave del próximo 4 y 5 de julio no llegue ningún debate conflictivo abierto. Las discusiones delicadas, en casa, y para esto han puesto toda la carne en el asador, especialmente con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobre las primarias; y también con el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, sobre los pactos con los independentistas.

No habrá pelea sobre las primarias. Ni tampoco sobre los pactos, a partir de una enmienda del partido en Cataluña que planteaba prohibir los acuerdos de gobierno con fuerzas que atenten contra el orden constitucional. Acuerdos de gobierno, no, pero pactos coyunturales parlamentarios y sobre programa, sí.

De esta manera, el Congreso del PP servirá para el único objetivo que se había fijado la cúpula popular, presentar la imagen de un partido unido y preparado para llegar al gobierno. Feijóo lleva ya varios meses de campaña como candidato a la Presidencia del Gobierno, aunque se haya vestido como una campaña como candidato al Congreso de julio. Y esto se explica en la idea que empieza a asentarse en la cúpula popular, por las informaciones que les llegan de la evolución de los casos judiciales del PSOE, respecto a que Pedro Sánchez no va a poder aguantar más allá de otoño sin convocar elecciones generales.

Esta convicción se sostiene en la información de que, a partir de septiembre, al secretario general del PSOE le estallarán "bombas" que le colocarán en una situación imposible. Vendrán de la investigación del caso hidrocarburos, con piezas muy sensibles dentro del actual mapa orgánico de poder del presidente del Gobierno. También de las declaraciones patrimoniales de Cerdán y Ábalos, y de las conexiones que se establezcan entre los ya investigados y otros altos cargos del partido.

En ese sentido, lo que circula desde terminales policiales y judiciales es que, para Moncloa, lo peor está por conocerse, y que, por tanto, hay que incluir en las previsiones la posibilidad de la convocatoria de unas elecciones generales para final de año. Esta urgencia por preparar la maquinaria electoral orgánica, con la movilización de las estructuras territoriales y de la militancia, se ha extendido también a los socios del gobierno, por cierto. Y coincide con la impresión que guía a la disidencia del sanchismo.

Ante esto, el Congreso Nacional del PP tendrá el debate justo. Y será un paseíllo para Feijóo, una vez que Génova ha conseguido esquinar todas las discusiones más sensibles en el terreno ideológico, especialmente. O en lo que tiene que ver con la relación con Vox. Del Congreso no saldrá un programa de gobierno, sino un partido que tapará las diferencias internas, que existen, o los debates sucesorios, a la espera de que Feijóo aproveche la última bala que le queda.