Opinión

Lo que cambia la Historia. Lo que cambian sus actores (Barcelona, 1652)

Existen panfletos tan cargados de falsedades que más parecen pesadilla que realidad. ¿O es lo que estoy viviendo lo que no puede ser realidad, sino pesadilla?

Descubren en el fondo de manuscritos teatrales de la Biblioteca Nacional de España una nueva comedia de Lope de Vega titulada "La francesa Laura"
Manuscritos antiguos de la Biblioteca Nacional de EspañalarazonBNE/EFE

La memoria es perversa a veces. No tanto como los archivos o las bibliotecas. Dicen que, precisamente, en algunas de ellas existen unos panfletos que no hay quien se los crea, pero que debieron tener su éxito en sus días porque hay copias manuscritas y abundan los ejemplares impresos.

Se trata de una suerte de pasquines, de breves relatos de sucesos impresos -o copiados- en el siglo XVII y que llevan por título “Relación de la entrada que el serenísimo señor don Juan de Austria, tomando posesión de ella y sus fortalezas en nombre de Su Majestad el domingo 13 de octubre de 1652 después de haberse rendido los catalanes a la voluntad de Su Majestad y concedida por su Alteza un perdón general…”. El ejemplar que manejo fue impreso por Juan Gómez de Blas, en Sevilla, en 1652. Gómez de Blas fue un impresor de gacetas de primer orden. En la imperial Biblioteca Nacional de España está digitalizada la obrita dentro de la Biblioteca Digital Hispánica. Me consta que hay otro ejemplar en la Universidad de Texas. Manejé copia manuscrita desconocida hasta hoy, en una biblioteca en Suiza (Favre, LXXI, 320). Investigó sobre la obrita en un buen trabajo de fin de grado de Periodismo en Sevilla y en 2017, Belén Cáceres Garrido.

Reinaba entonces Felipe IV, el Grande, que otros más absurdos que su propia caricatura lo llamaban el “pasmao”. Pues ese Rey, y sus leales súbditos, lograron que no se disolviera su Monarquía del todo y eso que no faltaron quienes lo buscaron.

Cuenta el folleto, a modo de novela por entregas, cómo después de los hechos de armas por todos conocidos, empezaron a parlamentar los catalanes el 4 de octubre y se inició el intercambio de rehenes que habían hecho durante la guerra. Con los catalanes, como vasallos del rey, no se capitulaba. Se pactó solo con los franceses.

El textito da para reflexionar en profundidad sobre la creación y expansión del discurso de la magnanimidad del Rey y de sus plenipotenciarios: se ve aquí, como se ve en la Rendición de Breda.

Los rendidos, por diversos motivos, escribieron a Don Juan José “aunque viniese toda Francia en su socorro ya no le querían porque era solo su voluntad volverse a la obediencia de su Rey y señor natural y permanecer siempre en su real servicio”. Y es que “estaban cansados del dominio francés que los oprimía, y porque se veían sin Margarit, que era el principal promotor de aquella obstinación”. Así que al entregar la plaza, acudieron a don Juan José en un típico espectáculo de final de una guerra, “cuando los Invitados y Diputados de Barcelona vinieron a besar la mano a Su Alteza, y a pedirle perdón de los yerros cometidos desde el año 1640 que se inquietó aquel Principado; y esta función la hicieron con tanta sumisión y lágrimas, que movía a compasión a los circunstantes”. Andaban altamente preocupados, pero sorprendidos porque el hijo natural de Felipe IV los recibió con generosidad de vencedor y no como les había calentado las orejas José Margarit, “que no habían de hallar clemencia en el Rey nuestro señor, y que los habían de degollar, o tratarlos como a esclavos”.

Como un acto más de la ceremonia de la derrota, entregaron una carta a Don Juan José dirigida a su legítimo Rey: “Serenísimo Señor. El Conseller en Cap de la Ciudad de Barcelona, en nombre de la dicha Ciudad, con la reverencia, sumisión y obsequio debido a la grandeza de Vuestra Alteza, humildemente se postra a sus reales pies para explicar el vivo pesar y arrepentimiento grande que dicha Ciudad tiene de los excesos y errores ocasionados de una conmoción popular cometida a la Sacra, Católica y Real Majestad del Rey nuestro señor (que Dios guarde) de los cuales está muy apesarada, y sentidísima. Por tanto en la mejor manera que puede y debe, con la debida humildad y respeto, suplica a su Majestad (que Dios guarde) y en su nombre a Vuestra Alteza sea de los Real servicio, benignidad y clemencia mirar con piadosos ojos los afectos de voluntad y cordial amor con que desea esta Ciudad reducirse y volver con toda fidelidad a la antigua obediencia de Su Majestad, poniéndose como hijos y buenos vasallos en los brazos paternales de su Rey y Señor natural, y como a tal le suplica, sea de su Real servicio dignarse de admitir en su gracia dicha Ciudad, y ciudadanos, y perdonar todos los delitos y excesos cometidos en este intermedio de tiempo, como es desde el año 1640, inclusive, hasta fin de la presente jornada, y se sirva Vuestra Alteza otorgar, y conceder a la dicha Ciudad y sus ciudadanos un perdón, remisión y absolución general de todos y cualquier excesos y delitos cometidos en el discurso del dicho tiempo, aunque sean criminales de lesa Majestad…”

La carta es más larga. Además, hubo más peticiones y parlamentos. A todos ello don Juan José respondió que “Porque la Ciudad de Barcelona, postrada a los pies del Rey nuestro señor con toda reverencia sumisión y obsequio debido a su grandeza, y mostrando el grande arrepentimiento que tiene de los excesos y yerros cometidos en deservicio de Su Majestad, se ha puesto a su obediencia, pidiendo perdón de ellos, y suplicándonos que tengamos por bien admitirla en la gracia de Su Majestad, concediendo perdón de todos los dichos yerros; por tanto, por el amor que tenemos a la dicha Ciudad de Barcelona, la admitimos en nombre de Su Majestad a su Real Servicio, y otorgamos el Perdón general que nos ha pedido en amplia forma, de todos los excesos y delitos cometidos desde el año de 1640…”, etc. Todo lo cual se otorgó en Barcelona el 11 de Octubre de 1652, víspera del día de la Hispanidad, dicho sea de paso.

La verdad es que panfletos como ese, tan cargados de falsedades, más parecen pesadilla que realidad. ¿O es lo que estoy viviendo lo que no puede ser realidad, sino pesadilla? Por cierto, la Historia de España no es sólo la Historia de España que se escribió en el Franquismo. La Historia de España es la Historia de España. Ahora estos mismos que han realizado actos un tanto abyectos, la han quitado del bachillerato. ¿Por qué habrá sido? No lo entiendo, porque encuentro en ellos y en ellas, dichosos ademanes humanísticos.