El desafío independentista

Puigdemont bloquea unas autonómicas a la espera del 10-N

ERC apuesta por un adelanto electoral tras el fallo y teme que el ex president pueda hacer campaña mientras Junqueras no.

Puigdemont y Comín, ayer, a las puertas del Parlamento Europeo donde se le volvió a impedir entrar
Puigdemont y Comín, ayer, a las puertas del Parlamento Europeo donde se le volvió a impedir entrarlarazon

ERC apuesta por un adelanto electoral tras el fallo y teme que el ex president pueda hacer campaña mientras Junqueras no.

La contundencia de las acciones de Tsunami Democràtic, la organización que ha puesto en marcha la respuesta en la calle y que se dio a conocer el 2 de septiembre tras una cumbre independentista en Ginebra con la presencia de Puigdemont y de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha tapado el mar de fondo por el que atraviesa el independentismo. Eso sí, en las redes sociales los encontronazos y los improperios dejaron negro sobre blanco que la unidad es sólo una entelequia interesada porque nadie se atreve a romperla para no pagar su coste en las urnas.

La primera empezó nada más conocerse la sentencia. El diputado Gabriel Rufián en un tuit afirmó «el estado ha dictado hoy sentencia. Cataluña dictará la suya». Rápidamente, la dadora de carnets de buen independentista y musa de Carles Puigdemont, Pilar Rahola, habitual en los púlpitos de la televisión pública catalana, le contestó airada «Creo que hoy no es el día para pedir el voto. Me parece un tuit innecesario y oportunista en un día muy sensible». Rufián replicó «si esta sentencia es su venganza, la nuestra ha de ser la urna. De todo el independentismo catalán. Entender otra cosa es no querer entender». No consta que Rahola saltará al cuello de Puigdemont cuando pidió en su comparecencia pública el voto independentista en las próximas elecciones. No fue el único encontronazo. Por la noche, mientras Joaquim Torra aplaudía a quienes habían ido a realizar el sabotaje al aeropuerto, mientras cargaban los Mossos d’Esquadra bajo el mando del propio Torra, Pere Aragonés afirmó en TV3 que «no le gustaba» lo que veía en la terminal aeroportuaria.

La razón de fondo es que ERC sigue aferrada a que la mejor solución para responder al Estado tras la sentencia es la convocatoria electoral. Los mentideros republicanos mantienen esta reivindicación ante la negativa, más que evidente, de Junts per Catalunya que prefiere esperar a las generales. El tablero político está movido pero en la sede de ERC tienen pánico a que Puigdemont pueda hacer campaña electoral el 10-N y no Junqueras, condenado por la sentencia del 1-0, «lo que no será un punto a favor». Es más, en el cuartel general republicano temen incluso que la eurorden conlleve la detención de Puigdemont antes de las elecciones lo que podría aflorar el victimismo y conllevar un éxito electoral de los neoconvergentes. El ex presidente en el exilio no ha perdido un minuto. Ayer, ante la sede del Parlamento Europeo pidió la restitución de sus derechos políticos y económicos como diputado en el Parlament, en un claro movimiento de inicio de campaña electoral y amagando con ser de nuevo el candidato de Junts per Catalunya ante un hipotético avance electoral en Catalunya. Una maniobra que también puede resucitar la presión sobre Roger Torrent, apercibido por el Tribunal Constitucional, para ser investido y desgastar a ERC, que no está dispuesta a correr riesgos judiciales.

El pulso soterrado implica también que ninguno de los actores independentistas, a pesar de las malas relaciones y de los enfrentamientos, quiera ser percibido como el que rompe el gobierno, la única manera existente hoy por hoy para forzar a Torra a convocar elecciones. Los republicanos esgrimen que tras las elecciones será necesario aprobar los presupuestos. De momento, estos apoyos son inexistentes, pero la CUP está haciendo movimientos para apoyarlos y salvar así a Torra, un presidente activista que les conviene para mantener su discurso irreductible que azuza la confrontación con el Estado, el mismo terreno de juego de Torra.

Tras la sentencia, Puigdemont está dispuesto a mover sus piezas. Reclamar sus derechos como diputado es amagar con intentar ser de nuevo candidato, algo que no agrada en ERC y tampoco al PDeCAT, porque su capacidad de movimientos se vería muy mermada. Tampoco Artur Mas vería con buenos ojos este movimiento porque sus aspiraciones a liderar una lista transversal de centro derecha desaparecerían de un plumazo. Cabe recordar que el expresidente catalán finaliza su inhabilitación el 23 de febrero. A partir de ese día puede ser candidato. El primer efecto de su movimiento puede ser inmediato: que la presión para llegar a elecciones por parte de ERC quede relegada hasta comprobar la temperatura del termómetro en las próximas generales. En este sentido, en las pasadas generales, ERC dobló en escaños a JxCat: los republicanos obtuvieron 15 y los neoconvergentes, siete.